Un empresario chileno-español acusa que sufrió extorsiones, secuestro y estafa durante un viaje a la isla de Bali, en Indonesia. "Pensé que me iban a matar. Comenzaron a dar vueltas. No fuimos al hotel, sino a un sitio espeluznante donde encierran a los peores criminales", aseguró el viajero.

Pablo Vergara, un empresario chileno-español, acusa que fue víctima de extorsiones y palizas durante un viaje a la isla de Bali (Indonesia), en noviembre de 2019.

Este hombre de alrededor de 60 años asegura que vivió una odisea en el país asiático, la que culminó con el pago de 450.000 euros en sobornos a una presunta mafia de policías y abogados, según comentó a El País.

A través de documentos, mensajes de WhatsApp y cargos bancarios, el empresario sustentó su historia, la que también incluye un secuestro de tres semanas.

El afectado señaló que todo esto comenzó cuando un funcionario del Aeropuerto Ngurah Rai de Denpasar, en el sur de Bali, encontró en su equipaje un misterioso bote.

Odisea en Bali

El 28 de noviembre de 2019, Vergara aterrizó en Bali a las tres de la tarde procedente de Bangkok. Se trataba de un viaje de tres días para renovar su extensión de visa anual en Tailandia, donde reside desde 2006.

Al recoger su equipaje, un agente le pidió que abriera una maleta y un bolso negro de piel. El policía extrajo un bote, un recipiente de cristal con forma de cuentagotas y 77,2 gramos de peso.

“Me enseñaron un botecito con líquido que no reconocí. Decían que llevaba una sustancia no permitida. ¿Cómo sabían que era ilegal si no lo analizaron?”, precisó Vergara.

Luego de esto, los agentes llevaron al pasajero a una habitación del aeropuerto. Lo desnudaron y lo registraron. Cinco horas después, le comunicaron que su recipiente contenía metanfetamina líquida.

En cosa de segundos, el empresario se transformó en un presunto narco en un país que castiga el tráfico de drogas con la pena capital.

Tras dos noches en la prisión Rumah Tahanan de Polda, un penal de la policía de Bali que Vergara recuerda como una pestilente nave, su estado anímico se tambaleó.

Las autoridades exhibieron la captura ante los periodistas tres semanas después de la detención.

“Pensé que me iban a matar”

Vergara fue defendido por el abogado Edward F., un profesional que le había recomendado un agente del aeropuerto y que, según el empresario, le prometió liberarlo a cambio de dinero.

El afectado entró en el juego del soborno y abonó 31.308 euros a la socia del jurista, S. Karmana.

El abogado le contó a su cliente que el fiscal no iba a presentar cargos contra él y que pronto iba a ser excarcelado. Vergara reservó dos noches en el hotel Four Seasons de Bali para alojarse tras su liberación. Pagó 1.815 euros, según el cargo bancario.

Incluso los carceleros se ofrecieron a llevarlo al hotel de lujo desde el penal donde se encontraba, el centro Bhayangkara de Denpasar. El recluso fue introducido en un furgón, sin embargo, nunca llegó al Four Seasons.

“Pensé que me iban a matar. Comenzaron a dar vueltas. No fuimos al hotel, sino a un sitio espeluznante donde encierran a los peores criminales. Me bajaron del vehículo para que viera el lugar por la noche. Después, regresamos al penal Bhayangkara, que, comparado con el sitio anterior, era un hotel de cinco estrellas”, manifestó.

Tras sentirse estafado, Vergara terminó despidiendo a su abogado.

Extorsiones en el penal

El empresario denunció además que sufría a diario extorsiones en el penal de Bhayangkara. Y que sus carceleros lo forzaban a participar en excursiones de cajero. Esta práctica consistía en liberarlo durante horas para que sacase dinero en efectivo o comprase regalos a funcionarios. Para ellos, adquirió 2.000 euros en ropa Lacoste y gafas de marca, según los cargos bancarios.

Tras tres meses privado de libertad, el recluso decidió utilizar la carta diplomática española. Aunque nació en Santiago de Chile, Vergara emigró a Barcelona cuando tenía un año, por lo que tiene doble nacionalidad.

