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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Antropólogo e historiador mapuche denuncia nueva forma de colonialismo al sur de Chile, donde una "machi" suplantó tradiciones ancestrales. Hechos trágicos ocurrieron en Maihue Carimallín: ritual en río desembocó en la muerte de dos personas. Apoyo de académicos y organizaciones alimentó invenciones. Creación de figura de "machi" y organización ficticia Ayllarewe, reemplazando ritos y tradiciones mapuche-williches.

El drama de las personas ahogadas en el río Pilmaiquén es el último suceso de una cadena de imposturas dirigidas por personas que quisieron imponer una invención de prácticas e instituciones creadas en sus mentes antes que en las tradiciones mapuche-williches y animadas por una retórica de defensa de un espacio sagrado y del medioambiente.

Por Eugenio Alcamán

Antropólogo e historiador mapuche

Es una nueva forma de colonialismo que se propone deliberadamente colonizar una cultura mediante la imposición, la suplantación y la descalificación de los desplazados. Esta triada de invención cultural fue posible –como en los enormes fraudes y crímenes de la humanidad, incluso en la implantación del colonialismo–, porque hubo personas que les creyeron y siguieron en sus invenciones. Y porque no habían sido formados en la matriz cultural y las normas del derecho consuetudinario mapuche.

Invenciones y quienes las apoyaron

¿Cómo fue que este proceso inventivo culminara en hechos trágicos? ¿Cómo fue que se tuvo la osadía de llevar a un grupo de personas a un río cuyo caudal aumenta en estos meses por efecto de las lluvias? Y, ¿cómo fue que hubo personas que creyeron en una «machi» y que la sanación en un río era parte de una práctica shamánica ancestral?

Esta sucesión de hechos no habría sido posible si no hubiera habido quienes los inventaron, quienes los apoyaron en la creación, quienes informaron sin conocer el uso que se iba a hacer de ello y quienes la siguieron. Una sucesión de hechos en el sector de Maihue Carimallín que fueron mantenidos en el tiempo. A ellos se fueron plegando antropólogos, académicos, instituciones alternativas variadas y organizaciones de la sociedad civil, combinando informes técnicos, informes periciales y artículos académicos. Algunos de éstos fueron agregados en expedientes judiciales. En el intertanto, se sucedieron actos violentos contra bienes de particulares, ocupación de predios, ataques incendiarios, atentados a trabajadores, a móviles de carabineros y a instalaciones de las empresas en la zona.

Las condiciones estaban dadas, eran propicias. Una mujer que se asume como líder religiosa invistiéndose con la institución de mayor respeto y credibilidad dentro del pueblo mapuche, que se hace seguir por un grupo de individuos ávidos de evidenciar su pertenencia mapuche, contagiados por los grupos radicalizados mapuches de Arauco y La Araucanía, en un contexto sociocultural de transformación y pérdida de la matriz cultural ancestral.

La «machi»

Este contexto favorecería la emergencia de la «machi», la credibilidad de algunos en ella. Desde hace al menos un siglo, no existía machi en los sectores de Carimallín (El Roble y Maihue). Pero unos cuantos de Maihue no pusieron en duda la legitimidad de la «machi». La mayoría no creyó, la rechazaron, pero los afuerinos nunca supieron esta realidad o no les interesó.

Esto último quizás sea lo más grave de la situación propiciatoria, ignorar a las autoridades religiosas y las comunidades mapuche-williches locales, constituidas muchos años antes de la «aparición».

Una serie de informes de organismos públicos, gremios profesionales y especialistas fueron elaborados a pedido. Todos ellos, sucesivamente, ignoraron adrede a las autoridades religiosas tradicionales de donde se encuentra el sitio sagrado denominado como Señor Kintuante, que la CONADI había identificado correctamente. Fue adrede, porque la «machi» y sus adláteres de entonces habían comenzado a suplantarlos. No hubo ningún control metodológico de las fuentes de información, como de la veracidad de la misma.

Odio al “Estado opresor”

El odio tan grande contra el “Estado opresor”, o de otros contra la Concertación, fueron motivos suficientes para responder a las indicaciones de la «machi» de manera precisa, alentando un conflicto no solo contra una empresa noruega, sino arrasando contra hermanos mapuche-williches. Ignorando de pasada a las autoridades religiosas que desde antiguo veneran al Señor Kintuante y realizan los rituales con ocasión de la rogativa religiosa del lepun.

