El 30 de enero se conmemoró el Día Escolar de la No violencia y la Paz, reconocido por la Unesco en 1993. Educar para la paz es la idea que inspira este día, educar para el diálogo, que es el cimiento de la democracia.

La erradicación de todo tipo de violencia, como la física y psicológica, requiere de personas capaces de detectar actos violentos por muy solapados que sean, y que tengan la perspectiva democrática para buscar caminos que rompan círculos estructuralmente violentos hacia mujeres, infancias, pueblos originarios, migrantes, personas mayores y en situación de discapacidad.

Este día nos llama a desarrollar mecanismos que fortalezcan valores como el respeto y la diversidad. Una sociedad que educa en materia de no violencia, proyecta personas capaces de tomar decisiones inclusivas y que valoran el pluralismo.

Por ello el bullying y el ciberacoso son gérmenes que se deben afrontar de manera interrelacionada en los espacios educativos, porque no solo dañan a las víctimas, sino que a toda la comunidad involucrada, promoviendo la intolerancia y la violencia.

Desde 2011 existe en Chile una ley de violencia escolar que hace responsables de prevenir el acoso y promover la buena convivencia a toda la comunidad educativa, a los alumnos, alumnas, padres, madres, apoderados, profesionales y asistentes de la educación, así como a los equipos docentes y directivos de los establecimientos educacionales.

En la ley coexisten dos paradigmas para abordar, uno de sanción y otro de convivencia escolar democrática. Este último es el que se quiere resaltar, pues educar para la no violencia apunta a que los individuos sean capaces de generar reflexiones críticas, donde se valore a la otra persona en sus múltiples dimensiones e identidades.

La ley incorporó obligaciones para los establecimientos educacionales con el objetivo de que estos desarrollen procedimientos específicos ante casos de violencia y acoso, pero también recalcó que el trasfondo recae en una educación respetuosa donde se valoren los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.

Solo educando en valores democráticos es posible erradicar la violencia, proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes, y fortalecer la convivencia social pacífica.

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