Los militares de Sudán, en el poder desde abril, y las fuerzas de oposición firmaron la declaración constitucional que fija la hoja de ruta para que el país africano transite hacia un poder civil. Un acuerdo equilibrado pero que deberá superar varios desafíos.

Tres instituciones llevarán adelante la transición en Sudán. Primero, un Consejo Soberano, compuesto por seis civiles y cinco militares, que serán nombrados el próximo 18 de agosto. Lo dirigirá un militar durante el primer año y medio. Segundo, un gobierno liderado por un Primer Ministro nombrado por los civiles. Y tercero, el Parlamento, en el que todos los grupos de la sociedad civil serán representados.

“Nos esforzamos, con los sudaneses, para desarrollar mecanismos que permitan mantener el equilibrio en el andamio institucional que hemos construido”
, explicó a RFI Mohamed El Hacen Ould Lebatt, mediador de la Unión Africana que acompañó las negociaciones.

Sin embargo, el mediador es prudente. “No puedo ser pesimista en un momento en el que hay alegría en Jartum y en el mundo. Dicho esto, mi experiencia me ha enseñado que ningún acuerdo político recorre toda la ruta prevista sin enfrentar una crisis”. Y subrayó que la verdadera prueba será las personas que se elija para llevar adelante esta transición.

Una oposición muy diversa

Otro desafío tendrá lugar en la Asamblea. Los diferentes componentes de la oposición – conservadores religiosos, comunistas laicos, organizaciones apolíticas, entre otros – y los grupos rebeldes que también tendrán escaños, deberán ponerse de acuerdo sobre el futuro del país.

Para el especialista en Sudán, Jérôme Tubiana, existe un riesgo de una “ligera dominación” de parte de los militares en este reparto del poder.

“Los militares van a presidir el Consejo Soberano durante los primeros veintiún meses y también estarán al mando de ministerios claves como el de Defensa y el del Interior que ya controlan de facto”, señaló a RFI. Esto podría resultar problemático para algunas organizaciones de oposición como el Partido Comunista y algunos grupos rebeldes.

¿Qué pasará con las milicias?

Sobre todo, quedan dudas sobre la posibilidad de controlar a las fuerzas armadas y a las milicias, responsables de la dura represión contra los manifestantes en los últimos meses. Estos grupos pueden tener un papel desestabilizante, subraya Tubiana.

“¿Quién controlará al ejército, a las milicias? ¿Qué pasará con los servicios de inteligencia? ¿Qué pasará con todas estas herencias de la era Omar Al Bashir?”, destacó.

El militante sudanés refugiado en Francia, Gaffar Mohammud Saeneen, también se dice preocupado. Exige justicia para quienes llaman “mártires” de la revolución y critica el espacio otorgado a los militares en esta transición: “desde el principio decimos que no hay que confiar en esta gente. No pueden ser parte de la revolución”, declaró a RFI.

Más de 250 personas murieron durante la represión de las manifestaciones en los últimos meses en Sudán. Se acusa en particular a las llamadas Fuerzas de Apoyo Rápido, milicias paramilitares, pilar del régimen autoritario del destituido Omar Al Bashir, de ser responsables del violento desalojo de los manifestantes, el pasado 3 de junio, de la plaza frente al cuartel general del ejército. Una operación que dejó 130 muertos.

Y como si fuera poco, las negociaciones por venir tendrán que buscar una salida a los numerosos conflictos étnicos con grupos rebeldes, activos en amplias zonas del país.