¿Cuánto te demoraste la última vez que hiciste un trámite bancario?, ¿cuántos documentos tuviste que enviar para gestionar un crédito hipotecario o de consumo?

A través de mi empresa soy cliente desde hace 15 años del mismo banco. Hace dos semanas me llegó un mail donde me presentaban a un nuevo ejecutivo de cuentas, que por cambios en la organización, hoy estaría “a cargo mío”. En los días que siguieron recibí cinco correos de él, donde me pedía 30 documentos que la institución ya tenía disponible sobre la situación financiera de mi empresa. Como por falta de tiempo no los envié, me amenazaron con cerrar la cuenta corriente. Entonces fui yo el que quiso terminar mi Banco, con el cual he tenido la relación más larga de mi vida.

Más allá de la anécdota, las experiencias que las personas y las pymes tenemos con los bancos, muchas veces nos quitan tiempo y sobre todo paciencia. Nadie hace feliz dos horas una fila para entregar datos a servicio al cliente que ya habías entregado digitalmente, o hace un peregrinaje por documentos para la aprobación de un crédito y firma 6 páginas, que muchas veces debe repetir porque no es igual a la del carnet de identidad.

En Chile el 51,6% de los adultos que vivimos acá somos parte de la inclusión financiera, según el estudio realizado por Ipsos para Credicorp en 2021. Poco. Si bien muchas personas tienen la llamada cuenta rut, es una forma moderna de guardar la plata bajo el colchón, ya que no permite por si sola acceder a productos bancarios como créditos, inversión, ahorro, entre otros.

Este 4 de febrero comenzó a operar en Chile la “Ley Fintech”, una normativa que promueve la inclusión utilizando como motor las finanzas abiertas. Esto aumenta la oferta en materia de productos financieros, lo que facilita especialmente a las microempresas que sólo reciben portazos. El segundo tema que deja claro es que nosotros y solamente nosotros somos dueños de nuestros datos para lo que busca establecer un mecanismo seguro para compartir dicha información y aumentar nuestras ofertas disponibles.

Esto último que parece obvio, fue el gran punto de tope para la aprobación de esta normativa, porque cuando eres un buen cliente- ese ordenado que paga a tiempo y mejora su ingreso con el pasar de los años- pasas a ser un sujeto atractivo para otras entidades, con esto aumenta la competencia y dejas de ser un cliente cautivo y/o cansado de hacer un peregrinaje por la burocracia bancaria para cotizar mejores ofertas. Es decir, revelar tus datos en momentos determinados, facilita que otras organizaciones te entreguen lo que tú necesitas. Algo tan simple como si fuéramos a la zapatería y nos pasen un par de zapatos de nuestra talla.

A la vez, también es una oportunidad para el propio banco, que teniendo información adicional, puede hacer un producto a medida y consagrarse como el que seguiremos eligiendo.

El miedo a la filtración de datos que siempre existe , en este caso cuenta con ciertas ventajas que lo resguardan: cumplimiento de normativa internacional, fiscalización de la CMF y las nuevas normativas que obligan a las Fintech para hacer la inclusión financiera posible, además del trabajo titánico que realizan actualmente las empresas críticas para evitar los ataques informáticos. El

verdadero peligro a la filtración de nuestra información lo corremos en serio cuando bajamos esa aplicación que nos da siete días de prueba gratuita para ver nuestra versión de rostro según el metaverso y damos aceptar en “términos y condiciones”.

Las finanzas abiertas operan actualmente en Estados Unidos, Reino Unido, Australia, España, Canadá y está entrando en América Latina, especialmente Chile, Colombia, Brasil, Uruguay y Argentina.

En España por ejemplo, la aplicación del banco BBVA permite hacer acciones desde todos los bancos donde seas cliente, ver en un solo sitio el saldo de todas tus cuentas y tarjetas para decidir desde cuál operar. En Brasil, existe el caso de Nubank, un banco digital que tiene 70 millones de clientes sin contar con ninguna sucursal física.

En Chile, el 55% de las nuevas cuentas corrientes que se abrieron el año pasado fueron en el banco Falabella. Esto lo transformó en el banco con mayor crecimiento en ese producto durante el 2022, lo que fue posible en gran medida por la estrategia de digitalización de sus productos.

Como país estamos frente a un nuevo paradigma que puede poner fin a la burocracia bancaria. Pero hasta ahora sigue siendo un desafío. Por ejemplo, cuando se hizo la portabilidad numérica de teléfonos celulares se estableció que nosotros éramos dueños de nuestro número y la Subtel facilitó el proceso de cambiarse de una compañía a otra. Sin embargo, no pasó lo mismo con la portabilidad financiera, donde supuestamente podríamos traspasar un préstamo de un banco a otro fácilmente, pero en la práctica se volvió más difícil que contratar uno nuevo.

No apuntemos a un nuevo sistema que implique hacer nuevos trámites que nos cansan al punto de dejar de intentarlo. Como país necesitamos contar e invertir en la tecnología para hacer la inclusión financiera posible, sino será letra muerta.

Por Manuel Suárez, CEO de Boufin

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