La entrevista dada por el exguerrillero Mauricio Hernández Norambuena se suma a un nuevo episodio de desencuentros entre el exmiembro del FPMR y Gendarmería, una relación que partió hace más de 20 años con la fuga de prisión más cinematográfica registrada en Chile.

Fue el 30 de diciembre de 1996, cuando Hernández Norambuena y otros tres miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) -Ricardo Palma Salamanca, Pedro Ortiz y Pablo Muñoz Hoffman- huyeron de la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) en un helicóptero que bajó una canasta al medio del patio y desde el cual se efectuaron 188 disparos para amedrentar a los gendarmes.

Pasarían casi 23 años, para que en agosto de 2019, Hernández Norambuena regresara a una prisión chilena, luego de cumplir 17 en una celda aislada en una cárcel brasileña, donde cumplía condenas por el secuestro de un empresario. Siendo además el único de los cuatro que volvió a una prisión en Chile.

Desde 2019 a la fecha y luego que la Suprema ratificara que Hernández Norambuena debe cumplir en Chile dos condenas de 15 años de prisión por el secuestro de Cristián Edwards y por el asesinato del exsenador Jaime Guzmán.

El último desencuentro se registró este martes, cuando Gendarmería solicitó sancionar a Hernández Norambuena por dar una entrevista sin autorización y con un teléfono móvil que se le entregó para realizar videollamadas con su familia en horarios determinados.

Problemas con Gendarmería

El primer desencuentro en su segunda etapa en una prisión chilena se dio en enero de 2020, antes de la pandemia de covid-19, cuando Gendarmería denunció que Mauricio Hernández Norambuena realizó amenazas contra el personal que lo resguarda en la Cárcel de Alta Seguridad.

Según la denuncia realizada por el alcaide, Mario Cid, el frentista habría dicho el pasado 12 de enero a viva voz que la próxima vez que se fugue “no quedará ninguno de los funcionarios”, ya que será increíble y mucho mejor que la primera vez.

El segundo se registró en octubre de 2020, cuando el día 5 de ese mes, se difundió en medios de comunicación alternativos y redes sociales, donde reivindicaba la lucha armada y hacía un llamado por la “libertad de los presos políticos”.

Por este hecho, se solicitó una sanción de 7 días sin visitas en contra de Hernández Norambuena, pues utilizó un teléfono móvil entregado por Gendarmería a los internos para realizar videollamadas con sus familiares en los periodos de visitas, las que se encontraban suspendidas por la pandemia de covid-19.

El Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago anuló esta sanción, luego que el “comandante Ramiro” asegurara que el video se lo mandó a familiares y que no puede controlar lo que hacen las personas que lo recibieron (Anexo 1 y 2).

Otro desencuentro ocurrió en noviembre de 2020, cuando un funcionario de Gendarmería denunció una agresión por parte del exguerrillero, quien según la querella en cuestión quedó con una “inflamación labio superior de carácter leve”.

Se trata del caso del gendarme segundo Bastián Muñoz, quien el 2 de noviembre cumplía funciones en el módulo de Hernández Norambuena, quien se encontraba con su abogado, momento en que empezó a insultar al funcionario diciéndole “sapo, no tienes porqué estar ahí”.

En ese momento, el condenado por el asesinato de Jaime Guzmán fue al pasillo a reclamar con un superior de Muñoz y alzó sus manos hasta la cabeza y al realizar este movimiento impactó con su codo al gendarme, generando un procedimiento y una posterior querella en el Séptimo Juzgado de Garantía (Anexo 3).

El cuarto desencuentro en menos de dos años se da en enero de 2021, cuando un gendarme denuncia amenazas en su contra por parte de Hernández Norambuena, quien en el patio del centro de reclusión le dijo al funcionario: “Si tocan al interno Velásquez, yo me meto y si me tocan a mí, arreglamos en la calle con ustedes y sus familias, haciendo el ademán de dispararnos de forma intimidante”.

De acuerdo a la constancia dejada por el sargento segundo Carlos Manríquez, un recluso de nombre Leonardo Velásquez lo amenazó e insultó constantemente, incluso se abalanzó en su contra para atacarlo, siendo reducido en ese instante por el gendarme Flavio Estay y llevado a otra zona de la sección de alta seguridad. En ese momento, Hernández Norambuena emite las amenazas (Anexo 4).

“En mis 19 años de servicio jamás había sido intimidado ni amenazado de esa forma por parte de un recluso de las características y poder político que ostenta Hernández Norambuena, temo por mi integridad y núcleo familiar (hijos y esposa), ya que se dio una situación muy similar tiempo atrás con el sargento Alarcón, en donde él fue funado y amenazado por redes sociales y además se supo a nivel nacional e institucional que le hicieron seguimiento personas desconocidas”, agrega la denuncia.

En su declaración, Hernández Norambuena negó cualquier tipo de amenaza en contra de Manríquez, asegurando que el gendarme agredió con un puntapié en el muslo al interno Velásquez.

El último hecho se registró el 4 de marzo, cuando tribunales admitió a trámite una querella presentada por el exguerrillero por presuntas torturas en su contra por parte de funcionarios de los Servicios Especiales de Gendarmería, donde asegura ser blanco constantes malos tratos y hostigamientos ejercidos por su custodia directa.

Asimismo, advierte que la luz artificial al interior de su habitación (de 6 m2) está las 24 horas del día encendida, impidiéndole descansar (Anexo 5).

“Sumado al régimen excepcional e inhumano de aislamiento al que he sido sometido desde mi regreso a Chile, es necesario exponer la dramática situación de malos tratos y hostigamiento permanente que ha sufrido mi persona y mi defensa jurídica por parte de mis custodios directos, funcionarios que no pertenecen al establecimiento penitenciario Unidad Especial de Alta Seguridad, por ende no reciben instrucciones del alcaide, sino que pertenecerían a la Unidad de Servicios Especiales Penitenciarios (U.S.E.P.) de Gendarmería de Chile”, declara el rodriguista en la querella.

Anexos

Anexo 1:

Anexo 2:

Anexo 3:

Anexo 4:

Anexo 5: