Ema (Mariana de Girolamo) es una joven bailarina casada con Gastón (Gael García Bernal), un coreógrafo extranjero mayor que está trabajando en una obra en Valparaíso.

Ema y Gastón están pasando una fuerte crisis luego de la fallida adopción de Polo, un niño del Sename. Este hecho no sólo significa un rechazo social, también lleva -en especial a la pareja- a que afloren sentimientos de culpa, recriminaciones (“Eres un condón humano, nunca me vas a dar un hijo de verdad”, “No servís para ser madre, quizás…” ), a la búsqueda de soluciones, vías de escape, de diversas maneras de manifestar frustraciones y rabias.

Con Ema, Pablo Larraín aborda temas actuales (como la libertad sexual, “empoderamiento” femenino, otras formas de familia y con ello de maternidad y paternidad, la formalidad de las instituciones, etc), a diferencia de sus anteriores cintas (salvo El club), enfocado en una generación joven de mujeres que encuentra en el reggeatón una forma de expresión y de liberación corporal y sexual.

Ema -ambientada en Valparaíso, como parte de Fuga y algunas escenas de Neruda- si bien gira en torno a su protagonista (muy bien interpretada por Mariana di Girolamo), presenta un gran abanico de personajes muy diversos que funcionan como una gran coreografía.

Muy arriesgada, tanto por los temas abordados -por factores generacionales, de género, como el presentar una sociedad, familias y relaciones afectivas y sexuales “líquidas” (Zygmunt Bauman)- como por la forma de relato adoptado -con muchos personajes y conflictos presentes, con escenas muy diversas interactuando-, Ema logra salir airosa. Pero no indemne.

Queda la impresión (y esto es subjetivo) que Pablo Larraín presenta temas generacionales, “femeninos” y sociales (como son el tema de las adopciones, colegios púbicos, cierta precariedad) desde “afuera”. Valparaiso aparece limpio, sin borrachos, sin pobreza dura. El tema del significado dado por Ema y su grupo de amigas al reggeatón -en contraste con el discurso intelectual y “conservador” de Gastón- calza con una versión muy sofisticada de esa música, muy distante con lo que se escucha masivamente (en música y en especial en sus letras). O la caricatura de algunas situaciones institucionales que pueden ser divertidas, pero carecen de la profundidad que, a mi juicio, merecían.

En este ultimo punto, vale destacar el gran papel desarrollado por Catalina Saavedra, que interpreta a la funcionaria que permitió -gracias a ciertas omisiones- que Ema y Gastón pudieran adoptar. La actriz logra transmitir prejuicios profundos, facetas de nuestra sociedad, de nuestra identidad y, al mismo tiempo, hacerlo con humor (tal vez la única manera de soportar ese mundo gris y agobiante). Catalina Saavedra deslumbra como protagonista de la mejor escena de Ema (a mi juicio).

También vale destacar el rol de Paola Giannini como abogada, logrando transmitir de manera convincente su pugna entre la formalidad y el ser seducida a explorar otros mundos, otros sentidos, otras afectividades.

Por último, queda la sensación que, en una película muy cuidada en su fotografía, música, etc, hay escenas que sobran (como Ema tirando agua desde un carro de bomberos, algunos bailes grupales -con un ritmo y una estética de videoclip que no necesariamente cuadra con la película- o Ema con el lanzallamas -y no con bombas molotov- incendiando un auto, un semáfodo, juegos infantiles, etc), personajes poco desarrollados y papeles que no están a la altura (en especial el bombero), que la mirada está realizada desde “fuera” (Una mirada “cuica”, usando un chilenismo. Desde una clase social acomodada o alta). Ema parece hecha para el extranjero, para festivales.

Con una mujer de protagonista, con temas generacionales y de género fuertes, de búsquedas de identidades, en un entorno muy particular como es Valparaíso, Ema parece estar hecha por hombres desde el “barrio alto” de Santiago. Aunque, claro, en este punto la voz deben tenerla jóvenes porteñas, como bien dicen en una escena compañeras de baile de Ema a Gastón, que le enrostran que el ve las calles del puerto desde afuera, que no las conoce, no las ha vivido (no deja de ser interesante reflexionar sobre la relación que han desarrollado Pablo Larraín y Gael García).

Un punto aparte, que queda en el aire, poco desarrollado, es la disociación de la protagonista (al menos desde mi punto de vista), algo que va más allá de un tema generacional, de género o de postura frente a la vida. Un no hacerse cargo de sus acciones, de sus afectos, una manipulación y seducción permanente de Ema en función de sus intereses, donde pareciera que todo gira en torno a ella. Un tema de ego que no logra desarrollarse o cuajar en relación a las demás personas.

Ema, Fábula (c)
Ema, Fábula (c)

Ema es una película que plantea temas actuales, urgentes algunos de ellos, profundos. Temas que marcan el presente y el futuro de nuestra sociedad. Y eso basta para que sea recomendable.

Ema se estrena este jueves 26 de septiembre en salas comerciales del país.