En la aplicación del estatus de migrante o refugiado hay confusión, desconocimiento y arbitrariedad, dicen expertos latinoamericanos. Son categorías "que no responden a la realidad de los procesos migratorios”, critican.

Escapar, huir, salir del país apenas con lo puesto es la realidad para muchos migrantes. Para otros, se trata de algo más planificado y voluntario: cambiar de país de residencia en busca “de un futuro mejor”.

El abanico de causas, condiciones y características de la migración es amplio, dinámico, y al mismo tiempo, no está ajeno a controversias.

¿Quiénes son migrantes? ¿Quiénes son refugiados? ¿Qué implica cada uno de los términos?

“Refugiado” es una categoría específica que refiere a personas que están en situación de necesidad de protección humanitaria. Esto, según lo explicó la doctora en Sociología, Carolina Stefoni.

“Es una categoría muy puntual, que implica el reconocimiento que hacen los Estados a esa situación”, puntualiza la investigadora de la Universidad de Tarapacá de Chile.

Refugiado: una cuestión de vida o muerte

“El refugiado es aquella persona que se ve forzada a salir de su lugar de origen o residencia por graves amenazas a su vida o libertad, sobre todo, por motivos vinculados a conflictos armados o persecución”, apuntó.

En el mismo sentido, Jacques Ramírez Gallegos, doctor en Antropología Social de la Universidad de Cuenca de Ecuador, consultado por este medio.

Y agrega: “En América Latina, en la Convención de Cartagena de 1984, se amplió incluso la definición, considerando como refugiados “a las personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por violencia generalizada, la agresión extranjera, los conflictos internos, violación masiva de los derechos humanos u otras características que hayan perturbado gravemente el orden público”.

¿Refugiados climáticos más que migrantes?

Y pronto podrían sumarse incluso nuevas causas. “Hay voces que piden abrir la definición de refugiado dentro de los marcos jurídicos internacionales, y considerar nuevas amenazas, como las producidas por el cambio climático”, indica el reconocido experto en migraciones ecuatoriano.

“Una vez que la persona está refugiada, tiene la protección del Estado”, destaca Stefoni, sobre la principal característica de este estatus. Eso implica el principio de “no devolución” a su país o lugar donde su vida corre peligro.

Una condición difícil de alcanzar

“El problema que tenemos a nivel mundial, y América Latina no es la excepción, es que cada vez hay menos personas refugiadas, ya que hay dificultades para solicitar este estatus y se lo reconoce cada vez menos”, contextualiza.

“En Chile, en 2020, solo se reconocieron 7 personas en situación de refugio, y por supuesto, son muchísimas más”, puntualiza la socióloga sudamericana.

“Se ha venido cerrando la puerta a esta figura específica del refugio. Las personas ya ni siquiera piensan en la posibilidad de solicitarlo, por ser el proceso tan engorroso, tan lento, y tan incierto el resultado”, agregó.

Entre otras cuestiones, al reconocimiento de la condición de refugiado antecede la presentación de una solicitud de asilo.

“Está sujeta a procesos de elegibilidad por parte de las instituciones estatales, y suponen la evaluación e interpretación de las condiciones de desplazamiento de las personas”, indica la doctora en Ciencia Política, Janneth Karime Clavijo.

Y así, “un mismo proceso migratorio puede ser catalogado de maneras diferentes en función de los criterios de selectividad y de los intereses e interpretaciones que se prioricen”, afirma la investigadora colombiana residente en Argentina.

“La clasificación supone cierta arbitrariedad”, sostuvo.

¿Quiénes son “migrantes”?

“El migrante, para las Naciones Unidas, es quien sale de manera supuestamente voluntaria por motivos económicos de su lugar habitual de residencia”, apuntó la politóloga Marcela Ceballos, del Instituto Pensar de la Universidad Javeriana de Colombia.

Lo cierto es que las fronteras entre los conceptos no son claras. “La distinción entre migrante y refugiado obedece a propósitos relacionados con la gestión de las migraciones desde el ámbito de los Estados y a la distribución presupuestal de las instancias intergubernamentales como la ONU”, analiza la experta.

“Pero estas categorías no responden a la realidad de los procesos migratorios”, sostiene.

“También hay que entender que existe un uso político de estos términos”, afirma Jacques Ramírez Gallegos, autor de varios libros sobre la temática. “Por ejemplo, en la reciente salida masiva de venezolanos hubo discusiones en torno a definirlos, ya que las ‘etiquetas’ no son neutrales” afirma.

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“Pese a que ciertos organismos internacionales hicieron un llamado a los gobiernos de la región a brindar protección internacional a las personas que salían de Venezuela como un ‘acto humanitario y no político’, el tema adquirió tintes eminentemente políticos e ideológicos entre quienes estaban a favor o en contra del régimen de Maduro”, sostiene.

Con todo, por sobre categorías y definiciones, los movimientos migratorios siguen adelante.

Un estudio realizado por Carolina Stefoni para la CEPAL en 2018 señala que 28,5 millones de latinoamericanos y caribeños residen en países distintos a los de su nacimiento. Un hogar lejos del hogar.