Parte de la historia de La Vida es Bella, quizás el mejor padre en la historia del cine, estpa inspirada en los relatos de un sobreviviente italiano llamado Rubino Romeo Salmoni.

Una de las mejores formas de celebrar el Día del Padre es conociendo, o reviviendo historias, de progenitores que han quedado para la posteridad. Si bien es un relato ficticio, lo vivido por Guido Orefice (Roberto Benigni) en La Vida es Bella es un claro ejemplo.

La cinta narra la historia de un padre (Guido) que protege a su hijo de los horrores de un campo de concentración, haciéndole creer que todo se trata de un juego, y se llevó tres premios Óscar.

No obstante, pocos saben que parte de esta historia está basada en un relato real, el cual tiene relación con un italiano judío que convivió con el sufrimiento de la Segunda Guerra Mundial.

Su nombre es Rubino Romeo Salmoni, quien entre los 20 y 24 años sobrevivió a tres campos de concentración, dos en Italia y una tercera prisión en Auschwitz.

De acuerdo al diario El País, fue en la década de los 50 cuando él escribió, y publicó el libro llamado Al final derroté a Hitler, relato que inspiró a Benigni a producir la película antes mencionada.

Rubino Romeo Salmoni

Si bien Salmoni no protegió a ningún hijo cuando estuvo en los campos de concentración, su coraje hizo que el célebre actor se enamorara de la historia, a tal punto de construir parte de un guión basado en esta.

Sin ir más lejos, en 2011 indicó en una entrevista con el medio ABC que el carácter de Guido está inspirado en la forma de ser de Rubino.

La Vida es Bella
Captura

“Tenía un aspecto feliz. En su modo de ser, de presentarse, había un lado cómico especial”, indicó en la oportunidad.

Como aliada de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, Italia también había impuesto la implementación de guetos para los judíos en sus principales ciudades. De esta forma Salomi quedó recluido en el gueto de Roma, donde convivió con el hambre, frío y varias enfermedades.

Los aliados (EEUU e Inglaterra, principalmente), desembarcaron en ese país hacia mediados de 1943, desestabilizando el régimen que la Alemania Nazi había construido tras haber invadido a su país ‘asociado’.

Los judíos eran los principales perjudicados para vez que el país germano perdía una batalla, por los que los barrios de Roma, Turín, Milán, Trieste, Génova fueron desalejados. Todos sus habitantes habían sido enviados hacia Auschwitz.

No obstante, un pequeño logro escapar de aquel tren de la muerte, entre ellos estaba Rubino Romeo, quien pasó meses escondiéndose en lugares deshabitados de la capital italiana.

Pero aquello terminó una tarde de octubre, cuando la Gestapo lo apresó y envió a una de las peores cárceles de su país. Se llamada Via Tasso.

“Soportó hambre, de la que hacía chirriar los dientes durante el sueño. Frío, del que apolillaba los huesos. Cansancio. Miedo. Barbarie. Brutalidad”, indicó la autora Isabella Portilla en su crónica tras el deceso del hombre.

Rubino Romeo Salmoni
Wikimedia Commons

Fue deportado a inhumano campo de concentración de Polonia a fines de 1944, con sólo 24 años. Allí fue marcado con el número A15810.

En su libro relata que en aquel lugar también estuvieron sus dos hermanos, aunque nunca pudieron tener contacto. Sus días se iban entre escribir, recordar días mejores y relatar anécdotas a prisioneros que lucían aún peor.

El propio Rubino Romeo Salmoni reconoce en su relato que no sabría reconocer la manera cómo logró sobrevivir a aquel lugar. “Asumo que valentía, instinto, algo de bravura. Pero siempre tuve miedo”, acotó.

Auschwitz fue liberado por el Ejército Rojo hacia 1945, Rubino no había estado entre los últimos grupos que los alemanes habían matado en el lugar. Se había salvado.

En agosto de aquel año volvió a su hogar en Roma, logrando reencontrarse con su familia. Su alegría fue efímera, ya que en ese instante supo que sus hermanos habían muerto en aquel lugar.

El mismo explica que, haber sabido aquello, lo inspiró a escribir sus memorias en un libro, en el cual se declara un vencedor, al igual que el pequeño Giosuè Orefice en el final de La Vida es Bella, cuando logra reencontrarse con su madre.