El sistema electoral binominal es malo; muy malo. Sin embargo, las cúpulas partidarias han logrado proponer algo peor.
La gran crítica al binominal es que resultan elegidos candidatos con pocas preferencias respecto a otros que logran más votos. En democracia, quien tiene más votos debe ser el ganador. Es la manera de respetar la voluntad ciudadana.
El sistema propuesto por Renovación Nacional y los partidos de la Concertación, respecto de los diputados, establece un sistema proporcional. Saldrán elegidos candidatos con menos votos que otros que se darán por perdedores, replicándose el problema; en el Senado mantiene el binominal y crea 8 senadores nacionales en que también pueden ser elegidos candidatos con poca votación.
No es sólo la única objeción: elimina casi absolutamente las candidaturas de los independientes -incluso más que el binominal-, fortaleciendo el centralismo, al aumentar los cupos santiaguinos en relación a las regiones.
Lo propuesto, cual sastre, es un traje a la medida de los partidos. Más cupos para que los Escalona o los Gutemberg Martínez no tengan problemas si quieren ser parlamentarios.
¿Por qué no aceptar un sistema simple en que los dos candidatos con más votos son los elegidos? Y si quieren más parlamentarios, fusionar distritos y elegir a tres candidatos, siempre con las primeras mayorías? Los partidos se oponen a una idea simple y democrática por temor a los independientes, a perder el control, a no detentar el monopolio del poder.
El sistema binominal es malo. Las cúpulas partidarias han tenido la capacidad de inventar algo peor.