Uruguay ha “prácticamente eliminado la pobreza extrema” en las últimas dos décadas, pero la exclusión es “persistente” en algunos sectores de la población, como las mujeres, los discapacitados, los negros y los transgénero, señaló un informe del Banco Mundial.

“Uruguay se destaca en América Latina por sus políticas sociales altamente progresistas y sus bajos niveles de desigualdad”, dice el reporte Inclusión Social en Uruguay, publicado el miércoles por el organismo internacional.

Según el Banco, a nivel regional, Uruguay “cuenta con la clase media más numerosa en proporción a su población, superando el 60%”, y entre 2007 y 2018 su tasa de pobreza pasó “de cerca del 30% a menos del 8%”.

“Al mismo tiempo, la pobreza extrema fue prácticamente erradicada”, acotó la institución, al asegurar que “los salarios mínimos se duplicaron en términos reales entre el 2006 y el 2017, mientras que el índice de salarios reales aumentó cerca del 50%”.

Por todo esto, el informe asegura que “Uruguay tiene mucho de qué sentirse orgulloso y mucho para enseñar a una región históricamente marcada por la desigualdad”.

“Sin embargo, la exclusión ha mostrado ser persistente”, advirtió.

La exclusión

“Los afrodescendientes, las personas con discapacidad, los hogares con jefatura femenina” y las personas transgénero “son más susceptibles de ser excluidas”, señala.

A modo de ejemplo, apunta que mientras la tasa de desempleo en Uruguay es de alrededor del 8%, la de los afrodescendientes sube a 11%. Y si se toma solo a las mujeres negras, el guarismo es de 14%. Asimismo, la tasa de pobreza entre los afrouruguayos (20%) duplica la tasa nacional.

Por otro lado, “las personas con discapacidad no solo tienen tasas de desempleo más altas”, sino que la presencia de un discapacitado en el hogar “conlleva a una menor participación en el mercado laboral de todos los miembros” de esa casa.

El banco también marca que las familias con jefas de hogar mujeres tienen dos veces más probabilidad de ser pobres (11%) que si son hombres (5,8%).

Sobre la población trans, destaca que apenas el 25% completó la escuela primaria y que el 45% declaró haber sufrido violencia de género.

“La exclusión es el resultado de interacciones complejas a nivel individual, social e institucional, que conspiran para producir resultados desfavorables. Las políticas sociales pueden fracasar si no logran entender estas conexiones e incorporar el punto de vista de los grupos excluidos”, apunta el informe.

El texto, que se basa en una investigación comenzada hace dos años, destaca además que el contexto de la pandemia de coronavirus puede exacerbar estas diferencias.

“El COVID-19 nos vuelve a todos vulnerables, pero algunos son mucho más vulnerables que otros… y estos tienden a ser justo aquellos que ya enfrentaban dificultades antes de la pandemia”.