La visita a Rusia el miércoles y el jueves del primer ministro griego Alexis Tsipras, en plena negociación con sus acreedores internacionales, provoca la suspicacia de sus socios europeos, que temen que Atenas busque nuevos horizontes diplomáticos.

Según el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, las dos cosas no tienen nada que ver. Por un lado está la crisis financiera griega “que debe resolverse en el marco de la familia europea (…) y de la UE”. Y por otro “las relaciones con países exteriores a la UE”, que forman parte de un “terreno completamente distinto”, afirmó en una entrevista el lunes al periódico económico Naftemboriki.

Varoufakis insiste en que Grecia no está buscando apoyo económico en otros países que no sean sus socios europeos pero que eso no le impide tener otras relaciones diplomáticas.

Sin embargo, sobre todo desde que empezó la crisis entre Rusia y Occidente por el conflicto en Ucrania, las visitas de dos días de un dirigente europeo a Moscú son muy poco frecuentes.

Alexis Tsipras se reunirá en la capital rusa con el presidente Vladimir Putin y con el primer ministro Dmitri Medvedev para hablar de la “colaboración económica y comercial en materia de inversiones, de energía, turismo y cultura”, según el gabinete ruso.

El ministro de Relaciones Exteriores, Nikos Kotzias, invitó a Tsipras en enero tras la victoria de su partido de izquierda radical Syriza en las legislativas del 25 de enero. En mayo Tsipras volverá además a Moscú y será uno de los pocos líderes europeos que participarán en la conmemoración de los 70 años de la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Ambigüedad 

Tras conocerse la visita, no faltaron las advertencias de los dirigentes europeos, como la del presidente del parlamento comunitario, Martin Schulz, que este fin de semana pidió a Tsipras que “no disgustar a sus socios europeos”, afirmó este fin de semana en declaraciones al periódico alemán Hannoversche Allgemeine Zeitung.

Grecia está actualmente en plena negociación con sus acreedores, la UE y el Fondo Monetario Internacional, de una nueva ayuda, vital para sus finanzas.

Sin embargo el ministro alemán de Economía, Sigmar Gabriel, quiso minimizar las incógnitas diplomáticas. “No puedo imaginarme que alguien en Atenas esté dispuesto a dar la espalda a Europa para echarse en los brazos de Rusia”, dijo en una entrevista al Rheinische Post.

Una opinión que comparte Constantinos Filis, director de investigación en el Instituto de Relaciones Internacionales en Atenas.

“El gobierno de Tsipras es ambiguo sobre sus intenciones, como si dijera a los europeos ‘nunca hay que dar nada por hecho’”, asegura este experto, pero cree se trata ante todo de una “táctica” y no de un cambio de rumbo diplomático.

Grecia es uno de los países europeos que se oponen a las sanciones contra Rusia por la guerra en Ucrania, que según Tsipras “no llevan a ninguna parte”, según afirmó la semana pasada en una entrevista a la agencia oficial rusa Tass.

Durante la visita a Moscú el primer ministro griego abordará cuestiones muy concretas como el precio del gas, la prolongación del proyecto de gasoducto “Turkish Stream” entre Rusia y Turquía o el embargo sobre los productos agrícolas griegos.

“Tsipras también quiere lanzar un mensaje a sus electores”, según Thanos Veremis, vicepresidente de la fundación griega de investigación internacional Eliamep, “quiere demostrar que su gobierno se mueve, intenta hacer cosas”.