Maria Sharapova, segunda cabeza de serie de la prueba y desde el próximo lunes nuevamente N.1 del ránking de la WTA, es clara favorita para ganar el sábado la final de individuales femeninos del Abierto de tenis de Francia ante la sorprendente italiana Sara Errani (N.21).

Para la anécdota quedará que estas jugadoras, ambas de 25 años de edad (la rusa es apenas 10 días mayor que la italiana), se enfrentarán por primera vez en el circuito nada menos que en el duelo decisivo del torneo del Grand Slam sobre polvo de ladrillo y en el court central Philippe Chatrier de Roland Garros.

Respecto a este encuentro, la blonda rusa, que en 2007 y 2011 llegó a ‘semis’ en París, advirtió: “Será un gran desafío, el sábado ante Sara, pues la vi jugar su partido y lo hizo muy bien, como lo ha hecho durante todo el torneo”.

Por su lado, la boloñesa, formada en Valencia (España), que en el complejo del Bois de Boulogne sólo llegó a segunda ronda en la edición pasada y, en los otros torneos del Grand Slam nunca pasó de la tercera, ha sido junto a la kazaja Yaroslava Shvedova, salida de las ‘cualis’ y cuartofinalista, una de las grandes revelaciones de la prueba.

“Es algo increíble, inesperado, no pensaba llegar a la final”, había dicho tras su partido anterior, cuando aún no sabía quién sería su rival en la final.

Además, este sábado, Errani y su compatriota Roberta Vinci ganaron (4-6, 6-4 y 6-2) la final de dobles femeninos ante las rusas Maria Kirilenko y Nadia Petrova, por lo que la primera, en caso de una hipotética victoria en singles ante la compatriota de sus derrotadas de esta jornada, lograría un gran doblete, que ya han conseguido 21 jugadoras.

En conferencia de prensa dijo este viernes: “Ya veremos mañana. Me estoy preparando, me siento muy bien. Este partido (de hoy) me ha ayudado mucho. Tengo mucha motivación, y me gusta jugar tanto en singles como en dobles. Hoy sólo pensé en el dobles, mañana pensaré en individuales”.

Heredera de su compatriota Francesca Schiavone, ganadora en París en 2010 y finalista en 2011, Errani sentenció: “Ella me inspira, pero lo más importante para mí es hacer mi juego, ubicarme bien en la cancha y pensar sólo en el partido (…) No me siento aún en el grupo de las mejores jugadoras, pero he ganado a tres de ellas sucesivamente, estoy en la final de un Grand Slam, por lo que debería cambiar mi enfoque al respecto”.

Y tiene razón, en la medida que para llegar a una final de un torneo de los grandes es necesario derrotar a las mejores, sobre todo a partir de octavos.

Pero, mientras Sharapova tuvo un recorrido increíble, ganando cinco partidos en dos sets y jugando poco más de una hora y hasta menos en éstos, sólo se vio en dificultades en octavos ante la checa Klara Zakopalova, de 30 años y N.44 de la WTA, con la que estuvo más de tres horas para imponerse en tres sets, Errani sufrió desde el vamos para imponerse a la australiana Casey Dellacqua, y su semifinal ante la australiana Samantha Stosur fue también complicada.

Además, si bien la italiana es una jugadora formada sobre arcilla, la rusa, con el objetivo de ganar el único torneo del Grand Slam que falta en su palmarés, ha evolucionado mucho sobre esta superficie, como lo ha demostrado en la quincena y antes ganando en Stuttgart (Alemania) y Roma.

De esta manera, no es exagerado afirmar que Sharapova es la clara favorita para obtener el título, aunque su rival seguramente no se lo va a poner fácil, salvo que se vea superada no sólo por la potencia de la primera o el peso de la responsabilidad, aunque es la que menos tiene que perder.