Religiosos, nacionalistas, opuestos al confinamiento contra el COVID-19: el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el primer ministro de la India, Narendra Modi, tienen mucho en común, pero los separa más que un océano.

India ha desplazado recientemente a Brasil de los titulares con sus cifras en la pandemia del coronavirus. En ambos países, el número de infecciones y muertes había alcanzado máximos nacionales en las últimas semanas.

Sin embargo, ambos Gobiernos se resisten actualmente a imponer confinamientos para contener el brote.

Sus similitudes no terminan ahí: ambos pertenecen al grupo de los BRICS, de las llamadas economías emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Las diferencias de ingresos son grandes dentro de los dos países: junto a una reducida élite extremadamente rica y una pequeña clase media, la pobreza y la miseria están muy extendidas.

Y ambos están gobernados por un Ejecutivo nacionalista de derecha, que erosiona las instituciones democráticas del Estado en alianza con fanáticos religiosos.

Confinamiento, vacunas y escepticismo ante el coronavirus

Los paralelismos son obvios, pero Amrita Narlikar, presidenta del Instituto GIGA de Estudios Regionales de Hamburgo, advierte contra las conclusiones apresuradas: “Existe una tendencia en el llamado Occidente liberal a agrupar a los países del Sur global. Pero los analistas y observadores tienen que ser muy cuidadosos a la hora de sugerir similitudes”.

Narlikar no se refiere así a las obvias diferencias culturales sino a otras, particularmente evidentes cuando se trata de lidiar con la crisis del coronavirus.

El presidente de Brasil no ha cambiado nunca su postura de que el COVID-19 es una gripe menor y es mejor combatirlo con un medicamento contra la malaria que con una vacuna.

Sin embargo, el primer ministro de la India, Narendra Modi, ya impuso quizás el confinamiento más estricto de esta pandemia mundial entre marzo y mayo de 2020. Además de impulsar la producción de vacunas en la India.

A diferencia de Bolsonaro, Modi reconoció cuál podría ser el costo humano”, explica Narlikar. “Sin embargo, la situación actual demuestra que no ha aprovechado el tiempo para preparar al país para la segunda ola”.

Con las cifras del coronavirus, crece la presión

La tasa de infección en Brasil ha estado a un nivel significativamente más alto que en la India desde la llegada del virus SASR-CoV2 allí hace 15 meses.

La tasa de incidencia (nuevas infecciones en los últimos siete días por cada 100.000 habitantes) alcanzó en Brasil ya a mediados de abril su punto máximo hasta el momento, de 254, según Our World in Data en Brasil a finales de marzo de 2021 y ahora está ligeramente por encima de 190 (3 de mayo).

Después del confinamiento del pasado 2020 en la India, el número de infecciones permaneció muy bajo durante buen tiempo. Quizás animado por esto, Modi no reaccionó cuando las cifras comenzaron a escalar por segunda vez en marzo último. Desde entonces, la incidencia de siete días en el país de 1.400 millones de habitantes ha aumentado de doce a 193, según Our World in Data.

Así que, mientras tanto, Brasil e India están en igualdad de condiciones. Varias naciones, como Uruguay, Suecia y los Países Bajos, reportan ahora mismo tasas de infección mucho más altas. Pero la gran mayoría de los Gobiernos toman medidas contra la propagación del COVID-19 a más tardar cuando la incidencia alcanza los tres dígitos.

Por eso, la oposición y la sociedad civil insisten actualmente con fuerza en la necesidad de imponer un confinamiento nacional en la India.

Modi firme en su posición pese a la presión

Las críticas al Gobierno de Modi no comenzaron con la segunda ola del coronavirus: “Modi ha estado bajo una enorme presión desde finales de 2020, debido a las continuas protestas campesinas. El curso de la pandemia también está erosionando su popularidad”, señala el politólogo Jörg Nowak.

En el feriado nacional de enero, se intensificaron las protestas contra una controvertida reforma agraria.

No obstante, dice Nowak, Narendra Modi disfruta de una base de poder relativamente sólida, pues cuenta con el respaldo de un partido fuerte como el nacionalista hindú BJP, con una estricta ideología.

