"Se trata de una transición energética que implica un cambio estructural y drástico, pues elimina el carbono de la producción de todo tipo de energías. Es lo que se conoce como la ´electrificación de la economía´, emitiendo únicamente lo que el planeta puede absorber".

Chile ha asumido un compromiso ambicioso y vanguardista para lograr un proceso de descarbonización al año 2050, un tema que ha trascendido a los distintos gobiernos, transformándose en una política pública a mediano y largo plazo. De hecho, nos hemos transformado en un referente mundial en la producción de energías limpias. Y digámoslo, lo hemos hecho muy bien, atrayendo inversiones de grandes compañías comprometidas con la sostenibilidad, que han puesto sus ojos en nuestro país como un territorio con ventajas competitivas, un sistema regulatorio estricto y una industria en crecimiento exponencial.

Cuando escuchamos hablar de descarbonización, pensamos que es algo inalcanzable o que es un término aplicable exclusivamente de las grandes empresas. Pero nuestro país tiene territorios fértiles y experiencias exitosas de grandes y pequeñas empresas que se esfuerzan por establecer estrategias nobles con el medioambiente. Para Corfo y Sercotec, esto se ha transformado en un emblema.

En palabras simples, se trata de una transición energética que implica un cambio estructural y drástico, pues elimina el carbono de la producción de todo tipo de energías. Es lo que se conoce como la “electrificación de la economía”, emitiendo únicamente lo que el planeta puede absorber.

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En Chile se ha ejecutado un sinnúmero de proyectos que van en esa línea, con proveedores que aportan en la cadena de valor de grandes compañías. Tal es el caso en la región de Antofagasta, con la empresa Cerro Dominador, el cual por tercer año consecutivo trabaja en el área de sostenibilidad, convirtiéndose así en uno de los proyectos más emblemáticos del país. Otro ejemplo es la región de Arica y Parinacota, donde un comerciante local abastece el mercado regional de comida congelada y se proyecta prontamente a importar desde Perú frutas y pulpas congeladas IQF, y donde el 50% de su proceso de electrificación es a través de energía solar, lo que no sólo genera una disminución de sus costos, sino que también impacta en la disminución de la huella de carbono.

De igual modo, los productores de piscos de Atacama y Coquimbo han introducido procesos donde han cambiado la leña por el gas o por la energía solar. Ahora, el pisco chileno es más sostenible, ya que cambió la matriz energética. En tanto, en el caso de la minería, con orgullo podemos ver cómo la manufactura de equipos solares de una empresa de la región de Atacama está exportando a diferentes latitudes del mundo, para ser incorporadas a la cadena de producción minera, aportando a la minería verde.

En Valparaíso, un grupo de empresarias turísticas cambiaron su sistema de calefacción, pasando de la leña a la energía solar, lo que permite capturar un turista de intereses especiales. Por otro lado, productores agrícolas de Tarapacá impulsan el agua con equipos solares de alto rendimiento en altura para la producción de las primeras hortalizas producidas en Chile.

Finalmente, en la región de O’Higgins, donde su industria agrícola es más tradicional, se requiere un salto en la formación de capital humano especializado para enfrentar los desafíos de sostenibilidad en este rubro, y para que estén en sintonía con las tendencias mundiales, más aún cuando Chile se ha declarado potencia agroalimentaria.

Estos proyectos sostenibles se desarrollan al alero de un consumidor que hoy es más consciente, informado y que está dispuesto a pagar por ese valor. Y si bien a veces pareciera que estas acciones son lejanas, debemos simplificar el concepto y perder el miedo a lo desconocido. Solo así, cada vez más emprendedores y empresarios se atreverán a instalar procesos innovadores de descarbonización.

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