En el afán de denunciar a una empresa noruega un crimen cultural, en razón de la construcción de centrales hidroeléctricas en el río Pilmaiquén, no importaban las autoridades religiosas ni las comunidades locales, porque se habían «vendido a la empresa», eran yanaconas.

Incluso el desplazamiento fue tanto, que estos profesionales expertos no se dieron la tarea de revisar el expediente del proyecto de construcción de una de las centrales (la Osorno), y con ello los comentarios de cerca de 60 personas y el pronunciamiento coincidente con ellas de la CONADI. El odio era más fuerte. La credibilidad en la «machi» era superior y bastaba. Así también creyeron otros.

Mismo odio que alentara la creatividad religiosa para esgrimir argumentos sobre paralizar la construcción de la Central Hidroeléctrica Osorno (CHO). La creatividad cultural no tenía límites, estaba alimentada por el combustible de la oposición a la construcción de las centrales hidroeléctricas. Tanto que la condición de ser encantado de Kintuante fue reemplazado por el concepto de ngen, sin siquiera analizar las dos categorías y sus diferencias en el panteón religioso, particularmente el mapuche-williche.

Muerte por sumersión

La muerte por sumersión de dos personas mapuche-williches fue el acto de mayor irresponsabilidad de esta fiebre inventiva. El ingreso y sumersión en las aguas de un río imita el acto de bautismo de los adventistas. Se les hizo creer que era una ceremonia ancestral. No existe ni ha existido en el río Pilmaiquén ninguna práctica de sanación médica. Basta consultar a las personas mayores del sector de Maihue o las autoridades religiosas de la rogativa del lepun para responder. La única práctica conocida por algunos en el mundo mapuche-williche, como mapuche en general (incluido mi chachai), era el baño de madrugada con ocasión del solsticio de invierno, que inaugura un nuevo ciclo de vida.

Trasplantar conceptos

Los reemplazos semánticos de la creatividad inescrutable con la tradición mapuche-williche, tampoco tuvo barreras en ámbitos sociales. Se extendieron en dirección de construirse antecedentes legitimadores. Se necesitaba una organización social que respaldara las actividades de la «machi» dado que ninguna de las comunidades vinculadas ritualmente con el Señor Kintuante la reconocían como machi y no se plegaron, en consecuencia, a sus planteamientos.

Había que trasplantar conceptos. No había que prestar atención a la variabilidad sociológica de los mapuche-williches. Nadie percibiría esta falta, total los estudios mapuche-williches todavía no alcanzan. Se crea una organización que llaman Ayllarewe, no importa que nunca haya sido una estructura sociopolítica existente entre los mapuche-williches. Como las denominaciones anteriores, había que extender los términos de los mapuches de la Araucanía y resemantizar las prácticas, instituciones y agentes mapuche-williches.

Ritos y tradiciones

¿Cuáles son los nueve rewes del Ayllarewe? Para la construcción del nuevo imaginario se requería sustentar la emergencia de la creación de la figura «machi». No importaba que sus miembros solo se representaran a sí mismos, faltos de la representación de sus propias comunidades de origen.

Ya en octubre de 2015 habían constituido legalmente una comunidad indígena según la Ley Indígena, declarando como domicilio Maihue, en circunstancias que ninguno de sus socios residía en el lugar. Un asunto tan importante para el entroncamiento de cada familia mapuche-williche era vulnerado sin más. Había que aparecer ocupando una posición geográfica en el sector donde se ubica la Morada del Señor Kintuante que diera legitimidad a la defensa del sitio sagrado como recurso verosímil para la oposición a la construcción de la CHO. El que la empresa noruega renunciara a la construcción de dicha central no implicaba que se abandonara el nombre del Señor Kintuante, sino que había que mutar en los argumentos.

Desde 2011, en tanto se iniciaran los ataques armados e incendiarios en Maihue y El Roble en manifestación en contra de la construcción de la CHO, se empezaron las acciones de uso del Señor Kintuante con la quema de un potrillo vivo conforme una tradición, inventada obviamente.

Mientras tanto, las comunidades tradicionalmente vinculadas con el Señor Kintuante, ritualmente con ocasión de sus cíclicas rogativas religiosas, continuaron sus modestas vidas bajo una nueva forma de colonialismo, lamentando la evitable pérdida de vidas.