Finalmente, a última hora, Peso Pluma se bajó del Festival de Viña del Mar y de la pequeña gira por América del Sur. Lo mismo hizo en septiembre, cuando suspendió una gira por México. En ambas ocasiones su nombre había entrado en polémica por narco-razones, que cada vez se parecen más a las razones de Estado.

La situación termina donde comenzó: la evidencia del costo político era tan grande que resultaba un evento inviable. No lo comprendió así la organización de Viña del Mar, pero sí lo comprendieron quienes manejan a Peso Pluma. Y es que los políticos ya no saben de política, pero hay otros que sí.

Finalmente, luego de una lucha denodada de nuestras autoridades por hacer viable la actuación de Peso Pluma en el Festival de Viña del Mar, a pocos días de comenzar, sencillamente Peso Pluma se bajó del evento. Es una locura, una afrenta.

El mero análisis del equipo del artista reflejó lo que era evidente: si el tema narco aparece, hay que huir.

Ha sido doctrina de Peso Pluma, desde siempre. Hace pocos días el periódico El País de España comentaba en la publicación de una entrevista al cantante que desde su equipo habían sido muy claros: “nada de preguntas sobre los narcos”.

Y en la misma nota se señala: “Cuando se le pregunta por sus polémicas con el narcotráfico, a riesgo de que termine la entrevista, una de las cuatro personas vigilantes interviene para decir que el tiempo se agota”. La nota es del 16 de febrero. El 14 de febrero un completo reportaje en Le Monde planteaba las querellas sobre el artista y la cultura narco.

La ironía de la situación es evidente y hasta fabulosa: el cantante cuyas letras tratan sobre el narcotráfico, no da declaración sobre el narcotráfico. Genial. Es como entrevistar a Roger Waters y te pidan que no le preguntes de política (y obviamente le preguntan y naturalmente contesta).

O entrevistar a Arjona y pedir que no le pregunten por el feminismo (y obviamente le preguntan y naturalmente contesta).

Los ejemplos son claros: ambos artistas naturalmente han aceptado las preguntas al respecto. Pero bueno, en Chile se defendió a Peso Pluma en nombre de la libertad de expresión. Este derecho existe para profundizar y densificar la discusión pública.

Y entonces resulta que, si un artista quiere problematizar la cuestión social del narco, ¿no será mínimamente lógico que haga referencia a su discurso social no solo en sus canciones? ¿Y no valdrá la pena que problematice la dirección de su mensaje? Ninguna de estas exigencias pretende cumplir Peso Pluma, que simplemente administra su silencio sobre el tema. ¿Si tendrá que hablar del narco? No solo no habla. Si ve que será perentorio referirlo, se baja. Y punto.

Operación de salida

La operación de salida de Peso Pluma ha sido bien coordinada por su equipo (por supuesto, no por la organización del festival que se encontró con el problema en la cara). La salida de Viña del Mar se dio a conocer casi en simultáneo con el anuncio de su próxima gira llamada ‘Éxodo Tour 2024’, la cual se inicia el 26 de mayo en Chicago y de ahí comenzará a viajar por todo Estados Unidos y parte de Canadá. Son 35 eventos.

Se ha comentado en México la extrañeza de una gira tan acotada a Estados Unidos. Esto es llamativo porque además no hay proyectado ningún espectáculo en México. De cualquier modo, aunque no haya versión oficial, las razones son obvias.

Peso Pluma ha tenido que suspender dos giras en cinco meses. En la primera suspendió una secuencia de presentaciones que comenzaba el 14 de octubre en Tijuana y que continuaba el 29 de octubre en Culiacán, el 31 de octubre en León, el 3 de noviembre en Querétaro, el 4 de noviembre en Puebla y el 10 de noviembre en Acapulco.

La razón fue simple. Los eventos se tornaron de alto riesgo por posibles atentados ya que se consideraba que Peso Pluma era leal a uno de los carteles más grandes de México (Sinaloa) y la gira incluía ciudades que estaban bajo control de otro cartel (Jalisco Nueva Generación).

A esas alturas se cumplía un año desde la polémica actuación en Culiacán, cuando hizo un homenaje al Chapo Guzmán al cerrar el espectáculo organizado por la municipalidad local.

