No recuerdo tanta imaginación, desesperación y creatividad para evitar que un acuerdo de integración multilateral sea votado (y no botado) en su último trámite legislativo. Esta situación está lejos de ser una “anécdota”, sino que, por el contrario, es muy preocupante por diversas y distintas razones.

El mundo entero enfrenta un alarmante escenario de incertidumbre. La resistida pandemia del COVID-19, la guerra en Ucrania, las tensiones y amenazas de potencias y la escalada inflacionaria (que afecta brutalmente a los más pobres e influye en los distintos procesos políticos locales), están teniendo efectos graves. Chile (ya) no es la excepción. Enfrentamos nuestros propios desafíos sociales, políticos y económicos que aumentan y multiplican esta falta de claridad. Pareciera que nuestras autoridades no son conscientes de este problema, ya que sus dichos, anuncios y acciones (contradictorias) han ayudado, justamente, a este grado de incerteza.

Mientras el Ministro de Hacienda, Mario Marcel, buscó dar señales internacionales para promover a nuestro país como lugar de destino “seguro y atractivo” de inversiones, los dirigentes de los partidos que conforman la coalición oficialista hacían inmaduros berrinches porque las distintas bancadas del Senado se ponían de acuerdo, reglamentariamente, para que votar el TPP-11. Todo esto demuestra falta de diálogo, coordinación, consciencia, responsabilidad y realismo.

Para tratar de no quedar “mal con nadie”, surgió un salvavidas: los side letters o cartas complementarias que se negocian de manera bilateral, pero en referencia a un tratado multilateral. La idea suena bien porque dicen estar inspirados en defender los intereses superiores del país, pero lo único que están haciendo es defender las conveniencias, bastante mezquinas e ideológicas, de los partidos políticos oficialistas. Buscan tener una excusa para frenar el necesario “depósito del Tratado” en Nueva Zelanda y la respectiva promulgación en el diario oficial, de ser aprobado esta semana por el Senado.

El anuncio de proponer y condicionar side letters nada ayuda, en este momento, a la imagen de nuestro país, a los intereses estratégicos en el Pacífico, a la necesidad de exportadores, a la urgencia de nuestros consumidores, a la reactivación económica y a nuestra vocación multilateral. Si queremos exigir y demostrar seriedad internacional, lo recomendable sería desapalancar las negociaciones de dichas cartas complementarias a la entrada en operación del TPP. El gobierno tiene las herramientas y oportunidades de entablar diálogos bilaterales con los otros 10 países, pero eso se debe hacer utilizando los canales de negociación diplomáticos, reservados, protocolares, jerárquicos y estratégicos.

El viernes pasado, el Presidente Gabriel Boric habló nuevamente sobre el TPP. Planteó que “lo debimos haber discutido hace mucho tiempo”, lo cual es un velado mea culpa a la estrategia legislativa definida por el ministro Giorgio Jackson, quien pensaba que ellos partían gobernando el día 5 de septiembre luego de un supuesto triunfo de la opción “apruebo”. Sin embargo, todo cambió: el borrador constitucional fue rotundamente rechazado, Jackson ya no es el responsable de la agenda legislativa y el TPP-11 es parte del debate y de la tabla de votación semanal del Senado.

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