En Venezuela, el gobierno anunció un nuevo aumento del salario mínimo, el tercero este año. De 65.000 bolívares aumentará a 300.000, es decir unos 15 dólares. Un salario insuficiente para vivir en Venezuela, sobre todo porque la mitad viene en forma de cupones de alimentos.

Desde principios de septiembre, el sector de la educación está en huelga en Venezuela: los maestros exigen que se les pague en dólares para que su salario deje de bajar debido a la hiperinflación.

Isabella es profesora en una escuela pública. A diferencia de sus colegas, no puede manifestar: su marido ha perdido su trabajo y quiere emigrar, y mientras tanto, ella es la que mantiene a la familia, multiplicando los trabajos fuera de su horario de trabajo.

“Luchando, buscando la manera… Sigo vendiendo plátanos y queso, limpio casas, hago de todo para poder pagar el colegio a mi hijo, para poder sobrevivir aquí. Y no me alcanza, lo más triste es que no me alcanza“, dice Isabella.

Para ella, este aumento del salario mínimo, de 40.000 a 150.000 bolívares si se retiran los cupones de alimentos, parece ridículo: “Pago 100.000 bolívares de alquiler mensual. Me quedaría de mi sueldo 50.000 bolívares. ¿Qué compro yo con 50.000 bolívares? O con 200.000 con los cupones. Si un cartón de huevos cuesta 80.000, un kilo de carne 60-80.000… Con ese solo sueldo, no alcanza”, lamenta.

Para poder vivir con dignidad, los maestros exigen un sueldo de por lo menos 400 dólares al mes. Sobre todo porque con la hiperinflación, estimada en 1.000.000% este año por el FMI, el nuevo salario mínimo pronto no será más valioso que el antiguo.