Tenía 7 años recién cumplidos cuando, a pocas noches de llegar a vivir a Santiago desde Concepción, me tocó vivir una fuerte réplica del terremoto de 1985 en Santiago. Recuerdo que mientras despertaba con el remezón de toda la casa, mi padre corrió hasta la habitación que compartía con mi hermano menor y nos tomó a ambos para luego refugiarnos bajo el arco de la puerta, en aquella casa pequeña de Providencia que sólidamente construida en ladrillo.

De alguna forma, el evento me marcó tanto que desde entonces cada vez que un temblor supera un cierto límite de violencia, instintivamente busco el dintel de una puerta donde refugiarme.

Pero, ¿realmente estoy haciendo lo correcto? La respuesta es sí y no al mismo tiempo.

Comencemos con algo básico: los terremotos no matan a la gente. A lo sumo te zarandean un poco o te pueden provocar un susto de infarto, pero no, no tienen como cobrar tu vida por sí solos. Lo que es realmente peligroso son las construcciones y el material que nos rodea, que al desprenderse con un movimiento telúrico, puede desde caernos encima y aplastarnos, hasta provocar explosiones, incendios y todo tipo de catástrofes.

De ahí que durante un sismo importante sea crucial encontrar el mejor refugio posible. Uno donde no nos caigan elementos pesados, cortantes o techumbres.

La relativa seguridad de los dinteles o arcos de las puertas

www.movingmountainschoolbag.org

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Desde el tiempo de los romanos se sabe que los arcos son una de las formas más resistentes en la arquitectura. De allí que sean extensamente usadas en grandes construcciones que, sin ellos, habría sido imposible realizar.

Parece natural entonces que frente a un terremoto, busquemos la seguridad de un arco o dintel de una puerta, considerando que su forma debería protegernos ante un eventual colapso de la estructura sobre nosotros.

Pero tal como indica el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), este concepto ha ido quedando en el pasado. Esto porque antiguamente, las viviendas eran fabricadas con materiales mucho más resistentes y reforzadas en los arcos de las puertas. De ahí que no fuera extraño que tras un terremoto, fueran precisamente estas secciones una de las pocas que quedaran en pie.

Sin embargo, en la actualidad muchos de los dinteles se construyen con materiales blandos como tabiques de madera, aluminio y otros incapaces de ofrecer soporte ante un colapso de la techumbre o muros aledaños. Peor aún, las propias puertas enganchadas con bisagras se convierten en proyectiles al balancearse contra nosotros durante un sismo.

La moraleja entonces es: salvo que vivas en una construcción antigua, con un arco reforzado y sin puertas que se bamboleen, no te sientas seguro bajo un dintel.

La mejor fuente de seguridad en una casa: las mesas

earthquakecountry.info

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Y entonces, ¿dónde nos guarecemos? Los expertos sugieren que la mejor forma de protegerse es practicar una maniobra conocida como “caer, cubrirse y aguantar” (drop, cover, hold on), bajo una mesa o escritorio lo más firme posible.

“Si estás en el interior de una vivienda, quédate allí. Lánzate al piso, ovíllate y métete bajo una mesa, escritorio o arrimo en una esquina. Si estás en exteriores, ve a un área abierta lejos de árboles, construcciones, muros o cables eléctricos. Si estás en un edificio alto, aléjate de las ventanas y de las murallas externas. No uses los ascensores y trata de encontrar una mesa bajo la cual guarecerte”, explica el USGS.

“Si vas conduciendo, oríllate y detén el vehículo. Evita pasar por puentes o sobre cables de alta tensión. Quédate al interior de tu auto hasta que el movimiento se haya detenido. Si estás en un lugar concurrido, no te abalances hacia las puertas. Agáchate y cubre tu cabeza y cuello con tus manos y brazos. Si vives en una zona sísmica, deberías practicar la técnica de “caer, cubrirse y aguantar” al menos dos veces al año junto a tu familia”, sentencia el organismo estadounidense.

También es importante cortar las llaves de paso del gas apenas sea posible, a fin de evitar que un escape provoque un incendio o explosión.