En 1981, el príncipe Carlos tenía 33 años y su soltería “eterna” para la época terminaba al casarse con la joven Diana Spencer, que recién había cumplido 20 años.

Diana era la elegida para que Carlos iniciara una vida de familia, junto a los hijos que vendrían rápido a la vida de la joven pareja.

Sin embargo, aunque Diana pasó todas las pruebas necesarias para convertirse en la Princesa de Gales -aquellas que Camilla Shand, la actual duquesa de Cornuales no cumplió- otra fue la mujer que los medios de comunicación de la época pensaron que sería perfecta para ser la esposa del heredero al trono.

Su condición de “Royal”, perteneciente a una importante familia, la hacía merecedora del puesto con el que tantas soñaron. Una historia desconocida sobre la relación entre los Windsor y los Romanov.

Un soltero empedernido

Quizás no lo sabes, pero hay una chilena que aún es muy importante en la vida del Príncipe Carlos, se trata de Lucía Santa Cruz, la historiadora que fue muy amiga del hijo de Isabel II en su juventud.

Lucía, hija del embajador Víctor Santa Cruz -quien bajo el gobierno de Jorge Alessandri y Eduardo Frei Montalva se desempeñó como diplomático en Reino Unido, donde vivió junto a su familia y la joven-, forjó una cercana amistad con Carlos mientras estudiaban en la Universidad de Cambridge.

Pero, ¿por qué Lucía es tan importante en la vida de Carlos? la respuesta es sencilla, además de ser catalogada como el primer amor del príncipe, ella le presentó a Camilla, su actual esposa, consignaba el diario inglés Daily Star.

Según publicó Catherine Mayer en la biografía no autorizada de Carlos en 2015, Camilla no habría conocido al príncipe en un partido de polo y tampoco le habría dicho la popular frase “¿sabías que tu tatarabuelo fue amante de mi bisabuela?”.

Habría sido Santa Cruz quien los presentó en 1971, cuando Carlos tenía 23 años, en su departamento de Londres. En la ocasión ella les recordó que debían tener vigilados sus genes, recordando la relación extra marital entre Eduardo VII y Alice Keppel, mencionó The Guardian.

La historia que vino fue tortuosa para Carlos, puesto que Camilla no cumplía con los estándares que la corona exigía para ser la nueva Princesa de Gales.

Según destaca La Nación, la reina Isabel II quería para su hijo una mujer inocente, de buena familia y con la capacidad de aferrarse al exigente protocolo de la Familia Real Británica, ese que no todas pueden soportar, debido a sus estrictas reglas.

Dentro de este perfil, Camilla no encajaba, porque aunque tenía el amor del príncipe Carlos, no logró llevarse bien con la reina Isabel, quien “invitó” al heredero de la corona a finalizar la relación con la inglesa que le había robado el corazón y con quien pensaba que tendría una relación, para siempre, como le confesó a su tío Lord Mountbatten.

Fue en enero de 1973 cuando Carlos se embarcó en la Royal Navy durante ocho meses en los que pasó por el Caribe para poner distancia y sanar su corazón, tras finalizar su relación con Camilla. Mientras, ella se quedó en Londres y ante el rechazo de Carlos decidió casarse con Andrew Parker-Bowles.

Desde ese momento, Carlos se dedicó a aprovechar su posición de príncipe y se transformó en un verdadero playboy, a quien poco le interesaba casarse y tener a la Princesa de Gales que su madre tanto deseaba.

La revista Marie Claire consigna que durante esos años incluso su tío, Lord Mountbatten, ofreció su casa como un lugar para que Carlos pudiera tener reuniones íntimas con sus múltiples amigas, entre las que incluso se encontraría la cantante Barbra Streisand.

Aunque “Dickie”, como llamaban a su tío, no sólo hizo eso, sino que también trató de emparejarlo con miembros de su propia familia, como su nieta Hon Amanda Knatchbull.

Acorde a lo que informó Vanity Fair, el Lord incluso llegó a proponer un viaje a la India acompañando a Amanda y Carlos, sin embargo, el duque de Edimburgo y la madre de la joven se opusieron a la travesía de los primos.

Aunque Amanda sí recibió la propuesta, fue poco después que Lord Mountbatten falleciera en manos de la IRA, lo que la llevó a declinar el ofrecimiento. Recordemos que el movimiento irlandés colocó una bomba en el barco de pesca que utilizaba el Lord, donde murió junto a su nieto Nicholas, la suegra de su hija, lady Brabourne y un miembro de la tripulación.

