En un mundo donde la colaboración y la cooperación son más esenciales que nunca, Chile y Bolivia han tomado un valiente paso adelante en la reconstrucción de sus relaciones vecinales. Este nuevo comienzo muestra un futuro más prometedor para ambos países y es un ejemplo de cómo la diplomacia puede abrir puertas a un entendimiento más profundo y una cooperación más fructífera en la región.

En el mundo globalizado de hoy, donde las identidades regionales se vuelven cada vez más cruciales, las relaciones vecinales ocupan un lugar de importancia prioritaria. Chile ha reconocido la necesidad y, en esta búsqueda, la reconstrucción de una relación colaborativa con Bolivia es un hito significativo.

En este contexto, he sido testigo y parte del trabajo bilateral de Relaciones Exteriores, Interior y las policías para recuperar vehículos, que ha sido uno de los temas no formales que ha permitido establecer nuevas relaciones diplomáticas. En mi caso, he viajado tres veces a Bolivia para abordar el aumento de ilícitos detectados en la frontera, como el robo de vehículos que son llevados hasta Santa Cruz de la Sierra.

Este cambio profundo en la manera de relacionarnos se evidenció con claridad en varios acontecimientos recientes. La presencia del Presidente Luis Arce en la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado no sólo subrayó el compromiso compartido con la democracia y la defensa de los derechos humanos, sino también la visión común sobre las dictaduras que marcaron nuestras historias. Del mismo modo, la presencia de altos funcionarios bolivianos en la celebración de las Fiestas Patrias de Chile en la sede consular fue un gesto simbólico que restableció una conexión que se había desgastado con el tiempo.

La cooperación ha demostrado ser una estrategia eficaz para profundizar en áreas de convergencia, avanzar hacia entendimientos más sólidos y guiar el trabajo de las instancias técnicas bilaterales. Esta reactivación de la agenda entre Bolivia y Chile es un testimonio de la voluntad política de ambos países de avanzar en la cooperación y el trabajo transfronterizo.

La relación bilateral se ha revitalizado en varios frentes. Después de una pausa de seis años, la reunión del Comité de Frontera e Integración entre Chile y Bolivia en septiembre fue un paso crucial. Los temas abordados en esta reunión reflejan la diversidad y complejidad de la agenda común, desde la facilitación fronteriza hasta el mejoramiento de las rutas internacionales, la cooperación aduanera y la lucha contra el contrabando. También se ha avanzado en asuntos consulares y migratorios, así como en la seguridad fronteriza.

Pero tampoco nos podemos quedar en palabras. En mi caso, he presentado iniciativas de ley frente a los hechos a través de la bancada del Partido Liberal, como la Ley GPS, que busca que todos los vehículos nuevos cuenten con un sistema integrado de GPS o cortacorriente a través del mando a distancia, y la Ley de Policía Fronteriza, que llama a avanzar en la creación de una nueva unidad policial que pueda dedicarse íntegramente a la protección, prevención y cuidado de la frontera que mantiene el país, y lograr evitar el tráfico, contrabando, migración irregular y robos.

Para continuar avanzando, es esencial consolidar este proceso de acercamiento a través de un diálogo abierto y una agenda de trabajo amplia. La diplomacia, en este contexto, debe operar con realismo y pragmatismo, con el objetivo de asegurar una mejor complementariedad y desarrollo entre ambos países y sus respectivos pueblos.