El afectado llegó hasta el consulado de España en Yakarta y contrató a la cónsul honoraria de este país en Bali, la abogada M. Tayeb. La jurista —según Vergara— le dijo a través de un colaborador que por 83.500 euros le podía conseguir una home detention, que es una orden de arresto domiciliario para eludir su estancia en miserables prisiones hasta la celebración del juicio, según un mensaje de WhatsApp que el empresario mostró a El País.

Pese a que el viajero estaba dispuesto a pagar —una vez más—, el salvoconducto nunca llegó. Un defecto de forma en el documento, que carecía de las firmas del juez y del fiscal, le impidió al preso salir de la cárcel hasta el juicio.

El Ministerio de Exteriores español defendió que Vergara entró a Bali con pasaporte chileno y que el consulado en Yakarta no conoció su detención hasta tres meses después, cuando el empresario se puso en contacto con la legación.

“Se le prestó la asistencia consular debida”, precisaron desde este departamento. Exteriores facilitó a Vergara una lista de abogados. Sin embargo, el reo pidió expresamente ser defendido por la cónsul honoraria de España en Bali, la letrada M. Tayeb, que carece de representación diplomática.

Soborno a funcionario

Pasado marzo de 2020, y cercano a la fecha del juicio, Vergara decidió cambiar de abogado.

El nuevo letrado le recomendó -para eludir la condena de cárcel- simular ante el tribunal que es consumidor de anfetaminas. Así, justificó su defensa, evitaría ser sentenciado por tráfico de drogas y se le impondría una pena inferior, que cumpliría en un centro de rehabilitación.

Para ello, debería sobornar a un funcionario para que cambie la prueba de orina inicial que le hicieron en el aeropuerto de negativo a positivo. El recluso aceptó el trato.

El juicio comenzó y Vergara tuvo que pagar a su abogado 125.000 euros, el doble de la cantidad inicialmente pactada. El jurista se lo había recomendado un preso americano.

El juez dictó sentencia. El pasajero es condenado a someterse a un tratamiento médico de rehabilitación de 11 meses en el centro Handaru Kasih Balli Foundation de Bali por portar 77,2 gramos de metanfetamina líquida, según la resolución del 28 de abril de 2020 de la corte de Denpasar firmada por el magistrado Kony Hartanto.

“Mi abogado me dijo que parte del dinero que pagué (125.000 euros) era para el juez y el fiscal. Compré la sentencia. No tuve que ingresar en ningún centro de rehabilitación”, aseveró Vergara.

“Irrumpieron en mi hotel 12 policías armados”

El 6 de mayo de 2020, cuando Vergara ya era un hombre libre y estaba alistando el papeleo por el covid-19 para salir de Indonesia, 12 policías irrumpieron en su hotel.

“Irrumpieron en mi hotel 12 policías armados. Me tiraron al suelo. Abajo estaba esperando el abogado del aeropuerto Edward. F. ‘Te pillé’, me dijo. Me secuestraron durante tres semanas en un complejo de bungalós en Bali”, acusó Vergara.

Asimismo, dijo que le “rompieron la nariz a golpes. Salí tras hacer una transferencia de 144.000 euros a la socia del letrado”.

“Soy un muerto en vida”

Hoy, el empresario denuncia que los bancos le han congelado sus cuentas a consecuencia de las decenas de informaciones que flotan en Internet y en las que aparece con ropa naranja, cabizbajo y esposado.

Vergara acusa que no puede alquilar departamentos en España porque los arrendatarios se echan atrás tras descubrir su peripecia. Y Tailandia, donde reside su pareja, le deniega la visa. “Soy un muerto en vida”, sentenció.

Según detalla el periódico español, Indonesia no ha respondido al cuestionario remitido a la embajada de Yakarta en Madrid. La cónsul honoraria de España en Bali, la abogada M. Tayeb, tampoco ha contestado a este periódico. Y la Cancillería chilena asegura que Vergara se puso en contacto con su legación el 2 de diciembre de 2019 y que después se procedió a “verificar su estado de salud y procesal”.