El gobierno peruano y la etnia indígena de la selva Asháninka suscribieron un acuerdo por el cual las autoridades nacionales les otorgaron títulos de tierras para evitar invasiones de colonos criollos y enfrentamientos, informó el sábado la presidencia del consejo de ministros.
El acuerdo, suscrito por el primer ministro Oscar Valdés y los representantes de los Asháninka, selló tres días de negociaciones en Satipo (este), ante más de 3.000 nativos reunidos en un coliseo.
La decisión gubernamental se enmarca dentro del objetivo político de fomentar la inclusión social, en un país marcado por la paradoja de ser uno de los que presenta mayor crecimiento sostenido durante la última década al mismo tiempo de afrontar una gran desigualdad social, según los analistas.
Los asháninka son la mayor etnia nativa de la selva peruana y se estiman que sumarían alrededor de 52.000. En Perú existen 65 etnias en la selva.
Los indígenas buscan defender su identidad cultural en una región azotada por el narcotráfico y por grupos remanentes de la agrupación armada Sendero Luminoso.
Entre los 41 acuerdos alcanzados destaca la titulación de las tierras comunales para evitar los problemas de límites, la invasión de colonos y la explotación de madera que crea problemas ecológicos.
El gobierno se comprometió también a incorporar a los nativos en la escuela de la Policía Nacional, para que se encarguen de la seguridad en la selva central de Perú, e impulsar su participación en la administración pública.
Los asháninkas lograron, además, que el gobierno escuche sus reclamos sobre respeto a los derechos humanos y derechos de identidad indígena en jueces y fiscales.
“En el futuro los maestros y funcionarios que vengan a esta zona deben saber dos idiomas y de preferencia, ser de la región”, dijo el primer ministro Oscar Valdés en relación al uso del castellano y de la lengua asháninka.
Estos nativos fueron carne de cañón durante la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso (1980-2000), que los secuestró y sometió.
La etnia asháninka habita la selva central y sudeste de Perú, y varios centenares viven en la frontera amazónica con Brasil.