Por décadas, se ha intentado resolver el inquietante misterio sobre si existe vida extraterrestre en la Tierra o finalmente estamos solos, una paradoja que mantiene alerta a los científicos y que ha motivado a distintas misiones espaciales con el objetivo de encontrar otros seres inteligentes en el espacio exterior.

Desde el desarrollo de las ciencias del espacio es frecuente preguntarse sobre si hay vida en otros planetas o en realidad estamos solos en el Cosmos. Al momento, y tras siglos de historia, nadie ha podido responder aquella incógnita, que se traduce a una interesante paradoja: la paradoja de Fermi.

Los científicos se basan en la lógica y los hechos. Estos últimos, por ejemplo, dan cuenta de una cantidad incontable de estrellas en el universo, así como galaxias y planetas. También confirman que la NASA ha descubierto más de 5.000 planetas desde que fue fundada, pero hasta ahora no se conoce si en alguno de ellos hay vida. Frustrante y desolador.

La lógica además plantea que nunca podríamos conocer a una civilización extraterrestre, considerando las distancias en años luz que nos separan de otras galaxias. De hecho, la galaxia más cercana a nuestro Sistema Solar se encuentra a 28.000 años luz y solo un año luz corresponde a 9 billones de kilómetros.

Paralelo a esta problemática, está lo que queda del Sistema Solar, puesto que la Tierra será tragada en unos 5 mil millones de años, cuando el Sol se convierta en una “gigante roja” y absorba los planetas a su alrededor. Esto ocurriría mucho antes que extraterrestres de la galaxia más cercana lograran viajar a la Tierra.

A esto se suma el hecho de que el cambio climático y la explotación están terminando con los recursos, de los cuales depende la humanidad, como agua, comida y aire limpio, por lo que podría extinguirse mucho antes.

Todo lo anterior crea una incógnita llena de contradicciones, y así lo expone la paradoja de Fermi, planteada en 1950 por el científico Enrico Fermi.

¿Qué es la paradoja de Fermi?

El físico propuso que las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de vida inteligente en el universo observable, no coinciden con la ausencia de evidencia de estas civilizaciones.

Aquello fue en los 50, hace exactamente 72 años. Al 2022 los científicos continúan sin evidencia de vida, bajo el consuelo de que los 5.000 planetas descubiertos por la NASA, sin contar los de otras agencias espaciales alrededor del mundo, son una cantidad mínima del universo observable, que no es el todo.

En perspectiva, la ciencia hasta ahora estima que en el Cosmos, hay unos 100 mil millones de galaxias, en cada una de esas galaxias hay unos 100 mil millones de estrellas y por cada estrella existen entre 1 a 9 planetas.

Ante estas inconmensurables cifras, es posible que la paradoja de Fermi nunca encuentre solución mientras la humanidad viva en la Tierra.

Así como también es posible que -si tenemos suerte- la NASA u otro organismo de ciencias espaciales descubra un planeta con las condiciones para albergar vida, sin llegar a comprobar si esta existe y sin lograr una comunicación con “ellos”, por la distancia que nos separe.

Algunas soluciones a la paradoja de Fermi

Desde este planteamiento son varias las teorías que han intentado levantar los expertos para explicar el por qué de la no comunicación y/o reconocimiento de la vida extraterrestre. Algunas de las hipótesis más famosas son bastante lógicas y otras más cercanas a la ficción.

En 1961, solo 10 años después de la paradoja de Fermi, el radioastrónomo Frank Drake desarrolló la llamada Ecuación de Drake, que intenta estimar el número de civilizaciones que podrían existir y dio resultados abundantes en su momento y posteriormente cuando fue analizada por pares.

Sin embargo, aun con resultados positivos, algunos científicos que analizaron a Drake determinaron que en su momento no consideró el hecho de que una civilización nace y muere. Por lo que el cálculo tendría muchas variantes.

Con la misma ecuación en 2015, astrónomos del Space Telescope Science Institute, propusieron que los planetas en el universo similares a la Tierra aún no se forman. En este caso, la conclusión sería que los humanos de la Tierra somos unos de los primeros en existir y aún estamos medianamente solos en el Cosmos.

