Boris Johnson comparece el miércoles ante los diputados británicos para defender su continuidad en un cargo que cada vez más pende de un hilo, tras un alud de dimisiones en protesta contra la legitimidad del controvertido primer ministro, cernido por los escándalos.

Ayer martes, los ministros de Salud, Sajid Javid, y de Finanzas, Rishi Sunak, anunciaron casi al mismo tiempo sus respectivas renuncias, a raíz de los incesantes escándalos que rodean a Johnson y su ejecutivo.

Le siguieron otra decena de miembros del gobierno, de menor rango, en una sangría que continuó el miércoles con tres nuevas retiradas, que suman ya 18.

El secretario de Estado para la infancia y la familia, Will Quince, dimitió afirmando “no tener otra opción” tras haber transmitido en los medios de comunicación informaciones proporcionadas por la oficina de Johnson “que resultaron ser inexactas”.

La asistente del secretario de Estado de transportes, Laura Trott, renunció considerando que la confianza en el gobierno se ha “perdido”.

Y el secretario de Estado de educación, Robin Walker, lamentó al presentar su dimisión que los “grandes logros” del gobierno hayan sido “ensombrecidos por errores y cuestiones de integridad”.

Cada vez más debilitado, pero aferrándose al puesto, el primer ministro comparece ya en la sesión semanal de preguntas en el Parlamento y por la tarde ante el denominado “comité de enlace”, formado por los presidente de las diferentes comisiones parlamentarias y encargado de examinar el trabajo del gobierno.

Entre ellos figuran algunos de sus más acérrimos detractores en el seno de su Partido Conservador.

Duras críticas de Javid

Durante la sesión, el exministro Javid dio un devastador discurso en el Parlamento contra el primer ministro, Boris Johnson, al concluir que el problema “empieza arriba del todo y eso no va a cambiar”.

En su intervención ante la Cámara de los Comunes (Baja), Javid volvió a pedir, como ya hizo ayer al presentar su dimisión, la renuncia de Johnson e instó al resto de miembros del Gobierno a actuar en conciencia.

“He concluido que el problema empieza arriba del todo, y eso no va a cambiar (…) Me temo que solo se puede pulsar la tecla de reinicio un determinado número de veces”, señaló el exministro. “Estoy profundamente preocupado por cómo las próximas generaciones verán al Partido Conservador si seguimos con este rumbo”, agregó.

Según el extitular de Sanidad, que también lo fue anteriormente de Economía, es “esencial” que los conservadores actúen de acuerdo a sus ideales tradicionales de “decencia y responsabilidad personal”.

“Nos corresponde a todos seguir unos estándares altos por nosotros mismos y tomar medidas cuando eso no sucede”, dijo en alusión a los otros miembros del gabinete.

Johnson, aferrado al poder

Johnson, por su parte, defendió ante el Parlamento que su intención es “seguir” al frente del Ejecutivo.

“El trabajo de un primer ministro en tiempos difíciles, en circunstancias en las que se le ha dado un mandato colosal (por las elecciones generales de 2019), es seguir adelante y eso es lo que voy a hacer”, afirmó el jefe del Gobierno.

El premier hizo esta afirmación después de que el diputado “tory” Tim Loughton le preguntase en qué circunstancias el “premier” creía que podía dimitir. “Cuando los momentos son duros y el país afronta presiones económicas, con la mayor guerra en Europa en 80 años (Ucrania), es el momento en que uno espera que un Gobierno continúe con su trabajo y no se marche”, puntualizó el primer ministro.

La hemorragia de dimisiones que enfrenta Johnson se originó después del último escándalo en torno al diputado Chris Pincher.

El primer ministro reconoció ayer, tras haberlo negado en un principio, que sí sabía que Pincher -exresponsable de la disciplina del grupo parlamentario conservador que la semana pasada renunció por haber “toqueteado”, en estado de ebriedad, a dos hombres, uno de ellos diputado- había sido investigado en el pasado por comportamientos inapropiados hacia hombres.

En relación a Pincher, el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, señaló que el primer ministro ha tolerado un “comportamiento horrible, inaceptable en cualquier aspecto de vida”.

“¿No es este el primer caso registrado de barcos que se hunden huyendo de la rata?”, se preguntó Starmer en referencia a las continuas dimisiones en el Ejecutivo.

En medio de las presiones para que dimita, el líder conservador dijo que su Gobierno está centrado en ayudar a las familias en todo el país a superar la crisis por el alza de la inflación y avanzó que se dispone a recortar impuestos para 30 millones de ciudadanos.

El líder conservador superó recientemente una moción de censura interna de su partido, pero la votación evidenció el descontento del 41% de los parlamentarios “tories” con su gestión y con la serie de escándalos, como las fiestas e la Downing Street durante la pandemia.

“Integridad” del gobierno

De esta forma, las renuncias de Javid y Sunak, dos pesos pesados del ejecutivo y el partido, tuvieron lugar horas después de que Johnson se disculpara por enésima vez, reconociendo que cometió un “error” al haber nombrado en su importante cargo a Pincher.

Tras haber afirmado lo contrario, Downing Street reconoció el martes que el primer ministro había sido informado en 2019 de anteriores acusaciones contra Pincher pero que las había “olvidado”.

La renuncia de Sunak, de 42 años y de origen indio, tiene lugar en un contexto económico difícil, con el coste de la vida disparado en el Reino Unido y con acusaciones al ejecutivo de no hacer lo suficiente para ayudar a las familias que no logran llegar a fin de mes.

Los británicos esperan que el gobierno se comporte de manera “competente” y “seria”, “es por esto que dimito”, escribió Sunak en su mensaje a Johnson.

Por su parte, Javid, de 52 años y de origen paquistaní, consideró que los británicos necesitan “integridad de parte de su gobierno”.

Maniobra contra Johnson

Desde el denominado “partygate”, el escándalo por las fiestas organizadas en Downing Street que violaron las reglas anticovid en 2020 y 2021, hasta la irregular financiación de la lujosa reforma de su residencia oficial, pasando por acusaciones de amiguismo y designaciones a dedo, los escándalos no dejan de crecer en torno a Johnson.

Campeón de las legislativas de diciembre de 2019, cuando logró la más importante mayoría conservadora en décadas gracias a la promesa de realizar el Brexit, el primer ministro cae ahora en picado en las encuestas.

Según los sondeos, una mayoría de británicos lo considera un “mentiroso”.

Va a ser investigado por una comisión parlamentaria para determinar si engañó a sabiendas a los diputados cuando en diciembre negó la celebración de fiestas durante los confinamientos.

Y el hecho de que afirmara desconocer las acusaciones contra Pincher, cuando muchos aseguraban lo contrario, y acabara reconociendo su “olvido” refuerza las acusaciones de que el primer ministro juega con la verdad.

Recientes reveses electorales, los últimos el 23 de junio en dos legislativas parciales, están convenciendo a un creciente número de rebeldes en el seno del Partido Conservador de que Johnson ya no puede liderarlos hacia unas nuevas elecciones generales en 2024.

El primer ministro sobrevivió a principios de junio a un voto de confianza lanzado por los rebeldes en un intento de bajarlo del poder.

Apoyado por 211 de sus 359 legisladores, salvó el puesto, pero los 148 votos en su contra hicieron patente que el descontento entre sus filas no deja de crecer.

Las normas del partido establecen que este procedimiento no se puede repetir durante el próximo año, pero muchos en su seno demandan ya un cambio para volver a intentar una maniobra contra Johnson.