La situación fue tan traumante para la nieta de Lord Monutbatten que rechazó la petición del heredero de la corona, ya que no quería correr la misma suerte que su abuelo y parte de su familia, por lo que Carlos, nuevamente, se quedaba sin princesa.

Sin embargo, Carlos continuó en su camino por disfrutar la vida, tal como lo hizo en Brasil en 1978, cuando no dudó en bailar al ritmo de la música carioca, lo que causó que la reina Isabel II pusiera un “ultimátum” a su hijo exigiéndole que se casara y pronto.

Ese es el momento en que llegó a su vida Diana Spencer, la joven que logró cautivar a Carlos, Reino Unido y se convirtió en la nueva princesa de Gales, ese título con el que muchas soñaban, incluso una desconocida miembro de una popular familia rusa.

¿Una Romanov en la Corona Británica?

Tal como hace algunos años las revistas de papel “couché” buscaban opciones de consortes para el príncipe William, mientras una paciente Kate Middleton – apodada “Waity Katie”- esperaba recibir el anillo de compromiso, en los años 70 los medios, también hicieron listas para el príncipe Carlos.

Entre las opciones siempre consideraron a mujeres que cumplieran todas las “reglas” que se necesitaban para llegar a ser la consorte del próximo Rey de Inglaterra, desde tener sangre noble, educación, buenos modales, hasta ser “virgen”.

Y en este contexto había una en particular que pudo unir a dos de las familias reales más importantes del mundo, los Romanov de Rusia y los Windsor, de Reino Unido.

Esto, porque la propuesta de los medios consideró a la princesa Olga Romanov, la nieta de la gran duquesa Xenia Románova, hermana del último zar de Rusia, Nicolás II, quien estaba casado con una prima del abuelo de la reina Isabel II, aún en el trono de la Corona Británica.

Según consignó Vanity Fair, la descendiente rusa proveniente de la alicaída familia cumplía con todos los requisitos para ser la consorte del heredero de la corona. Ella misma declaró al documental de la cadena ITV, The Queen and Her Cousins (La reina y sus primas): “tenía 17 años y la virginidad era buena. ¡Yo era de lo más virginal!”.

Aunque esta no era la primera vez que se refería al tema, también mencionó en entrevista con el programa de TV, Skavlan, que en 1967 su madre fue quien entregó detalles de su vida, mientras los periódicos buscaban semanalmente una nueva joven como la candidata perfecta para contraer matrimonio con el príncipe Carlos.

Olga conocía al príncipe Carlos desde joven, puesto que su madre, la Reina, solía ir con el y su hermana, la princesa Ana, a tomar té a la casa de su abuela, la duquesa Xenia Alexandrovna, sin embargo, la impresión que tenían los Windsor no era la mejor.

Romanoff aseguró: “Al parecer ellos tenían unos modales perfectos, y yo unos modales terribles”. Sin embargo, esa no sería la razón de peso para que su familia interrumpiera su amistad con los Windsor, de quienes también son familiares (considerando que la reina Isabell II está emparentada con la mayoría de las familias reales de Europa).

La revista de Conde Nast destaca: “Jorge V, abuelo de Isabel II, cedió a su abuela Frogmore Cottage como residencia en Reino Unido después de que los zares fuesen asesinados, pero pronto los exiliados Romanov empezaron a disfrutar de lo único que tenía de bueno su exilio: la libertad”.

Sin embargo, la residencia no estuvo mucho tiempo en mano de los rusos, puesto que según declaró Olga “Cuando mi padre se quedó viudo, volvió a casarse sin el permiso de la Reina de entonces, que era la Reina Madre. Creo que eso molestó a la Reina Madre, así que las invitaciones a palacio y todo eso terminaron”.

Finalmente, la rusa contrajo matrimonio en 1975 con Thomas Mathew, hijo de Francis Mathew, ex gerente de The Times, uno de los periódicos más importantes y antiguos de Reino Unido. Con él tuvo 4 hijos, aunque su matrimonio no duró muchos años y la pareja se divorció en 1985.

Por ahora se dedica a arrendar parte de la propiedad donde vive denominada “Provender House”, una histórica residencia en el condado de Kent, manteniendo ciertos deberes de princesa, como ser directora de la Asociación de la Familia Románov y patrona del baile de debutantes rusas que suele celebrarse cada año en Londres, y en el que ella misma debutó en 1968.

Pese a que Olga soñaba casarse con el príncipe Carlos, como muchas otras durante la época, el puesto sólo se lo llevó la joven Diana de Gales, aunque quien se ganó el corazón del heredero por más de 40 años sólo fue Camilla, la duquesa de Cornualles y su actual esposa.