Aquí termina la historia de Peso Pluma y el Festival de Viña del Mar

Como ya sabemos, hay una segunda suspensión: Paraguay, Perú y Chile. La productora para el concierto en Paraguay ha señalado que problemas logísticos ajenos a la organización derivaron en la suspensión. La misma razón se había aducido en diciembre, cuando el mismo concierto se había postergado. Y no es el mismo argumento esgrimido para la suspensión en Chile (“razones personales” y “fuerte cuadro de estrés).

La situación es bastante simple: las dos suspensiones de giras han sido en el marco de un tema del que objetivamente Peso Pluma no quiere hablar: el narcotráfico. Si el tema crece, inmediatamente se baja de los escenarios.

Aquí comienza el análisis de nuestra conducta como país y de las autoridades

El concejal René Lues ha señalado que que las autoridades no tuvieron la dignidad de afrontar el problema como correspondía. Ha señalado que eligieron perder la dignidad y poner por encima la fama del artista. Y que al final se han quedado sin una cosa y la otra.

Es una referencia al discurso de Churchill en la Segunda Guerra Mundial. Ante la amenaza del nazismo, los ingleses respondieron primero con la tesis del «apaciguamiento». El símbolo de esta tesis fue el Primer Ministro Neville Chamberlaine.

Cuando el gobierno de Inglaterra proponía a la Cámara de los Comunes el acuerdo de Múnich (5 de octubre de 1938), donde se le entregaban territorios de Checoslovaquia a la Alemania de Hitler, intentando calmar a los alemanes; Winston Churchill espetó: «Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra. Y elegisteis el deshonor. Pero ahora tendréis tanto el deshonor como la guerra».

La profecía de Churchill se hizo carne en toda Europa y por cierto en Inglaterra, cuando sufrió el inesperado bombardeo a Londres que duraría largos meses.

Muy pertinente esta frase para el final de la historia “Peso Pluma en Viña”. Y es que las autoridades de la comuna, del festival y del país fueron puestas a definirse entre el deshonor y la fama.

Había que elegir entre la deshonra de esconderse ante un hecho evidente y vergonzoso, como haber contratado a un artista impertinente en medio de la crisis de narcotráfico en Chile; versus afrontar las críticas por la posibilidad de sacar de cartelera a una estrella mundial.

Y ante este escenario, las autoridades eligieron asumir la deshonra con tal de contar con el artista famoso en el evento. Pero una semana antes de su actuación, ha sido el mismísimo artista quien se bajó del evento para cuidar su reputación.

Vaya cosa, Peso Pluma se preocupa de no dar un mensaje sobre el narcotráfico para cuidar su imagen, pero el Festival de Viña del Mar no tiene preocupación en cuidar su imagen y las normas sociales básicas con tal de tener al artista. La política vuelve a ser mendiga, esperando las sobras del narcotráfico.

La situación es patética.

Las respuestas de la autoridad

¿Recuerda qué se dijo desde las autoridades de Viña del Mar y del festival?

Primera respuesta (12 de enero): “el festival de Viña del Mar no incurrirá en ningún tipo de censura ni discriminación”. Fue la respuesta entregada por la productora del evento, sin firma específica de ninguna autoridad.

Segunda respuesta (16 de enero): El Directorio de Televisión Nacional de Chile declaró al respecto que “no puede compartir, transmitir, ni fomentar, repertorios alusivos a la violencia, el narcotráfico y otros elementos relacionados con la llamada narcocultura”.

Tercera respuesta: Macarena Ripamonti declaró a fines de enero que “como municipio nos reunimos con los canales de TV, junto con los concejales Carlos Williams, Sandro Puebla y Jorge Martínez, y también tomando la inquietud de otros miembros del concejo municipal, preguntamos si era posible que se rescindiera la contratación del artista (…) Se nos aclaró que el municipio no tiene injerencia alguna en este momento. Las oportunidades que teníamos para oponernos al nombramiento y contratación del artista ya no existían hace más de cinco meses”.

Esto dijo la alcaldesa, a lo que agregó: “Vamos a tomar todas las medidas necesarias para que en el futuro esto no vuelva a ocurrir, considerando también que tendremos nuevas bases para la realización del Festival”

Y finalizó: “con todo, exigimos que las presentaciones de todos los artistas se sujeten estrictamente a la línea editorial del Festival de Viña del Mar, el que es patrimonio de la ciudad y de Chile”.

