La psicoterapeuta y autora del libro Couch Fiction, Philippa Perry, publicó un artículo en el diario británico The Guardian en el cuál explica por qué algunos niños y adolescentes han llegado a matar a sus padres.

Esto, a raíz del caso de Daniel Bartlam, menor de 14 años asesinó a su madre a martillazos en Nottinghamshire (Reino Unido).

De acuerdo a la especialista existen 3 tipos de niños capaces de cometer parricidio: los que padecen una enfermedad mental grave, los peligrosamente antisociales, y los maltratados. Éstos últimos corresponderían al 90% de los casos, según Perry.

“En mi experiencia los niños maltratados se sienten más seguros si creen que los padres no se comportan así por ser malos, sino que son ellos los que tienen la culpa y las cosas malas no seguirían pasando si ellos aprendieran a enderezar su conducta”, indica la experta y asegura que la mayoría de los padres que maltratan a sus hijos, también fueron tratados así cuando pequeños.

Lo que llama la atención, dice la experta, es que si bien muchos niños son víctimas de abusos y maltratos, sólo unos pocos son capaces de matar a sus progenitores. Entonces, se pregunta ¿qué es lo que hace que un menor llegue a ese extremo? Explica que por lo general, se trata de chicos aislados, que sienten que no tienen a nadie que los escuche y tome en serio, por lo tanto, caen en una especie de túnel sin salida, creyendo que no tienen otra opción para terminar con el calvario.

Por otro lado, señala la terapeuta, tratar a un niño que ha cometido parricidio no es fácil, pues probablemente ese paciente necesitaría apoyo de tiempo completo por parte de un equipo de profesionales de la salud mental, y aún así el éxito no está garantizado, pues el tratamiento siempre depende de la persona.

Para evitar que un niño se convierta en un potencial homicida, la experta recomienda a los padres adquirir habilidades de crianza, crear vínculos con los pequeños, darles apoyo (para que nunca se sienta aislados) e indagar más acerca de cómo los niños establecen relaciones con su entorno. Este conjunto de prácticas colaboran para una interacción familiar gratificante.

Perry cree que los países deberían tener programas de apoyo para padres e hijos con el fin de guiarlos en la convivencia, aprendizaje y crianza, con el fin de que los menores se crien en ambientes seguros y se eviten tragedias como la de Daniel Bartlam.