La base del partido incluye a Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), una organización fascistoide de cuadros hinduistas, a la que pertenece el propio Modi. Cuando fue reelegido en 2019, el BJP incluso pudo aumentar su mayoría en el parlamento en comparación con 2014.

El respaldo político de Bolsonaro está menguando

El brasileño Jair Bolsonaro también llegó al poder con el apoyo de la extema derecha evangélica. Sin embargo, había sido hasta entonces apenas un diputado desconocido de un partido menor, con el que rompió poco menos de un año después de asumir el cargo en 2019.

Sin filiación partidista, Bolsonaro está obligado a encontrar una nueva mayoría para cada ley. Y eso se está volviendo cada vez más complicado, pues se ha peleado con numerosos aliados políticos, incluidos 16 ministros ya reemplazados.

Ahora, el presidente tiene que responder ante una comisión de investigación parlamentaria por las más de 400.000 muertes por COVID-19 registradas en el gigante sudamericano.

“El poder de Bolsonaro se está erosionando notablemente”, afirma Nowak, actualmente investigador de la Universidad de Brasilia. “Nadie sabe realmente cuál es la línea del Gobierno, y hay diferentes centros de poder como los presidentes del Parlamento y el Senado, con diferentes agendas”.

Estado de derecho en peligro en la India

Para hacer cumplir sus políticas, tanto Bolsonaro como Modi están aparentemente dispuestos a socavar el Estado de derecho. Pero, mientras Bolsonaro no ha pasado aún de la amenaza, probablemente también porque carece del poder para hacerlo, Modi ya puede mostrar su hoja de servicios.

Poco después de la reelección de 2019, el Gobierno de la India retiró sus derechos constitucionales de autogobierno al estado de Jammu y Cachemira, el único del país con mayoría de población musulmana.

En 2020, la presión que ejerce el Gobierno sobre sus opositores políticos llevó a la organización defensora de derechos humanos Amnistía Internacional a cesar su trabajo en la India.

En febrero pasado, y bajo presión del Gobierno indio, Twitter eliminó más de 500 cuentas en relación con las protestas de los agricultores. “Semejante proceso sería impensable en Brasil, al menos por ahora”, dice el politólogo y experto en BRICS Oliver Stuenkel, del think tank brasileño Fundación Getulio Vargas (FGV). Y asegura que “la erosión de la democracia en India está mucho más avanzada que en Brasil”.

Populismo: entre costos económicos y humanos

Por otro lado, Stuenkel ve similitudes en el estilo político de los dos líderes: “A los populistas como Bolsonaro y Modi no les sirven las malas noticias”. Es por eso que Bolsonaro minimiza constantemente la crisis. Y el BJP de Modi anunció en febrero que había derrotado la pandemia en la India.

Por qué el Gobierno indio no admite su error y cambia las cosas es un misterio para los expertos. Incluso la decisión de imponer un confinamiento extremadamente temprano y estricto en 2020 fue muy poco transparente, dice Stuenkel, y la situación es similar ahora.

Se supone que Modi se preocupa por no comprometer festivales religiosos y eventos de campaña electoral. O que, como Bolsonaro en Brasil, intenta evitar ahora las consecuencias económicas de otro confinamiento. La producción económica de la India se desplomó casi una cuarta parte en el segundo trimestre de 2020.

“En ambos países, apenas una cuarta parte de los empleados pueden trabajar desde casa. Los costos económicos de las medidas de distanciamiento social, al menos a corto plazo, son relativamente altos”, resalta Stuenkel. Y muchas personas que no trabajan durante el día no tienen nada que comer por la noche.

En este punto, también la presidenta del GIGA, Amrita Narlikar, ve una similitud entre los dos países: “Tanto Brasil como la India enfrentan un gran problema si el Gobierno impone un confinamiento, pues ponen a sus pueblos ante la opción imposible entre la vida y el sustento”, coincide la politóloga.

Y compara: “Es diferente en Alemania, donde tienes que elegir entre tu vida y tu estilo de vida”. No obstante, insiste Narlikar, no se habría llegado a esto si ambos Gobiernos hubieran tomado consecuentemente las medidas apropiadas para hacer frente a la pandemia.