En tiempos que debieran ser e unidad, pido antes de opinar, leer y tratar de entender.

El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (Mincap) anunció que destinará 15.000 millones de pesos para ir en ayuda del sector, y así poder afrontar de mejor forma la crisis generada, primero, por el “Estallido Social” y, especialmente, por el Covid-19.

De lo planteado por el Mincap se desprende que no hay fondos nuevos, extras, para la Cultura (un escuálido 0,4% del presupuesto público, muy por debajo de recomendaciones internacionales). El Ministerio ofrece flexibilizar rendiciones, plazos, etc., lo que resulta obvio ya que son inviables de cumplir dadas las restricciones actuales Y redestinar fondos del MIncap para ayudar los sectores que no puedan, por sus propios medios, sobrevivir a la crisis.

Por otro lado, el ministro Briones había anunciado un fondo de $11.750 millones de dólares para “protección del empleo, alivio tributario, pymes e ingresos familiares”. Un fondo que difícilmente podrá aprovechar el mundo de la cultura, dada la precariedad institucional y laboral existente en él. Un apoyo 850 veces mayor que el monto refocalizado del Mincap.

El Gobierno parece que no entiende que hay un gran espectro de trabajadores en Chile que se desempeña de manera informal, a pesar de que sí los incluye como ocupados al medir la cesantía (este y los anteriores gobiernos). Entonces, al anunciar apoyo a Pymes, deja fuera gran parte de los trabajadores de la Cultura como de muchas otras áreas.

El Gobierno –remitiéndonos a su mirada economicista- olvida el aporte de la Cultura a la economía (2,2% del PIB), a la identidad del país y, muy importante para los empresarios (en especial para aquellos que exportan), a la “imagen país”, fundamental para darle “valor agregado” a los productos y poder así competir mejor.

Reacciones violentas

Sin embargo, frente al anuncio del Mincao se levantaron voces en la derecha como de ciudadanos criticando esa medida.

Esas críticas parten, supongo, de varias premisas. Primero, que las personas dedicadas laboralmente a la Cultura no son trabajadores, no trabajan, no deben ser remunerados por ello, y por lo tanto no debe el Estado ir en su ayuda en estos momentos de crisis. No consideran a quienes trabajan en Cultura como profesionales. Estoy hablando de músicos (incluidos los clásicos), actores, cineastas, artesanos, bailarines, y un largo etc.

Para estas personas estos profesionales que estudiaron en universidades, institutos y academias, que hicieron especializaciones en el extranjero no son parte importante del quehacer nacional.

Otra suposición es que se considera que la Cultura es un asunto de inspiración, algo libre y relajado (nada “serio”), casi como un estado permanente de “vacaciones”.

Una cita: “La inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando”, afirmaba el trabajolico Pablo Picasso.

La premisa de Picasso la han asumido como suya gran parte de los creadores, que desde sus diversas disciplinas, se ejercitan y cultivan de manera rigurosa. Es lo que hacen, por ejemplo, la mayoría de los músicos, que ensayan y vuelven a ensayar, a pesar de tener que dedicar parte de su tiempo laboral a otras actividades para sobrevivir. Se imaginan a alguien dedicado a la danza sin esa disciplina.

Otra suposición es que, simplemente, no consideran importante a la Cultura, sino como algo accesorio, casi decorativo (algo que es más transversal de lo que creemos, si pensamos en tantas campañas con artistas y creadores como “acompañamiento” de candidatos). Esto, es una característica propia de élites, pueblos y países incultos, que desprecian sus identidades, la creatividad, el mundo espiritual.

Milton Lienlaf Hele, Mincap (c)
Milton Lienlaf Hele, Mincap (c)

Otros sostienen que los creadores chilenos son mediocres. Muchas veces afirman que no tenemos ningún Picasso (por mencionar sólo al citado). Sin embargo tenemos a Gabriela Mistral (que tuvo que irse de Chile) y a Pablo Neruda, a Roberto Matta (a quien el Centro Pompidou le hizo una exposición en vida que ocupaba casi todo en centro, y también tuvo que irse de Chile), a Vicente Huidobro, Sergio Larraín (gran fotógrafo que hizo gran parte de su trabajo fuera del país), Claudio Arrau (también tuvo que irse de Chile). Tenemos en el cine a Raúl Ruiz y Patricio Guzmán, y a muchos ganadores de importantísimos premios. A Borja García-Huidobro (arquitecto que diseñó el Ministerio de Finanzas de Francia), a Alfredo Jaar (artista visual muy importante en el extranjero, que vive fuera de Chile), y un largo etc.

Pero incluso si no tuviéramos creadores destacados a nivel internacional (que sí los tenemos), ¿eso invalida su aporte en las identidades locales? ¿Necesitamos reconocimientos internacionales para valorar a las artesanas de Rari o a quienes hacen el Cuasimodo o La Tirana?

Finalmente, están quienes simplemente desprecian a buena parte del mundo de la cultura por considerarlos “de izquierda”. Esa pequeñez -la de evaluar a las personas por una sola de sus identidades o características-, simplemente la menciono. Es como (des)calificar a alguien por su credo religioso, por el oficio que tiene o por sus gustos…

Las reacciones apuradas, violentas, groseras, despectivas, no deben causar rabia, sino más bien deben ser una muestra de realidad y un desafío.

En momentos de crisis se muestran aspectos, facetas e identidades de los seres humanos que se mantienen ocultas, en segundo plano, tapadas por la corrección política. Pero ahí están y, el que afloren, ayudará a poder afrontarlas a futuro.

Estos tiempos de crisis y cuarentenas debemos tratar de tener espacios para reflexionar sobre nosotros mismos y la sociedad, para ver cómo aportar a un mejor país.