En el marco del encuentro “Ministerial de Educación: Santiago 2024” que se lleva a cabo en Chile los días 25 y 26 de enero, se torna oportuno abordar el concepto de “calidad en la educación” y cómo las ministras y ministros de América Latina y el Caribe construirán la agenda de acciones concretas desde un espacio político y técnico, con el fin de superar la crisis educativa postpandemia.

La educación, piedra angular de la sociedad, ha experimentado diversas transformaciones a lo largo del tiempo. Entre las muchas discusiones que rodean este tema, el concepto de calidad emerge como una preocupación fundamental.

Está claro que todas las instituciones educacionales, las unidades dentro de las mismas, directores, decanos, docentes, declaran estar orientados a mejorar la calidad de la educación, por tanto, debemos comenzar por intentar aclarar qué se entiende por “calidad en la educación”.

Calidad de la educación

La calidad de la educación, como objetivo, se ha convertido en un concepto estratégico en las formulaciones de política educativa en la gran mayoría de los países. Es en torno a la calidad que se han estructurado el resto de las políticas en educación y sobre todo estos últimos años, en que se ha incorporado “el logro como metáfora de calidad”.

El interés de la calidad de la educación surgió por primera vez en Estado Unidos en el año 1983, con la publicación del informe de la “Comisión Nacional de excelencia de la educación”. El informe señalaba que el estado de la educación en ese país había puesto en peligro la competitividad e integridad de la sociedad norteamericana, y con el propósito de revertir la situación, era necesario introducir medidas que produjeran cambios.

El nuevo “sentido común” acerca de la educación y desarrollo quedó formulado de la siguiente manera: “a mejor educación, mejor capacidad de resolver los desafíos presentados por el crecimiento económico y la integración social”. (1993)

Medir la calidad

El problema nace cuando intentamos “medir la calidad” en la educación; ya a mediados de los 80, la percepción predominante era que una persona tiene mejor educación que otra cuando tiene más años de escolaridad. De la misma manera se decía que un país ofrecía una mejor educación cuando sus tasas de matrícula eran más elevadas y los niños permanecían más tiempo en el sistema escolar y las tasas de graduación exhibían índices superiores a los de otro país.

Es así como surgió la “demanda” por medir la educación y su calidad. En una primera instancia se procedió a la elaboración de hipótesis acerca de los factores “materiales” que determinan el resultado. Así, variables referidas a elementos tales como las tasas de relación profesor/alumnos; número de libros en casa, o en las escuelas, la luminosidad en el aula, o la cantidad de alumnos en ella.

Mas tarde, se formularon hipótesis acerca de los factores “inmateriales”, como son las expectativas y las interacciones que se dan en el interior de las escuelas o en el hogar. Pero finalmente, la atención se encaminó a la observación y medición del logro académico.

La calidad es un concepto ambiguo y tautológico. De manera que cuando se quiere reconocer la calidad de la educación, uno se encuentra con un tipo de razonamiento que tiende a decir: “hay calidad de la educación cuando se reconoce que hay calidad en la educación; y se reconoce que hay calidad en la educación cuando hay calidad en los aprendizajes”.

UNESCO

En mayo del año 2022 se realizó el Barcelona, España, la Conferencia Mundial de Educación Superior, organizada por UNESCO. En ella se debatió entre otros temas, sobre los cambios en los “modelos de aprendizajes”, buscando principalmente orientarlos hacia el objetivo del “Desarrollo Sostenible”.

El documento emitido en Chile por UNESCO, con fecha del mes de agosto 2022, en especial manifiesta lo siguiente: “Re imaginar juntos nuestro futuro en busca de un nuevo contrato social para la educación”. En el fondo nos invita a mirar hacia el futuro con una dimensión de equidad y acceso universal de la educación, buscando que esta sea el motor principal de la transformación de la sociedad.

Para ello UNESCO propone ámbitos de trabajo, como Pedagogía, Currículo, Docentes, Aprendizaje continuo, Escuela. Como lo manifesté anteriormente, esto es una necesidad imperiosa de la nueva sociedad que estamos viviendo, y UNESCO lo ha hecho presente en su última reunión mundial.

Destrezas sociales y emocionales

El estudio de habilidades para el Progreso de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), determinó que desarrollar destrezas sociales y emocionales en los estudiantes -como la capacidad de adaptarse, trabajar en equipo y la comunicación efectiva- son claves para el desarrollo personal y profesional de los ciudadanos del siglo XXI, y más aún, son sellos que marcan la diferencia en sociedades que apuntan al desarrollo.

De todo lo anterior, se desprende que no es lo mismo fabricar automóviles, tuercas y pernos de calidad para el comercio y la industria, que formar profesionales de buen nivel técnico profesional durante el proceso de enseñanza aprendizaje, quienes deben incorporarse a una sociedad en permanente cambio.

No es recomendable utilizar el término “Calidad de la educación” para referirse a situaciones de éxito en algún proceso de enseñanza aprendizaje, pues son muchas las variables intervinientes que tiene cada sujeto en particular y que no se pueden controlar en forma inmediata durante la ejecución de dicho proceso.

Debemos tener siempre presente que, para efectuar los cambios en el aula, la presencia del profesor como una Variable Interviniente, puede afectar el existo del proceso educativo en forma positiva o negativa.

Cambio permanente

Vivimos en una sociedad en permanente cambio y las generaciones ya no cambian cada 30 años, hoy están cambiando cada 10 años y quizás menos. Por lo cual, la formación específica del profesor que deberá incorporarse a un nuevo proceso de cambio en la formación de los futuros profesionales deberá ser obligatoria, la aprobación de nuevos cursos de capacitación, que puedan validarlos por un diplomado o post título, es básico para que el proceso de cambio alcance éxito efectivo en esta sociedad.

Los planificadores para el cambio deberán tener mucho cuidado en la creación de la variable, independiente y especial, al elegir cada una de las actividades de aprendizaje utilizada en los grupos en el aula; siempre es bueno apoyarse en teorías desarrolladas por otros científicos sociales. En mi caso leo sobre los nuevos descubrimientos de los Neurocientistas “Como aprende el cerebro” y lo aplico constantemente en mis clases.

Estamos conscientes de lo difícil que es hacer cambios en los procesos de acción en el aula de clase en la Educación Superior, cuando participan en estos muchos profesores par time. Pero debemos buscar los caminos adecuados para realizar los cambios que la realidad vigente nos exige para la formación de nuestros futuros profesionales, buscando capacitar a toda la comunidad educativa.

Como dije antes, no estamos fabricando pernos para la industria; estamos desarrollando profesionales que desempeñarán actividades fundamentales para la sociedad, personas que tomarán decisiones relevantes, seres humanos que deben tener las competencias necesarias para enfrentar los desafíos del futuro.

Guillermo Cornejo Z.
Académico Facultad de Ingeniería y Empresa
Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH)