“Habían rescatado un número de una empresa para cagarse a alguien (...) estaban estafando a alguien para la calle”, dijo el principal acusado por el robo de computadores y una caja fuerte desde el Ministerio de Desarrollo Social.

Este martes se conocieron detalles de la declaración de Miguel Apablaza Suárez, alias el Negro Chico, acusado como autor del robo de especies desde las oficinas del Ministerio de Desarrollo Social.

Recordemos que, en la instancia, el sujeto se habría hecho pasar por el -en ese entonces- ministro Giorgio Jackson. Esto, para concretar el robo de 23 computadores y una caja de seguridad del organismo gubernamental.

El sujeto de 24 años, quien se encuentra cumpliendo condena dentro de la Cárcel de Puente Alto, habría planificado desde dicho penal el comentado ilícito.

Tras el hecho, desde la región del Bío Bío, Jackson calificó de “sospechoso” y una “señal política” el robo que coincidió con los cuestionamientos tras el ya conocido caso de la Fundación Democracia Viva.

“Querían cagarse a alguien”

Según consignó La Tercera, fue el 19 de octubre cuando Apablaza -quien es el dueño del chip con el que se realizó la llamada- declaró por primera vez ante el Ministerio Público.

“Habían rescatado un número de una empresa para ‘cagarse’ a alguien, para robarle, estaban estafando a alguien para la calle”, declaró.

Agregando que “en esta y en otras cárceles hacían el cuento del tío”, dijo y “llaman al guardia y se hacen pasar por el jefe (…) algunos guardias enganchan y otros no”.

En esa línea, según declararon, los guardias de Mideso creían que la llamada era por parte del -ahora- exministro Jackson, quien les habría ordenado “sacar las piochas y medallas”.

Apablaza, también conocido como Negro Chico, en su declaración igualmente recordó que “sabía que se trataba de unos computadores que se habían obtenido por esta estafa”.

Posteriormente, dijo, se contactó con su abuela -con dirección en Renca- para que ella recibiera lo robado. Luego, cuando el hecho se conoció en los medios, le dijeron que “rompiera mi chip, pues seguro que me irían a buscar”.

“Yo dejé pegado el chip en la pared cerca de mi cama y le pedí a quien me recibió en el módulo que lo rompiera después”, concluyó.