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Hace más de 14 años, en medio de uno de los momentos más críticos de Chile, se llevó a cabo una operación ultrasecreta entre Estados Unidos y Chile para proteger la seguridad a nivel mundial. La misión consistió en rescatar 18 kilos de uranio altamente enriquecido, mientras el país estaba sumido en el caos que dejó el terremoto del 27 de febrero de 2010. Funcionarios estadounidenses se enfrentaron a desafíos y peligros, logrando finalmente trasladar el material a salvo hacia Estados Unidos. La operación tenía como objetivo evitar que terroristas obtuvieran material nuclear para fabricar armas, asegurando así la protección tanto de Chile como a nivel internacional.
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Mientras Chile vivía el caos en medio del terremoto del 27 de febrero de 2010, una comitiva estadounidense intentaba llevar a cabo una misión secreta para evitar poner en peligro al mundo, justo cuando no había comunicación y la situación no podría estar peor.
Hace poco más de 14 años, mientras Chile vivía uno de los momentos más duros de las últimas décadas, una operación ultra secreta se desarrollaba entre los gobiernos de Estados Unidos y nuestro país con el objetivo de proteger la seguridad a nivel mundial.
El transporte de 18 kilos de uranio estaba en juego, justo cuando la tierra tembló como no lo hacía hace 50 años, en el terremoto del 27 de febrero de 2010.
A días de la trágica noche del 27 de febrero, una comisión de funcionarios de Estados Unidos llevaron a cabo la misión que no estuvo exenta de peligros.
Se trató de una operación de la que se tuvo conocimiento semanas después de que se llevó a cabo, pero que se vivió con adrenalina en los días en que Chile no paraba de temblar mientras que un grupo de norteamericanos intentaban sacar de Chile un peligro más.
El inicio de la operación secreta de Estados Unidos en Chile
La noche del 26 de febrero de 2010, el subadministrador adjunto de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear de Estados Unidos (NNSA), Andrew Bieniawski, cenaba en un hotel de Santiago junto a su equipo y el entonces embajador de Estados Unidos.
El funcionario del gobierno de Barack Obama, en ese entonces, estaba encargado de recorrer los países que poseían reservas de Uranio Enriquecido. Su misión, convencerlos de enviarlo a Estados Unidos o Rusia, cumpliendo la principal preocupación de la seguridad nacional de su gobierno, impedir que terroristas obtengan un arma atómica, señaló Time.
En ese contexto, Bieniawski mantuvo conversaciones con nuestro país para sacar uranio altamente enriquecido desde nuestro territorio, lo que se llevaría a cabo precisamente los últimos días de febrero de 2010.
Sin embargo, cuando se fue a la cama tras la cena, todo cambió para la operación secreta que estaban llevando a cabo. Un terremoto 8.8 lo despertó y mientras todo Chile estaba incomunicado, Bieniawski vivía en carne propia la desesperación de no tener comunicación para saber qué ocurrió con la carga nuclear que venían a rescatar.
Aunque logró reunirse con otros miembros de su comitiva en el lobby del hotel, estuvieron por 4 horas tratando de comunicarse con los dos lugares donde estaba almacenado el uranio, La Reina y la base militar Lo Aguirre.
Al igual que millones de chilenos, no lograron comunicación, por lo que Fernando López-Lizana, jefe de la agencia nuclear chilena tuvo que conducir hasta donde estaba el material.
El peligro latente con el uranio en movimiento
Doce horas antes del terremoto, ingenieros de la NNSA supervisaron la instalación de 680 kilos de limitadores de impacto sobre el uranio que se trasladaría para protegerlo de la fuerza de una explosión, dejándolo en un barril hermético.
Seguramente nunca imaginaron que esa acción terminaría protegiendo el material del terremoto más grande que se había vivido en los últimos 50 años en ese momento.
Lo que vino después solo se podría catalogar como caos. La idea original era trasladar el cargamento al puerto de San Antonio para sacarlo del país, sin embargo, este estaba destruido por el tsunami.
Eso llevó a que Bieniawski, su equipo, un contratista marítimo estadounidense y funcionarios chilenos planificaran una ruta de escape para el uranio. Todo en medio de las réplicas que mantenían a todos intranquilos.
Las conversaciones llevaron a idear un plan que comenzaría el 2 de marzo, cuando las comunicaciones estaban, en parte, restablecidas, pero Chile seguía en el caos post terremoto.
Los funcionarios de la NNSA salieron a la Base Militar de Lo Aguirre y cuando se disponían a salir, se cortó la luz y una réplica hizo que todo se moviera.
El peligro era latente, por lo que Bieniawski le puso un poco más de dramatismo. En el convoy sonó la banda sonora de la película Piratas del Caribe, mientras decía “Es hora de mejorar nuestro juego, muchachos”.
El objetivo era llevar el convoy hasta el puerto de Valparaíso. Desde ahí zarparían dos barcos estadounidenses llevarían el cargamento de uranio por separado, para que ninguno transportara lo suficiente para fabricar una bomba.
El grupo de Bieniawski llegó hasta el lugar para precisamente repartir el cargamento, mientras el peligro para ellos seguía latente y no estarían tranquilos hasta que el cargamento estuviera en el mar.
Razón tenían, puesto que minutos después, cuando una de las grúas que llevaba el cargamento hacia el barco falló y provocó que ocho contenedores oscilaran en el aire. Esto ante el pánico de los funcionarios en el lugar.
Momentos después, la grúa logró el control y se cargaron los dos barcos. La mañana del 2 de marzo de 2010 zarparon con rumbo a Estados Unidos para que el uranio se reconvierta en combustible seguro.
Tras la exitosa operación secreta, pese a todos los contratiempos, Andrew Bieniawski logró celebrar con su equipo la hazaña. Claro que logró descorchar sólo con una de las tres botellas de champaña que llevó para el momento, las otras dos se las robaron mientras se realizaba la operación que salvó al mundo de un desastre nuclear.
Por qué Chile tenía uranio y era un peligro en ese momento
El uranio que estaba en Chile se encontraba en dos reactores de investigación que ya no lo necesitaban, consignó ABC.
Pero, ¿cómo llegó el uranio a Chile? La respuesta está en un programa internacional de mediados de los años 50, denominado Atomos en Estados Unidos, cuando las potencias que tenían armas nucleares dieron a los países el material a cambio de que investigaran su uso pacífico.
Luego, por el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968. Chile recibió UME de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña en los años 70 y 80, consignó Time.
¿Por qué era tan peligroso mantener esa cantidad en el país? Andrew Bieniawski lo responde al aclarar el objetivo de la operación secreta.
“Esta operación es un esfuerzo para asegurar el material nuclear que los terroristas podrían adquirir para fabricar un dispositivo nuclear, así como el material radiológico que podrían adquirir para fabricar algún tipo de bomba sucia”, aseguró ABC.
Añadiendo, “Cuando el material ya no está aquí, los terroristas no pueden adquirirlo [y] el país es más seguro. Esa es la conclusión”.
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