Esto último, lo de la línea editorial, fue en relación al hecho que se le solicitó a Peso Pluma que no cantara las canciones en favor del narcotráfico (que es como autorizar la construcción de un submarino con la restricción de que no navegue bajo el agua).

Cuarta respuesta: Macarena Ripamonti, representada por los abogados del municipio, respondió al recurso de protección presentado por vecinos de diversas poblaciones de Viña del Mar, señalando que no se le podía imputar ningún delito a Peso Pluma porque no hay órdenes internacionales o nacionales; al tiempo que se señaló que los hechos acontecen en los medios de comunicación, por lo que no pueden transferirse a la vida en los barrios.

Con esto la alcaldesa fue en contra del concepto de ‘revictimización’ que fue enarbolado por los vecinos, que sufren cotidianamente el problema del narcotráfico y que de pronto ven cómo en un escenario público se hace apología festiva del narco. Pero para el municipio eso no es revictimizar.

Como se aprecia, no hay forma de saber qué piensa la autoridad y qué piensa la organización del festival en general, ni siquiera hay posibilidad de saber qué piensa TVN pues su directorio fue enormemente crítico con Peso Pluma, pero luego el Presidente del Directorio dijo que se había “arrancado con los tarros” en circunstancia que hubo una declaración unánime del directorio.

El caso “Peso Pluma” ha terminado en Chile, al menos por ahora. Y todavía no entendemos nada. Los declaraciones de la organización son contradictorias: se acusó de censura y discriminación a mi solicitud original; se declaró luego que el problema era pertinente, pero que las autoridades eran impotentes para poder actuar (señalando un claro afán de modificar las normas para poder actuar en el futuro); se le pidió al cantante que dejara fuera las canciones polémicas y finalmente declaró que el tema era irrelevante como respuesta a los recursos de protección.

Es decir, dos posiciones a favor de restringir este tipo de contenidos en el Festival de Viña, dos posiciones en contra de dar relevancia a la problemática.

De la productora del evento

Me doy un espacio para felicitar la gestión política de la productora del evento. Ante el hecho infame de la salida de Peso Pluma el montaje de la operación de distracción respecto al tema ‘narco’ ha sido muy bien ejecutada.

Por supuesto, tengo mis reparos sobre las consecuencias de banalizar discusiones relevantes, pero hay que reconocer que han defendido su trinchera mucho mejor que el municipio. Me explico.

Entendiendo que la renuncia de Peso Pluma al festival era un golpe muy bajo luego de haberlo defendido tanto, han construido una satanización por banalidad.

Es decir, huyendo de un juicio crítico profundo, lo han llevado a un juego adolescente. Eso les ha permitido bosquejar una causa que saque de la fórmula el problema narco.

Han puesto sus fichas en la infidelidad de Peso Pluma, para lo cual han contratado al exnovio de Nicky Nicol (artista a la que fue infiel Peso Pluma). Y aunque la tesis es absurda, es astuta. Imaginarse a Peso Pluma llorando por el amor romántico, destrozado por su propia deslealtad, es algo impensado: lea usted las letras y vea cómo trata a las mujeres.

Un ejemplo de poesía de Peso Pluma:

Las morras me besan, pues las vuelvo locas a todas
Se besan, ellas bailan y se alborotan
No ocupan flores, solo un polvo que es rosa
Y sigo bendecido, con lo mío en el camino, oh

Baguettes en mi pulsera, en mi cadena y mis anillos
No los heredé de niño, tuve que luchar
Por eso chimba’ detrás mío, porque saben lo que cargo
Que traigo billete’ largo, hay mucho pa’ gastar
Morras encima de mí, de mi ganga y de to’ lo que traigo en mi cuello
(Por eso yo las detono en mi cuarto y en ese culito va el sello)

Termino simplemente con un dato: la alcaldesa explicó que era inviable rescindir el contrato para la organización.

Esto seguramente fue una figura literaria, pues un contrato por definición tiene cláusula de salida. Incluso cuando no existía el divorcio en Chile, el contrato matrimonial permitía un subterfugio para anular el matrimonio. Asumo que probablemente se refería al importante coste que podía tener rescindirlo.

Sería muy bueno ver el contrato, porque resulta que la contraparte sí tuvo derecho a rescindir el contrato. Este nivel de asimetría en el contrato, en contra del Festival de Viña del Mar, parece bastante negligente.