La Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU Michelle Bachelet defendió el sábado su polémica visita a China, e instó a las autoridades a evitar medidas "arbitrarias e indiscriminadas" en Xinjiang, una región en la que Pekín está acusada de abusos generalizados.

El viaje de Bachelet, previsto desde hace tiempo, la llevó a dicha región del extremo occidental, donde se acusa a China de haber detenido a más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas, así como de esterilizaciones forzadas. Estados Unidos califica las acciones de China en Xinjiang de “genocidio” y “crímenes contra la humanidad”, acusaciones que Pekín niega con vehemencia, pues afirma que sus medidas de seguridad son una respuesta necesaria al extremismo.

Washington expresó el sábado su preocupación por los “esfuerzos de China para restringir y manipular” la visita de Bachelet a Xinjiang, según un comunicado. El secretario de Estado, Antony Blinken, dijo en el comunicado que esas condiciones “no permiten una evaluación completa e independiente de la situación de los derechos humanos en la República Popular China, incluido Xinjiang”. Bachelet insistió el sábado en que su visita “no es una investigación”.

La gira fue duramente criticada por grupos de derechos humanos y de uigures en el extranjero. Luego de una reunión por video que Bachelet mantuvo con el presidente Xi Jinping, los medios de prensa estatales sugirieron que apoyaba la visión china sobre los derechos humanos. Pero su oficina aclaró posteriormente que sus comentarios no contenían un respaldo directo al historial chino sobre derechos humanos.

“Algunos países occidentales… hicieron todo lo posible para interrumpir y socavar la visita de la Alta comisionada, pero el complot no tuvo éxito”, afirmó el viceministro chino de Relaciones exteriores Ma Zhaoxu en una declaración en línea tras la conferencia de prensa de Bachelet. “Renunciar es lo único que ella debería hacer por el Consejo de los derechos humanos”, dijo Dilxat Raxit, portavoz del Grupo de defensa del Congreso mundial uigur.

La activista uigur residente en Estados Unidos, Rayhan Asat, dijo en Twitter que se trató de una “traición total”. El director ejecutivo de Human Rights, Kenneth Roth, restó importancia al argumento de Bachelet de que su visita fue valiosa porque pudo hablar con franqueza a los funcionarios chinos. “Ese tipo de conversaciones tras bambalinas es justo lo que el gobierno chino quiere, sin informes públicos, sin presión para poner fin a su intensa represión contra los uigures y otros”, señaló Roth por Twitter.

La secretaria general de Amnistía Internacional, Agnes Callamard, afirmó en comunicado que “la visita de la Alta comisionada se caracterizó por tomarse fotos con altos funcionarios del gobierno y la manipulación de las declaraciones por los medios estatales chinos, dando la impresión de que participó directamente en un ejercicio de propaganda altamente predecible” del gobierno chino.

Acceso sin supervisión

Bachelet consideró que su visita era una oportunidad para hablar con “franqueza” con las autoridades chinas, así como con grupos de la sociedad civil y académicos. “Esta visita no fue una investigación”, dijo a los periodistas, insistiendo en que tuvo acceso “sin supervisión” a las fuentes con las que la ONU había previsto reunirse en Xinjiang: el jefe provincial del Partido Comunista y los jefes de seguridad. China afirma que se vio obligado a llevar a cabo operaciones “antiterroristas” en Xinjiang, pero los grupos de derechos humanos denuncian detenciones de comunidades enteras, principalmente uigures, muchas de las cuales no pudieron comunicarse con sus familias en el exterior durante varios años.

“Somos conscientes del número de personas que buscan noticias sobre el destino de sus seres queridos. Este y otros temas fueron planteados a las autoridades”, afirmó Bachelet, declinando añadir detalles dada la sensibilidad del tema. Se trata del primer viaje a China de la máxima autoridad de la ONU en materia de derechos humanos en 17 años, y se produce después de arduas negociaciones sobre las condiciones de su visita.

Bachelet instó a China a evitar “medidas arbitrarias indiscriminadas” en su represión en Xinjiang, pero también dijo reconocer el daño causado por “actos violentos de extremismo”. La Alta Comisionada visitó las ciudades de Xinjiang, Urumqi y Kashgar, pero no se publicaron fotos ni más detalles. Bachelet detalló haber visitado una prisión en Kashgar, donde vio a los presos y un tribunal de apelación interno, describiendo su acceso como “bastante abierto, bastante transparente”.

El gobierno de Xinjiang le había asegurado que una red de “centros de formación profesional” -que según los grupos de derechos son campos de reeducación forzada- “fue desmantelada”, dijo, y añadió que había visitado un antiguo centro de reeducación. Los medios de comunicación estatales sólo se hicieron eco de las reuniones con Xi y el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, durante las cuales éste le regaló un libro con citas de Xi sobre derechos humanos.