Estados Unidos celebró su Día Nacional, y el presidente Donald Trump pronunció un discurso en el prado sur de la Casa Blanca, que, para los asistentes, fue una respuesta al anhelo de la mayoría de la nación. Pero, para la oposición, fue un anuncio de más dureza para reprimir las protestas.

Específicamente, Trump prometió salvaguardar los valores de la nación estadounidense, defender los monumentos del pasado histórico nacional y parar en seco los saqueos y destrucción generados en las protestas por la brutalidad policial contra las minorías raciales en el país.

En el hecho, Trump apeló sobre todo a la inquietud y la beligerancia que está exhibiendo una gran parte de la mayoría blanca que, numéricamente, es más del 64% de la población con derecho a voto.

De hecho, el periódico National Interest, que tiene gran influencia entre las fuerzas armadas del país, ayer mismo afirmó que con ese discurso el presidente Trump parece haber asegurado su reelección en noviembre próximo.

En cambio, para la prensa opositora, Trump con su discurso acentuó trágicamente la gravísima y al parecer inevitable fragmentación y ruptura interna de la nación, mientras los estallidos de violencia de las protestas aparecen en brutal contrapunto con los estallidos de violencia de los sectores llamados “de la supremacía blanca”.

¿Qué es en concreto el combustible de esta crisis social?… y ¿qué resultará de ese enfrentamiento interno que parece irreconciliable hasta lo implacable?