La Visita: sorprendentes actuaciones de Rosa Ramírez y Daniela Vega

La Visita, BF Distribution (c)
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La ópera prima de Mauricio López Fernández aborda la historia del retorno de Felipe, convertido en Isabel, a una casa de campo donde trabaja como empleada puertas adentro Coya, su madre (Rosa Ramírez), para asistir al funeral de su padre (un uniformado del que no se dice nada, salvo que “era poca cosa”).

Sin mencionar nunca que Elena (Daniela Vega, mujer transexual en la realidad) es una transexual (salvo pequeñas pistas, como la pregunta de la dueña de casa ¿Felipe?), sin recurrir a lugares comunes o al morbo, la película se adentra en un ambiente denso, cargado de tensiones, de prejuicios, discriminaciones de diversos tipos… y la necesidad –por obligación, sobrevivencia o humanidad- de aceptar y seguir viviendo, o sobreviviendo en algunos casos.

La actuación de Rosa Ramírez es soberbia, al punto de olvidarse completamente de ella y no vislumbrar en momento alguno el fantasma de “su” Negra Ester. Humana, simple, llena de gestos mínimos para retratar de manera cabal a una empleada doméstica sometida (a sus patrones y posiblemente a su marido), temerosa, casi camuflada en las sombras, pero con una capacidad notable de transmitir, con pequeños gestos, con sutiles brillos de la mirada, sus conflictos y sentimientos. Rosa Ramírez demuestra oficio, experiencia y un conocimiento profundo del mundo popular. El poder verla en este rol ya justifica esta película y el verla más de una vez.

Y también está la actuación de Daniela Vega (Teresa), que logra cristalizar en ella buena parte de la tensión de la película, debatiéndose entre su ser mujer –que quiere ser sensual y atractiva, salir y tener aventuras con hombres-, el sentirse foco de atención, del rechazo solapado –y posiblemente no abierto por su condición de hija/hijo del finado- y las contradicciones que enfrenta al tener que despedirse de su padre, su figura masculina (y uniformado), poniendo en cierta medida en cuestión su opción sexual. Una actuación sólida y conmovedora. Además de mostrar una valentía envidiable.

A la historia se suman otros ingredientes que ayudan a generar el ambiente. Pero vale la pena destacar el rol de un niño (el hijo de los dueños de casa), que casi sin hablar, se transforma en una especie de observador privilegiado, el que puede entrar a todos los lados, el que ve todo… una especie de contrapunto al mundo de los adultos cargado de prejuicios y culpas.

La Visita es una muy buena película, con buenas actuaciones, que siendo a ratos un tanto lenta, atrapa. La locación y la fotografía son acertadas. Puntos débiles, al menos dos: la noción del tiempo resulta un poco confusa (¿en cuánto tiempo transcurre la película?), lo que, al menos, distrae; y es posible que a algunos les cueste o se demoren mucho en entender la condición sexual de Teresa.

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La ópera prima de Mauricio López Fernández aborda la historia del retorno de Felipe, convertido en Isabel, a una casa de campo donde trabaja como empleada puertas adentro Coya, su madre (Rosa Ramírez), para asistir al funeral de su padre (un uniformado del que no se dice nada, salvo que “era poca cosa”).

Sin mencionar nunca que Elena (Daniela Vega, mujer transexual en la realidad) es una transexual (salvo pequeñas pistas, como la pregunta de la dueña de casa ¿Felipe?), sin recurrir a lugares comunes o al morbo, la película se adentra en un ambiente denso, cargado de tensiones, de prejuicios, discriminaciones de diversos tipos… y la necesidad –por obligación, sobrevivencia o humanidad- de aceptar y seguir viviendo, o sobreviviendo en algunos casos.

La actuación de Rosa Ramírez es soberbia, al punto de olvidarse completamente de ella y no vislumbrar en momento alguno el fantasma de “su” Negra Ester. Humana, simple, llena de gestos mínimos para retratar de manera cabal a una empleada doméstica sometida (a sus patrones y posiblemente a su marido), temerosa, casi camuflada en las sombras, pero con una capacidad notable de transmitir, con pequeños gestos, con sutiles brillos de la mirada, sus conflictos y sentimientos. Rosa Ramírez demuestra oficio, experiencia y un conocimiento profundo del mundo popular. El poder verla en este rol ya justifica esta película y el verla más de una vez.

Y también está la actuación de Daniela Vega (Teresa), que logra cristalizar en ella buena parte de la tensión de la película, debatiéndose entre su ser mujer –que quiere ser sensual y atractiva, salir y tener aventuras con hombres-, el sentirse foco de atención, del rechazo solapado –y posiblemente no abierto por su condición de hija/hijo del finado- y las contradicciones que enfrenta al tener que despedirse de su padre, su figura masculina (y uniformado), poniendo en cierta medida en cuestión su opción sexual. Una actuación sólida y conmovedora. Además de mostrar una valentía envidiable.

A la historia se suman otros ingredientes que ayudan a generar el ambiente. Pero vale la pena destacar el rol de un niño (el hijo de los dueños de casa), que casi sin hablar, se transforma en una especie de observador privilegiado, el que puede entrar a todos los lados, el que ve todo… una especie de contrapunto al mundo de los adultos cargado de prejuicios y culpas.

La Visita es una muy buena película, con buenas actuaciones, que siendo a ratos un tanto lenta, atrapa. La locación y la fotografía son acertadas. Puntos débiles, al menos dos: la noción del tiempo resulta un poco confusa (¿en cuánto tiempo transcurre la película?), lo que, al menos, distrae; y es posible que a algunos les cueste o se demoren mucho en entender la condición sexual de Teresa.