A casi 10 días de la balacera que dejó cinco personas muertas en un local de tragamonedas de la comuna de Puente Alto en la región Metropolitana, las autoridades siguen sin dar con los responsables, pese a que ya fueron identificados.

Los sospechosos del ataque son Carlos “el jalea” Vargas Durán y Rodrigo “el rorro” Castro, ambos de 26 años y con un importante (y extendido) prontuario policial, quienes irrumpieron la noche del jueves 8 de agosto con una subametralladora modificada matando a cinco personas.

Según diario La Tercera, el pasado domingo 11 de agosto, el Juzgado de Garantía autorizó un allanamiento a una vivienda de un familiar de Castro, donde el individuo se habría estado hospedando.

Al llegar al lugar, la PDI no encontró moradores en la vivienda en cuestión. Pero minutos después y cuando se realizaba un último patrullaje en la zona, Castro volvió al domicilio, pero debido a la “impericia policial” huyó nuevamente, constata el matutino.

Tanto Vargas -quien realizó los disparos- como Castro son conocidos por los vecinos de la población Carol Urzúa de Puente Alto, además este último cuenta con dos órdenes de detención por otros asesinatos.

Uno ocurrió hace poco más de un año, cuando mató de un disparo a Felipe Herrera Gutiérrez de 22 años y el otro incidente en diciembre de 2018, en una balacera donde murió Pelayo San Martín (39 ) en Villa Los Industriales de Puente Alto.

Una pareja de una de estas víctimas cuenta que denunció la presencia de Castro en la población La Frontera hace algún tiempo -antes de la balacera del 8 de agosto- pero que la respuesta de las autoridades fue que no había personal para el procedimiento.

“A nosotros no nos pescan porque nuestras parejas tenían antecedentes, pero da indignación cuando nos enteramos que ahora, como si nada, los mismos mataron a cinco personas y a nadie le importa. Al menos uno de ellos tendría que estar preso hace tiempo, pero así funciona, para nosotros los pobres, la justicia”, señala.

Por su parte, Vargas que ejecutó los disparos habría tenido como móvil una discusión entre su hermana y la hija de una las víctimas del ataque (Yessica Reyes de 47 años). Su historial policial incluye su primer detención a los 17 años por hurto y desde entonces ha sido imputado por robo con violencia, consumo de estupefacientes y amenazas de muerte.