Las inundaciones, sequías y fuertes tormentas provocadas por el cambio climático amenazan con devastar no sólo los hábitats humanos, sino también su salud mental, indicaron investigadores australianos.

“El daño causado por el cambio climático no es sólo físico”, dijeron estos expertos en un informe publicado esta semana por el Instituto de Investigación del Cerebro y la Mente de la Universidad de Sídney.

“La experiencia reciente muestra que los eventos climáticos extremos también representan un riesgo grave para la salud pública, incluida la salud mental y el bienestar de la población, con graves consecuencias para la economía y la sociedad en general”, señala el reporte.

Los científicos no tienen aún las herramientas para vincular directamente un episodio relacionado con el clima con modelos climáticos a largo plazo, pero el aumento de la temperatura y los desastres cada vez más frecuentes en todo el mundo sugieren que el calentamiento global ya ha comenzado a ejercer un impacto problemático.

El ritmo de los cambios ha superado en muchos casos los peores escenarios previstos en 2007 por los expertos del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

El nuevo estudio de 30 páginas se centra en Australia, un país muy golpeado en los últimos años por una terrible sequía, -conocida como “La Gran Seca”- además de incendios e inundaciones.

En total, estos desastres naturales se cobraron muchas vidas y causaron daños por miles de millones de dólares.

Hasta ahora, sin embargo, no se han hecho muchas investigaciones sobre el impacto psicológico de los fenómenos meteorológicos asociados al cambio climático, que en Australia han destruido comunidades, granjas y negocios.

En países más pobres con menor capacidad para absorber los efectos negativos de estos eventos, las consecuencias sobre la salud mental de las personas probablemente sean aún mayores, advierte el informe.

“El peso emergente del impacto de los eventos relacionados con el clima en el ánimo y la salud mental de una comunidad -el duelo, la depresión, los trastornos de estrés postraumático y la tragedia de las autolesiones- es grande”, señaló Tony McMichael, profesor de la Universidad Nacional de Australia, al presentar el estudio.

Las estadísticas de Australia muestran tasas más altas de abuso de drogas y alcohol, violencia, desintegración familiar y suicidio después de fenómenos climáticos extremos, con un impacto más pronunciado en las zonas rurales y semirrurales, según el informe.

“Está apareciendo evidencia de que la sequía y las olas de calor conducen a tasas hasta 8% más altas de autolesiones y suicidio” cuando la precipitación anual es de al menos 300 milímetros por debajo del promedio, dijo.

Los niños son especialmente vulnerables a la ansiedad previa al desastre y las enfermedades provocadas por el evento traumático, señalaron los investigadores.

Esto se debe no sólo a la exposición directa a situaciones que amenazan la vida y alteran el apoyo de la familia y la comunidad, sino también a “la realidad de vivir con una amenaza a largo plazo”, señaló Ian Hickie, director del Instituto de Investigación del Cerebro y la Mente.

El cambio climático también hará que los ya preocupantes conflictos sobre el uso de los recursos, especialmente del agua, sean aún más imprevisibles, agregó.