Los diputados británicos volvieron al trabajo el miércoles tras la dramática decisión de la Corte Suprema, que declaró “ilegal” y “sin efecto” el cierre del parlamento por el primer ministro Boris Johnson, quien regresó urgentemente a Londres para enfrentar un terremoto político.

Procedente de Nueva York, donde Johnson habló ante la asamblea general de la ONU, el avión aterrizó en Londres hacia las 10:30 locales (07:30 de Chile), a tiempo para comparecer ante los Comunes, la cámara baja del parlamento, que reanudó sus sesiones una hora después. Los Lores, la cámara alta, lo harán por la tarde.

Todos habían visto sus labores suspendidas el 10 de septiembre, al término de un muy largo y acalorado debate sobre el Brexit. La tradicional ceremonia de suspensión fue boicoteada por la inmensa mayoría de los Lores en señal de protesta, mientras algunos diputados gritaban “¡Vergüenza, vergüenza!”.

Por decisión del controvertido primer ministro no debían volver al trabajo hasta el 14 de octubre, dos semanas antes del Brexit.

Pero el martes, asestando a Johnson un golpe implacable que se suma a los múltiples reveses políticos sufridos en las últimas semanas, 11 jueces de la Corte Suprema dictaminaron por unanimidad que la suspensión parlamentaria fue “ilegal”, “nula y sin efecto”.

El gobierno había justificado el receso por la necesidad de preparar y presentar su programa de política nacional, una práctica habitual pero que suele prolongarse sólo una semana. Sus opositores lo acusaron de intentar maniatarlos ante la amenaza de un Brexit sin acuerdo el 31 de octubre.

Y la justicia les dio la razón: “tuvo el efecto de frustrar o impedir la capacidad del parlamento para llevar a cabo sus funciones constitucionales sin una justificación razonable”.

“Una presión mucho mayor”

Esta sentencia, cuya dureza nadie anticipaba, abrió la puerta a un alud de llamados a la dimisión de Johnson.

En opinión de Robert Craig, experto en derecho constitucional en la London School of Economics (LSE), el primer ministro está ahora “sometido a una presión mucho mayor”. “Puede haber una moción de censura o los diputados pueden adoptar leyes para obligarlo a hacer ciertas cosas”, precisa, como comprometerse por ejemplo a no cambiar la fecha de unas elecciones anticipadas si estas son convocadas.

Antes de partir de Nueva York, el líder conservador había esquivado las preguntas de los periodistas sobre una eventual renuncia y reafirmó que pretende sacar al país de la Unión Europea el 31 de octubre “cueste lo que cueste”, a pesar de una ley aprobada de urgencia antes de la suspensión parlamentaria que le obliga a pedir otro aplazamiento si al 19 de octubre no ha alcanzado un acuerdo con Bruselas.

“No cabe duda de que hay mucha gente que quiere frustrar el Brexit”, denunció, reiterando su llamado a unas elecciones legislativas anticipadas que la oposición se niega a concederle hasta que se descarte por completo la amenaza de un Brexit brutal en poco menos de un mes.

“No creo que el gobierno deba pedir disculpas por hacer avanzar nuestra salida de la Unión Europea”, lanzó uno de sus ministros, el euroescéptico Michael Gove, en la radio pública BBC.

La agenda parlamentaria se vio alterada por estos dramáticos acontecimientos y a diferencia de un miércoles normal, no habrá en la Cámara de los Comunes la sesión semanal de preguntas al primer ministro.

Sin embargo, Johnson prevé intervenir durante la tarde, después de que el propio Gove comparezca para informar sobre los preparativos para un eventual Brexit sin acuerdo, que según informes gubernamentales puede provocar escasez de alimentos y medicinas y riesgo de altercados públicos.