¿Es posible resumir un libro de 303 páginas en sólo cinco palabras? Sin duda… y Matías Rivas lo hace con el placer de la precisión en sus Interrupciones: “Leemos en busca de compañía”. Claro, preciso y hasta prójimo en esa sincera tonalidad de los encuentros.

Por Marcel Socías Montofré

Porque mucho más que crítica literaria, ensayo o columna de opinión, en las Interrupciones de Matías Rivas hay una invitación al encuentro, a la sensación de charla en un café cercano a la oficina o la plaza del barrio, de palabra emancipada de toda vanidad y confesiones compartidas en sus Variaciones y Digresiones, Apuntes sobre la Literatura Chilena y Lecturas Parciales. Textos que se van dibujando con la cordialidad de un niño que encontró en los libros el silencio amable, inspirado y reparador de tanto ruido que llega con la última página de la infancia.

Desde Mauricio Wacquez a Germán Marín, de Loayza a T.S. Eliot, de las conversaciones escritas al mito del rebelde y hasta algunos paseos por Youtube, Matías Rivas construye un excelente andamio para citar con propiedad aquel párrafo de Descartes en El discurso del método: “la lectura de los buenos libros es como una conversación con las gentes más distinguidas de los pasados siglos, que han sido sus autores, y hasta una conversación estudiada en la que no nos descubre sino sus mejores pensamientos”.

Así es como este Diario de Lecturas, como bien subtitula Matías Rivas, es una buena oportunidad de disfrutar sin los apuros de la agenda un excelente compendio de sus textos publicados en prensa escrita y reeditados en estas Interrupciones que él mismo define al advertir que “en más de un sentido, la voz íntima que surge al leer estos ensayos es una transcripción censurada de mi mente”.

Es más, reconoce a propósito de sus Amistades Literarias que “leer es una actividad que implica asumir la soledad como una aliada. Solo cuando estamos replegados en nosotros mismos somos capaces de concentrarnos en un texto y dejarnos llevar por su trama y cadencia. Leer es también un ejercicio de abstracción del mundo, una forma de evadirnos para vivir otras experiencias. De ahí que se haya comparado la lectura con la droga en más de un ocasión”.

Entre muchas otras páginas que se agradecen y hasta generan cierta lectura conversada –y tácitamente consensuada- con Matías Rivas, imposible no destacar sus Notas sobre Roberto Bolaño: “escribía con una ametralladora en la nuca. Esa sensación da la velocidad de su prosa, que trama distintas historias con la destreza de quien sufre un shock y se le pasa la vida por delante en 30 segundos; o del que sueña y se despierta intempestivamente inundado de emociones incómodas”.

Con ese mismo tono de ventana abierta por donde permitir que el vecino husmee a gusto, Matías Rivas no sólo comparte una vez más sus columnas, críticas y artículos de prensa, sino también sus sensaciones y uno que otro desliz biográfico abotonado a un libro o un autor en particular.

Para ser más claro y cómplice, Matías Rivas sentencia honestidad en primera de cambio al avisar que: “en estas páginas abundan conceptos y observaciones que para mí ya resultan extraños. Son el rastro inequívoco de mi proceder como lector. Mis aciertos son obvios: están sacados de los libros que me recomendó mi padre cuando niño. Imitándolo a él, aprendí a leer con pasión”.

Interrupciones
Matías Rivas
Editorial Hueders
Santiago, 2016