La Encuesta CEP mostró que la salud sigue siendo un problema clave para los chilenos, al aparecer como la segunda prioridad a la que estiman que el gobierno debe dedicar más esfuerzo para encontrar soluciones. Al mismo tiempo en dicho estudio una mayoría se manifestó partidaria de la libertad para elegir dónde cotizar y dónde atenderse. Así, hay un consenso en la necesidad de preservar un sistema dual en salud.

Sin embargo, y distante de esta opinión de los ciudadanos, se mantienen en la discusión legislativa y constitucional posiciones a favor de crear un fondo único de salud, administrado por alguna organización estatal, y la idea de que Fonasa -a través de ampliación de la modalidad de libre elección- pueda ofrecer planes con la red prestadora privada.

Se asume entonces que el fondo será solidario y social; que Fonasa -más un seguro complementario- reemplazará la cobertura sanitaria en las clínicas privadas; que los seguros complementarios seguirán funcionando como hasta ahora y aceptarán las nuevas reglas ahora exigidas por el Estado y que los prestadores privados asumirán sin discusión el poder monopsónico de ajustar precios, tarifas y protocolos de Fonasa. Todas estas suposiciones teóricas distan muchísimo del pensamiento y deseos expresados por la ciudadanía.

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La preservación de la libertad de elegir dónde poner la cotización de salud es llamado por algunos como “constitucionalizar el modelo Isapre” y se usan reiteradamente ejemplos de sistemas de salud de países europeos, asiáticos, incluso latinoamericanos, sin mencionar la fuerte impronta ideológica que dichos conceptos tienen y los graves problemas que los aquejan.

La salud necesita una profunda reforma, no una refundación. Es deseable que los cambios involucren a la red pública, Fonasa y las instituciones aseguradoras privadas; que contemplen mecanismos de complementariedad en la prestación, pero que esta se haga en línea con lo que los pacientes requieren en forma urgente.

Los esfuerzos del país deben apuntar a una reforma sectorial que dé accesibilidad con tiempos de esperas racionales y calidad, además de un gasto de bolsillo acotado y panificable. Y lo más relevante, su base estratégica se debe fundar en la atención primaria; la formación del recurso humano en salud, la modernización del estatuto administrativo y de Fonasa, la separación de la red pública del órgano rector, la mejoría de gestión y productividad, entre otros múltiples aspectos, preservando siempre la libertad de elección de las personas en los distintos niveles.

Todos estos temas deben ser abordados responsablemente y con sabiduría antes de pensar en hacer cambios radicales al modelo. Hay que tener presente siempre que cualquier proceso de actualización debe considerar la opinión y el bienestar de los usuarios.

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