Las dietas libres de gluten se han vuelto muy populares en los últimos años. Incluso, en supermercados se puede encontrar gran variedad de productos ‘gluten free’, como pan, fideos, galletas, etc.
Sin embargo, esta dieta que fue pensada originalmente para todas aquellas personas celíacas, intolerantes o alérgicas al gluten, podría no funcionar de la misma manera en organismos que no sufren esta afección.
El gluten es una porción proteica de algunos cereales como trigo, cebada, centeno, avena, espelta, triticale, kamut, y si bien aún no se conoce en totalidad sus propiedades, se encuentra en muchos alimentos de consumo habitual.
“En el caso de quienes son celíacos, es la enfermedad de base autonimune más frecuente entre la población, la padece un 1 % de cualquier etnia y edad. Además, es multisistémica y no sólo digestiva, como se creía hasta hace poco, y tiene predisposición genética”, explica María Teresa Nestares, médico, a The Conversation.
Para esta enfermedad no hay vacunas, cura ni fármacos, por lo que evitar y no consumir productos con gluten es la mejor forma de evitar los síntomas que este puede ocasionar en el organismo, que por lo general afectan al sistema digestivo y puede presentarse en algunas ocasiones como reacciones cutáneas.
¿Estrategia de ventas o alimentación saludable?
La profesional sostiene que gran cantidad de personas a nivel global han decidido optar por una dieta libre de gluten sin tener ninguna afección relacionada a él. Sin embargo, esto no sería tan saludable como promueven algunos personajes famosos, debido a la falta de evidencia científica.
“Esto ha llevado a la industria alimentaria a etiquetar los alimentos como “sin gluten”, aunque nunca lo haya tenido ni pueda incorporarse en su procesado, como es el caso de la leche o los huevos. Se etiqueta como un extra que puede llegar a encarecerlo. No queda claro si es para facilitar la vida al colectivo con alergias, intolerancias o enfermedad celiaca o es una estrategia de marketing”, explica Nestares a BBC Mundo.
De acuerdo a información recogida por el medio antes citado, actualmente, el 29% de los estadounidenses evitan comer gluten, sin tener alguna enfermedad celíaca, además de considerar que estos alimentos tienen un precio mucho más elevado.
“Según los estudios clínicos realizados por nuestro grupo de investigación y otros investigadores, la dieta sin gluten que sigue la mayoría de la población celíaca y sana estudiada es poco variada y desequilibrada”, dice la profesional.
“Esto sucede porque implica la eliminación de productos básicos (como pan, harina y pasta) que son fuente importante de energía, proteína, carbohidratos y algunas vitaminas y minerales. Además, se ha comprobado que es deficitaria en fibra, vitamina D, calcio y magnesio”, agrega Nestares.
Asimismo, la especialista sostiene que los alimentos con gluten son habitualmente sustituidos por sus equivalentes sin gluten, “alimentos procesados a los que, para conseguir la textura y palatabilidad, se les añaden grasas hidrogenadas, trans y azúcares simples de alto índice glucémico que promueven obesidad, resistencia a la insulina y enfermedades cardiovasculares, entre otras”.
Además, la exclusión injustificada del gluten de la alimentación habitual aumenta el riesgo de desequilibrio y deficiencias nutricionales, especialmente en niños, grupo de población más susceptible. El gluten no es un tóxico y se puede seguir una dieta sana consumiéndolo, cierra la profesional.