Peter Kliegel, sacerdote alemán quien lleva trabajando casi 50 años en la diócesis de Osorno, brindó una entrevista al medio asociado de Radio Bío Bío, Deutsche Welle, en donde abordó la polémica que se vive en la ciudad desde que asumió el obispo Juan Barros.

Barros se formó al alero de Fernado Karadima, sacerdote que durante décadas gozó de gran poder en la parroquia de El Bosque, en la región Metropolitana. Allí se rodeó de jóvenes y formó a futuros sacerdotes y obispos.

El escándalo estalló cuando antiguos seguidores denunciaron abusos de poder y sexuales de parte de Karadima. Asimismo, aseguran que varios sacerdotes y obispos fueron testigos o incurrieron en conductas impropias.

Uno de ellos sería Barros, acusado de encubrir a su antiguo mentor. A pesar de la fuerte oposición que se ha levantado en Osorno, Barros no sólo se ha negado a dejar su cargo, sino que figuró junto al papa Francisco en su visita a Chile.

Usted fue una de las primeras personas que manifestó la inconveniencia de que Juan Barros asumiera como obispo de Osorno. ¿Por qué asumió este rol activo?

Yo vine a Chile hace 52 años y soy parte de esta iglesia, interesado en que tenga un mensaje muy claro en cuanto al encargo que nos hizo nuestro Señor. La situación se originó cuando supimos que el obispo Barros iba a tomar la diócesis de Osorno y que venía desde el ambiente de Fernando Karadima, lo que para nosotros era inaceptable. Por eso empecé a levantar mi voz.

¿Qué respuesta ha tenido?

Pocos días después que se supo que Juan Barros sería nuestro obispo, yo me manifesté ante la nunciatura, primero preguntando, pero como nunca recibimos respuesta, nuestra voz se volvió un poco más insistente.

¿El nuncio nunca ha respondido los requerimientos que ustedes le han hecho?

Jamás, lo que es muy descortés.

¿Por qué cree que usted ni otros sacerdotes y laicos no han sido tomados en cuenta?

Yo creo que tiene que ver con el poder administrativo en la Iglesia, lo que no es justo, porque como bautizados y parte de la iglesia tenemos el derecho a ser escuchados, que es lo que exigimos.

¿Qué ha significado la presencia de Barros en Osorno?

La situación ha sido desgarradora. La unión de la diócesis se destruyó. No sabemos más que lo que cuentan las víctimas, pero sufrimos los daños colaterales de este ambiente de Karadima. El daño que hizo a la iglesia chilena es tan grande, que no es aceptable que alguien no reaccione. Y como Roma no reaccionó y nuestro obispo no nos entiende, seguimos levantando la voz para que nos escuche.

Nunca hemos sido escuchados, sólo una vez en la Conferencia Episcopal en que nos dijeron que no podían hacer nada. Y ahora, por primera vez, después de tantos gritos, Roma reacciona mandándonos al arzobispo de Malta, el obispo (Charles) Scicluna.

¿Qué espera de la gestión que él pueda hacer en Chile?

Tenemos mucha esperanza. Vamos a tomar contacto para que nos den la oportunidad de dar a conocer lo que nosotros vivimos. No se trata de ser opositor, sino de buscar la paz, que se puede construir solamente desde la verdad. Necesitamos un interventor que escuche al obispo y a nosotros, para aclarar situaciones que no logramos entender ni aceptar.

¿Por qué cree que el obispo Barros, a pesar de enfrentar tanta oposición, no ha dejado su cargo?

Esto es lo que no entendemos. Él dice que ha sido nombrado, lo que es un argumento válido, pero no podemos conformarnos porque nuestros feligreses no lo aceptan tampoco. En muchas parroquias no aceptan que el señor obispo administre el sacramento de la confirmación. Cuando él hace una misa, mucha gente se levanta y se va. No puede ser que un pastor que debe cuidar a sus ovejas viva en esa situación y nos meta en este embrollo.


