El 2003 fue un año histórico para el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, pues Lula da Silva, su histórico líder, asumió como presidente del país más grande de Sudamérica, en un contexto donde más del 70% de la población pensaba que haría un gran Gobierno.

Un artículo publicado en El País de España relata el auge y caída del PT, que durante la década pasada se convirtió en la coalición más fuerte de Brasil y consolidó gobiernos que fueron ejemplos para el resto de la región, pero que ahora vive su momento más delicado, tras la suspensión de Dilma Rousseff.

“Si al final de mi mandato todos los brasileños tuvieran la posibilidad de desayunar, comer y cenar, habré cumplido con la misión de mi vida”, con esa frase se presentó Lula hace más de 13 antes ante el Congreso de Brasil, el mismo que en abril aprobó el impeachment ante Rousseff.

La llegada al poder del PT en 2003 estuvo marcada por una serie de acuerdos que hicieron ante el gran empresariado, que le permitió formar una alianza con el partido de centro PMDB (Partido de Movimiento Democrático Brasileño), liderado en la actualidad por Michel Temer.

Entre 2003 a 2010, periodo que se extendieron los dos gobiernos de Lula, Brasil vivió una llamada “Década de la inclusión”, experimentado un gran crecimiento económica y una reducción de la pobreza. Una situación que se gráfica en que la ONU lo declaró “país sin hambre” en 2014.

Bajo la administración de Lula se llevaron adelante una serie de medidas económicas de corte progresas, pero nunca sin dejar de lado el mercado. Aumentó la población acceso a energía eléctrica, lavadora o televisión a color en su hogar.

En 2010 y bajo una gran popularidad, Lula dejó el poder en manos de quien nombró como su sucesora política, Dilma Rousseff, una exministra de su gobierno y exguerrillera.

Los primeros años de Rousseff mantuvieron los buenos resultados económicos, incluso en 2014 logró el índice más bajo de desempleo de Brasil en un mes, pero luego comenzaron a aparecer los casos de corrupción y la recesión económica.

En 2015 la actividad actividad económica se contrajo en un 3,8%, se desata la crisis y eso impacta en la popularidad de Rousseff, que exhibe altísimos niveles de reprobación y desconfianza. Su apoyo se derrumba. De tener un 77% de aprobación, el índice bajó a un 10%.

Una baja que se explica en parte a que tras la recesión económica perdió el apoyo del mercado y durante años. Además, para ganar apoyo de otros sectores, no impulsó proyectos de un carácter más liberal, como la ampliación del aborto o una reforma agraria en favor de grupos indígenas, lo que aisló al PT de sectores de izquierda.

La explosión del Caso Petrobras inundó a casi todo el Partido de los Trabajados -y casi toda la política brasileña- teniendo su punto más crítico el 4 de marzo de 2016. Ese día, la policía de Sao Paulo llegó hasta el hogar del expresidente Lula da Silva y lo detuvo.

Desde ese instante, el exmandatario comenzó a ser investigado por el denominado casi “Lava Jato” que indaga el lavado de dinero proveniente de sobornos.

A nivel de popularidad, la crisis aumentó cuando Dilma Rousseff buscó nombrar como jefe de gabinete a Lula, un cargo que le da fuero ante la justicia ordinaria, razón por la cual la Corte Suprema tiene paralizado este nombramiento.

El hecho llegó a niveles críticos cuando se publicó un audio entre los involucrados, donde la presidente le decía a su padrino político que aceptara el cargo cuando estimara conveniente.

Si el Senado aprueba el impeachment definitivo en 180 días, dará por terminado 13 años de gobierno del PT, un partido que llegó a ser el más popular de la historia de Brasil.