Un tema muy relevante para la sociedad chilena - y sobre todo para los padres - es el tema de la educación y los resultados de la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES). Sobre todo después de escuchar a mi amigo y ex compañero de lista en la interna de mi partido, Pancho Orrego, no puedo no dejar de reaccionar ante este punto.

Coincido en que lo primero acá es hacer una crítica política. Poner en contexto, ya que acá hay un sector del país que hizo de la demanda estudiantil de su “leitmotiv político”, y hoy día son quienes nos gobiernan.

Y ese grupo vive básicamente de las consignas del panfleto de un discurso vacío. Hablo de los Jackson, los Crispi, los Winter y los Boric.

Ese sector político tiene una clara visión obtusa y equívoca de la realidad versus lo que quieren los chilenos. Confunden sus ansias de poder y de instauración de las ideas del socialismo utópico versus la realidad de hacer política pública para gobernar y dar solución a los problemas de los chilenos, por ejemplo, la educación.

Fue ese sector político, el Frente Amplio, que tomó como caballito de batalla la educación secundaria, que hoy esconde la cabeza como la avestruz y ni siquiera se arrugan en admitir sus errores y fracasos.

Dos hechos políticos marcaron el surgimiento de los “iluminados del Frente Amplio”, el primero la revolución pingüina en 2006. Esta fue liderada, en ese entonces, por una desconocida Catalina Pérez (RD), planteaba la desmunicipalización, terminar con la Ley Orgánica Constitucional de Educación, modificar la jornada escolar completa y la gratuidad del pase escolar, entre otras demandas.

Luego, en 2011, la movilización estudiantil universitaria con los Vallejo, Jackson, Boric, Cariola, entre otros. Planteaban la educación pública gratuita y de calidad, la desmunicipalización, No más Lucro, No más selección, y No más Copago.

Estas demandas fueron canalizadas y llevadas a ley por el Gobierno Bachelet II.

En 2014, se incluyen estos cinco puntos, restringiendo la gratuidad a la Educación Superior y creando dos nuevas universidades públicas en O’Higgins y Aysén. Una ley que fue liderada por Nicolás Eyzaguirre, con sus asesores Nicolás Cataldo (actual ministro de educación) y Miguel Crispi (fundador de Revolución Democrática).

Diez años después de esta ideología política llevada a la praxis, tenemos los resultados: el Instituto Nacional, emblema de la educación pública en Chile, no figura entre los 100 establecimientos con mejores resultados de la PAES. Tampoco aparecen otros liceos públicos emblemáticos, como Liceo Niñas, IMBA, Aplicación, Barros Borgoño, Lastarria y Tajamar.

En definitiva, la ideología no logró reducir la brecha. Porque lo institucional nuevamente es lo relevante. Este 2024 nuevamente los colegios particulares logran mejores resultados que los públicos.

Claramente la variable socioeconómica puede ayudar a explicar estos malos resultados, pero, también existe una responsabilidad política, de quienes a partir de un diagnóstico errado, basado en una utopía política, hacen aumentar esa brecha y no abordan con altura de miras la problemática institucional que existe hoy en la educación.

De los 20 colegios con mejores resultados, 19 son privados, es más de los 100 mejores puntajes, solo dos son colegios públicos y uno subvencionado.

De los 280 mil alumnos que rindieron a PAES, 136 mil aproximadamente son de colegios particulares subvencionados, unos 84 mil son de colegios públicos (municipales o de SLEP) y unos 28 mil pertenecen a colegios privados. De los puntajes máximos el 73% pertenecen a colegios privados, el resto a los otros colegios.

Claramente la solución no debe ser que las familias deban pagar por la educación de calidad para sus hijos. Es responsabilidad del Estado mejorar lo público con más y mejor inversión en infraestructura y capital humano, mejoras en el entorno y ampliar opciones de mejora en lo institucional.