Mensajes de la visita del Papa Francisco a Chile

El mensaje pastoral de Francisco en Chile, donde abogó por la dignidad de las mujeres recluidas en la cárcel, por el entendimiento con el pueblo mapuche o los inmigrantres, por la solidaridad y también expresó su dolor y perdón por los abusos cometidos por miembros de la Iglesia, pasó a segundo plano ante el escándalo del obispo Barros. Más aún cuando éste apareció junto al papa en las misas.

“Él se hizo presente como refugiándose detrás del papa, lo que fue bastante indigno para nosotros y nos dolió enormemente. Pero el obispo no ha sido capaz de enfrentarse a las víctimas de Karadima. Cuando invitamos a uno de ellos, el obispo se arrancó. En mi última carta quise demostrar con ejemplos de las mismas palabras del papa en Chile, que vivimos una situación inaceptable”, dice Liegel.

¿Cree que la visita de Francisco ahondó la crisis que vive la iglesia en Chile?

Personalmente creo que no. Hay que leer los mensajes que dio el papa en Chile, que son muy buenos. Creo que cometió un error en su espontaneidad, pero los mensajes fueron muy claros. Ante todo nos habló de la dignidad y por eso nosotros nos levantamos, porque exigimos dignidad humana y espiritual.

El papa dijo en Chile que no había ninguna prueba contra Barros, aunque luego pidió perdón por el dolor causado a las víctimas. ¿Es posible que Barros no supiera nada de los abusos?

Eso lo saben solamente los testigos. Pero el ambiente de Karadima es tan increíblemente dañino, que por prudencia el obispo Barros no debería seguir. Ese es un error espiritual, pastoral y humano.

¿Esperaba que el papa Francisco tomara una posición al respecto en su visita a Chile?

La esperanza estaba, pero creía que no iba a ser posible por muchas razones. Hay otras diócesis que también tienen obispos que nacieron en el ambiente de Karadima y que no se han pronunciado, pero saben que todos están sentados en el mismo bote.

¿Usted ha tenido contacto con el obispo Barros?

Mucho y él sabe que yo soy muy franco con él. Nunca he actuado a sus espaldas. Yo me encuentro con él y siempre le digo lo que pensamos en la comunidad. Se lo digo cara a cara.

¿Cómo catalogaría la gestión de Barros como obispo?

Apenas tenemos plan pastoral y eso es lo que nos entristece. Estamos como nadando en aguas tibias, lo que no es bueno para nuestra labor. Además, él no puede mostrarse en público, tiene miedo, se esconde. Es desagradable cuando en una ceremonia hay gente que se levanta con carteles que dicen “renuncia”. Él es nuestra cabeza y esto nos duele mucho. Lo mejor sería que él diera un paso al costado.

A pesar de ser alemán, usted vive esta situación como propia…

Por supuesto, Chile ahora es mi patria, es mi iglesia. Esta es mi fe y también él es administrativamente mi obispo, por eso lucho por una buena causa.

¿Tiene libertad para manifestar su opinión?

Por supuesto, eso siempre lo vamos a tener y exigir, porque no somos una dictadura. Vivimos en la iglesia, aunque con obediencia, pero tenemos voz y voto.

¿Qué recepción ha tenido su intervención en este caso?

Una buena cantidad de obispos me escribió muy conformes con mis palabras. Con dolor, pero conformes. He recibido también respuestas de laicos y sacerdotes de Chile y el mundo. Por supuesto no todos estaban conformes con mis palabras, pero creo que fueron sobrias y claras. Por esto el eco es importante, no para ponerme en exposición sino para exigir verdad y ante todo veracidad.

Tenemos que ser escuchados. Ese es el primer paso para buscar la paz que necesitamos. La Iglesia católica en Chile desgraciadamente está muy desacreditada a causa de todo esto, lo que es muy triste, si uno piensa que en el tiempo de la dictadura la Iglesia fue la institución más valorada y hoy es la menos apreciada.