Hace once meses que desapareció Julia Chuñil y la pregunta que se levanta en todos los territorios es: ¿Dónde está?

Mujer mapuche, defensora de su comunidad; simbólicamente, nos recuerda una vez más la fragilidad con que el Estado chileno responde a quienes protegen al medio ambiente, los Derechos Humanos y la vida. Hoy, con los nuevos antecedentes sobre el caso de Julia Chuñil, con que se presume que fue “quemada”, lo que está en juego es la democracia misma y la capacidad del Estado para garantizar derechos básicos.

Como diputada mapuche de la República de Chile, he acompañado este doloroso hecho desde el primer instante, a través de diversos oficios de fiscalización enviados a las instituciones encargadas de su búsqueda. Al mismo tiempo, exigí que Chile active de inmediato el Protocolo de Protección del Acuerdo de Escazú, un instrumento internacional que nuestro país ratifica el 2022, precisamente para responder frente a la vulnerabilidad de defensores y defensoras medioambientales, porque no basta con declaraciones de buenas intenciones.

Sesión especial por Julia Chuñil

También impulsamos la creación de una sesión especial en la Cámara de Diputados y Diputadas, porque debemos conocer el rol que el Estado ha cumplido en la búsqueda de nuestra lamgen y su perro Cholito. O bien, determinar aquello en lo que se ha fallado, a casi un año de su desaparición.

¿Qué hizo el Ministerio Público, a través de Fiscalía, en estos meses? ¿Qué medidas tomó el Gobierno? ¿Qué acciones hemos levantado desde el poder legislativo? Al ser un problema de Estado, debemos responder los tres poderes que lo componen, porque ¿cómo explicamos que, mientras la familia espera respuestas, la investigación avance a cuentagotas?

Como diputada mapuche, me niego a aceptar que la desaparición de Julia se convierta en un expediente más, en una causa que lentamente se olvida.

Chuñil nos obliga a mirar de frente la deuda histórica que tiene Chile con los Primeros Pueblos y, en particular, con las mujeres que alzan la voz. Su caso debe marcar un antes y un después en la forma en que el Estado aborda las desapariciones y protege a sus defensoras. Julia Chuñil y su familia merecen toda la verdad y toda la justicia.

No dejar que el silencio gane

Esta ausencia se ha vuelto una exigencia, la que no se apagará hasta que sepamos qué ocurrió y quién o quiénes son los responsables.

Lo tomo como una responsabilidad en el rol que hoy ostento, pero también es nuestro deber colectivo como sociedad: no dejar que el silencio gane, donde debe hablar la justicia.