Esta columna de opinión parte de la base de que se quiere redactar una Constitución democrática acorde a los tiempos actuales. Una Constitución para la gran mayoría de las personas.

A través de las elecciones del 15 y 16 de mayo pasado se han definido los 155 constituyentes que deberán redactar una nueva Constitución (la que deberá ser ratificada en un plebiscito).

Sin entrar en detalles sobre la actual Constitución (legitimidad, si es democrática, si responde a los compromisos internacionales que ha suscrito Chile, entre otros), parece importante reparar en un punto que parece central: Qué tan democrática puede ser una Constitución en el Chile de hoy.

Entre los diversos aspectos y variables que inciden en el carácter democrático de una Constitución, creo que hay uno que es fundante: ¿Cuántas persona, qué porcentaje de la población será capaz de leerla y comprenderla?

Parece evidente y debiera ser un requisito que, en una sociedad democrática, la gran mayoría de su población pueda leer y entender su Constitución. Se puede discutir qué porcentaje de la población debiera poder hacerlo. ¿Un porcentaje del 90, 80, 70? ¿Un 60?

Un sistema democrático en el Chile de hoy debiera, a mi juicio y como punto de partida, tener una Constitución que pueda ser leída y entendida por la mayoría sin intermediarios, sin abogados u otros que asuman un rol que corresponde.

Con los bajísimos índices de comprensión de lectura, un desafío mayor de las y los constituyentes debiera ser esforzarse en tener una Constitución comprensible para la mayoría. Es decir, las y los constituyentes debieran escribir y dejar planteado lo que acuerden en un lenguaje simple y lo más breve posible.

Lo anterior, que creo debiera ser una condición intransable, hace recomendable la asesoría de especialistas -debiera ayudar el alto número de profesores elegidos para redactar la Constitución- que apoyen en este sentido a las y los constituyentes. También puede ser adecuado hacer pruebas con distintas personas para evaluar el nivel de comprensión que vaya teniendo de ella -a medida que se redacte- la población chilena.

Independiente de la estrategia, será relevante considerar en esa redacción la diversidad del país (para lo cual ya es importante la incorporación de cupos indígenas y el que se hayan elegido dirigentes sociales de todo el país).

En un periodo tan significativo para el país, con muchas personas, jóvenes en especial, que quieren ser partícipes de la vida pública y política del país, es fundamental la autónoma para comprender el marco regulatorio que define el funcionamiento de la sociedad.

No son necesarias palabras difíciles ni frases complejas para expresar ideas profundas o complejas. Como decía Leonardo Sciascia respecto a su escritura, es una virtud decir todo lo que se quiere con la menor cantidad de palabras.

La Constitución debe escribirse para los habitantes de este país, y eso incluye considerar sus capacidades lectoras.