Las listas de espera en salud son un drama para millones de personas. La excesiva espera es un reflejo de la inequidad en salud, entendiendo la inequidad como la existencia de diferencias evitables, por lo tanto injustas, y se transforma en un calvario con serias consecuencias para la calidad de vida de la persona y su núcleo familiar.

En Chile, la expectativa de vida y las tasas de mortalidad por distintos padecimientos están fuertemente determinados por la condición socioeconómica, por la etnia, el género y el lugar de residencia. Por ello surgió el GES, conocido como Plan Auge, que garantiza por ley, oportunidad, accesibilidad, protección financiera y calidad, ante un grupo de problemas que explican cerca del 70% de la carga de enfermedad.

En ese momento, surgió la legítima preocupación sobre que estaría sucediendo con las patologías no GES. Por ello, se comenzó a contabilizar la lista de espera. Los primeros reportes señalaban una lista de espera para consulta de especialidad de cerca un millón y medio, y para cirugía de más de 300 mil personas, con un tiempo promedio en torno a un año. Iniciada la pandemia, se postergaron miles de cirugías y consultas. Como es evidente, las listas de espera aumentaron.

Actualmente, han comenzado a disminuir los tiempos aproximándonos a la situación prepandemia gracias a las medidas impulsadas. Es evidente que los éxitos recientes no bastan, se necesitan más recursos, cierto, pero ello no es suficiente. Prueba de lo anterior, es que en las últimas décadas se ha triplicado el financiamiento a los hospitales, ha habido incremento de personal, pero las consultas y las cirugías no han aumentado de igual modo..

Junto a los mayores recursos deben persistir políticas de Estado en medidas que generen condiciones sociales para una vida saludable; para contar con una atención primaria con capacidades humanas y tecnológicas que prevengan el daño; cambios en la gestión hospitalaria, modificaciones legales en los arcaicos estatutos que la rigen, en el sistema de selección de directivos a fin de evitar la mediación político partidista que aún subsiste; y en el fortalecimiento de las redes asistenciales y de la complementariedad público privada; y un proceso de reforma, que permita implementar un plan universal de salud, financiado solidariamente, donde todos los problemas que afectan a la calidad de vida tengan garantías de oportunidad según su gravedad e impacto.

Apuntando a las múltiples causas de las indignantes listas de espera, espero que pronto podamos decir a las personas que esperar no está condicionado al tamaño de su billetera.

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