Otras teorías suponen que los extraterrestres están demasiado lejos para hacer contacto con ellos, sobre todo considerando que las comunicaciones en la Tierra no alcanzan un radio ni siquiera del diámetro de la Vía Láctea, que son 150.000 años luz.

Para que las señales se expandieran en esas magnitudes, tendrían que viajar a la velocidad de la luz, algo que la humanidad aún no logra descifrar. Ahora, si es que los alienígenas lo hicieran primero, la posibilidad de ser alcanzados por una señal en el futuro cercano es bastante baja.

Otras ideas más cercanas a la ficción también sugieren que, las otras civilizaciones serían mucho más avanzadas y en vez de comunicarse se dedicarían a observarnos, considerándonos un área salvaje del universo.

Así mismo hay otros expertos que, al carecer de pruebas concretas, simplemente descartan la posibilidad de que haya vida en otros planetas. Aunque aquello se considera extremista por la inmensidad del Cosmos.

La carrera espacial para encontrar vida

La inmensidad del universo no ha sido motivo para que la humanidad desista de la búsqueda de vida en otros planetas. Más allá de los estudios del Cosmos, agencias espaciales de todo el planeta colaboran en misiones para buscar vida extraterrestre con diferentes programas.

Entre los primeros esfuerzos con este objetivo se encuentra el proyecto Viking (1975), que fue la primera misión de EE.UU en lograr aterrizar con éxito una nave espacial en Marte, con Viking 1 y después Viking 2.

Estas misiones además permitieron los primeros estudios biológicos del planeta rojo y fueron impulsadas por el célebre científico Carl Sagan, conocido por la serie documental Cosmos, que marcó un hito en la divulgación científica.

Por otra parte, y un poco más lejos, en 1989 la NASA lanzó la misión Galileo, una sonda orbital que se dedicaría a observar a Júpiter y sus lunas, para estudiar la biología, composición e historia del gigante gaseoso.

Allí comenzaron a surgir los primeros indicios de la posibilidad de vida en una de las lunas del planeta gigante, Europa. A la fecha los científicos han determinado que cuenta con las condiciones químicas para que allí exista vida.

Al momento, teorizan que bajo su superficie congelada, existen grandes cantidades de agua que podrían ser océanos con organismos vivientes en su interior. Años después en 2011 se lanzó la misión Juno, para estudiar más de cerca las lunas.

Con datos más detallados, finalmente comenzó a desarrollarse la misión Europa Clipper, que enviará a una sonda a explorar Europa para recopilar más datos en cuanto a esta hipótesis.

Con menos resultados también destacan las sondas Voyager, igualmente impulsadas por Carl Sagan. Consisten en 2 sondas espaciales estadounidenses enviadas al espacio exterior para encontrar vida.

Lanzadas en 1977, guardan un disco de oro con datos sobre la humanidad, como música, el aspecto de los seres humanos, algo de historia y un saludo. Esto para que, en caso de ser detectadas por otras civilizaciones, sepan cómo somos y dónde nos ubicamos en el Cosmos.

En esta ardua tarea también es relevante el Telescopio Espacial Kepler, diseñado especialmente para identificar y clasificar exoplanetas con su luz infrarroja de alto alcance y lanzado al espacio en 2009.

Finalmente en 2021, se lanzó el Telescopio Espacial James Webb (JWST), como continuación al Hubble, lanzado en 1990 y pronto a apagarse. El James Webb alcanza una potencia mucho mayor y actualmente se dedica a la observación del espacio profundo y la búsqueda de planetas con vida.

Con solo 4 meses desde que terminó de acomodarse en órbita ya ha deleitado con increíbles vistas del espacio profundo y además, gracias a él los astrónomos por primera vez lograron identificar la composición química de la atmósfera de un exoplaneta.

Esto último sería un punto clave para continuar buscando vida, puesto que hará más fácil determinar en qué planetas vale la pena continuar estudiando las posibilidades, así como otras respuestas del Cosmos que hasta hoy continúan en incógnitas.