El Parlamento maltés votó el lunes una ley que autoriza el divorcio en esta pequeña isla de mayoría católica, que se convierte en el último país europeo en hacerlo.

La ley, en favor de la cual votaron 52 de los 69 miembros del Parlamento, debe ahora ser promulgada por el presidente de la República maltesa, George Abela, y debería entrar en vigencia en octubre.

Once diputados votaron en contra, 5 se abstuvieron y uno estaba ausente.

Aparte del Estado del Vaticano, dirigido por el Papa, Malta era el único país del mundo, con Filipinas, que no autorizaba el divorcio. El Partido Nacionalista, en el poder, se oponía a su introducción pero 19 de sus 35 parlamentarios hicieron defección y votaron contra la consigna dada por su partido.

El voto se desarrolló después de que los malteses votaran mayoritariamente por el “Sí” (53%) en un referéndum. Los electores debían decir si aprobaban la posibilidad de divorciarse después de una separación de cuatro años.

El referéndum sólo tenía valor consultativo, lo que hacía necesaria la adopción de la ley en el Parlamento.

El campo del “No” estaba apoyado por el Partido Nacionalista del primer ministro Lawrence Gonzi y la Iglesia Católica que, sin hacer oficialmente campaña, había empleado todo su peso enviando una carta a sus fieles.

En Malta, los católicos representan el 95% de la población, y hay casi una iglesia por kilómetro cuadrado.

Actualmente, una separación legal es posible pero el volver a casarse es muy difícil pues hay que anular la primera unión, procedimiento largo (unos 8 años), lo que es muy raro que sea pronunciado por los tribunales religiosos católicos.