Rusia 2018 nos ha traído sorpresas: la campeona del mundo, Alemania, eliminada, Argentina sobreviviendo en los últimos minutos y selecciones que han emergido del anonimato como Islandia.

Sin embargo, los ojos del mundo no solo están fijos cuando rueda el balón. El machismo ha hecho captar nuestra atención en el extratiempo. Los árbitros de las malas jugadas-antirrespeto-han sido los propios connacionales de quienes han cometido la falta contra las mujeres, en su mayoría rusas. Parece que la barrera del idioma les ha dado el pase directo a algunos, pero en lugar de anotar, se hicieron un autogol con expulsión incluida. Para muestra los siguientes ejemplos:

Argentino fuera de lugar

Nestor Fernando Penovi, posee una concesionaria de autos en la ciudad argentina de Gerli. Cuando se aprovechó de una joven rusa a quien la invitó a decir “Hola argentinos. Vengan para aquí. Quiero chupar pi..”, no imaginó que el video mostrando su “hazaña” en tierras rusas, no solo daría la vuelta al mundo, sino, le significaría el retiro de la Fan ID, siendo expulsado del mundial. Las autoridades de seguridad argentinas recibieron el reclamo de la diplomacia rusa, por lo que el comportamiento del sujeto fue ampliamente repudiado en su país.

Tarjeta roja desde Brasil al “Papelón machista”

Fue la reconocida cantante carioca, Ivete Sangalo, quien puso título al actuar de un grupo de sus connacionales: “papelón machista, con falta de educación y de hombría”. Se trató de hinchas que valiéndose de su idioma, grabaron a una rusa repitiendo junto a ellos la palabra “vagina rosa”.

El episodio fue tan mediático, que entre el grupo fue identificado el abogado y exministro de turismo del estado de Pernambuco, Diego Jatoba. Un oficial de policía militarizada de la sureña Santa Catarina, también fue sancionado por la institución a la que pertenece y otro funcionario de LATAM Brasil fue dectado en el video que generó rechazo público en la nación suramericana.

La falta que avergonzó a Colombia

Guillermo Morales Cárdenas, parte de un grupo de colombianos, no eligió a mujeres rusas para su video. Su blanco fueron dos asiáticas, quienes también cayeron con la barrera del idioma y en una entrada que más tarde trajo las consecuencias para el protagonista en cámara. Cárdenas grabó su petición hacia las mujeres de origen japonés, logrando que una de estas dijera “yo soy bien perra”, en un español mal pronunciado pero entendible, tanto que el sujeto les brindó un “muy bien”, aunque en el fondo no sabía lo que le esperaba.

Su disculpa llegó luego de enterarse que su video estaba circulando por toda Colombia, al punto que la cancillería de ese país aseguró: “ese tipo de comportamiento no solo degrada a la mujer, insulta a otras culturas, a nuestro idioma y a nuestro país”.

El fuera de juego de un peruano

Perú tampoco se salvó de un video machista desde la sede de las más grande fiesta del fútbol. Con asombro y vergüenza, los peruanos vieron como varios de sus compatriotas engañaron a jóvenes rusas a las que llevaron a pronunciar la frase “Quiero cachar”, la cual tiene connotación sexual en la jerga de ese país, por eso lo viral del video, con repudio incluido desde la opinión pública.

“Nervios de acero” desde la plaza de Moscú

La periodista Julieth González, quedó a merced de una falta en el área de trabajo. Hacía un despacho en vivo para la alemana Deutsche Welle, cuando sufrió acoso en vivo y en directo. Un hincha irrumpió frente a la cámara, plantándole un beso en la mejía que en otra ocasión de amistad se vuelve normal, pero no cuando el emisor y receptor tienen objetivos tan diversos como desconocidos entre sí.

La comunicadora, evidentemente perturbada, siguió la transmisión pero horas después aseguró: “¡Respeto! No merecemos este trato. Somos igualmente valiosas y profesionales (…) debemos identificar los límites del afecto y el acoso”.

Si bien las faltas son tan diversas como las nacionalidades de quienes las han cometido, la inmediatez de las redes sociales esta vez ha jugado un papel protagónico también en el extratiempo, pero con resultados favorables a la causa contra actitudes machistas, que han perdido por default ante la opinión pública.