Lo farsesco, incluso lo grotesco, le pareció necesario como opción escénica al dramaturgo chileno Sergio Vodanovic (1926-2001) cuando quiso reflejar en “Velorio chileno”, a través de dos matrimonios eufóricos y borrachos, la mentalidad, los prejuicios y el odio criminal que exhibió esa parte de nuestra sociedad que festejó el golpe civil-militar contra el gobierno constitucional del presidente Salvador Allende, en 1973.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

El autor de “Deja que los perros ladren” (1959), “Nos tomamos la Universidad (1969) y “Cuántos años tiene un día” describió esta tragicomedia con sencillos y sólidos trazos de comicidad enervante que se encaminan a lo absurdo, tintes que se acentuaron con la dirección de Cristián Plana al instalarla en escena como una especie de rito familiar con aires cotidianos.

Sin embargo, dramaturgo y director no cometen el error de atribuirle a ambas parejas un real protagonismo: con habilidad e inteligencia, a través de ellos y ellas, miran y fustigan la criminalidad y brutalidad represiva, aquella que ejercen los poderes fácticos, representados por los cuatro animales parados en dos patas que se instalaban en el gobierno.

Velorio Chileno
María Paz González

No es raro, entonces, que el público perciba en toda su violencia ciertos saludos, marchas y música marcial, como también los silencios, sorpresas y desbordes de soberbia, además de genuflexiones a autoridades que no están presentes en este rito escénico.

Más aún, si desde este entramado alegórico, que alude a hechos acaecidos hace 50 años, se advierten conductas, palabras y acciones que se escuchan y ven hoy en sectores políticos y sociales de extrema derecha.

Sentido y sinsentido

“Velorio chileno” sabe enfrentar con soltura el grave peligro de transformarse en una fuente de chabacanería cuando el elenco juega en escena con la borrachera, la euforia y el erotismo.

En momentos, el director Cristián Plana lleva lo grotesco a su máxima expresión sin que los gestos se diluyan en el sinsentido ni desplacen el valor ético y crítico que el autor busca exponer, lo que no significa alivianar el grado de decadencia moral que caracteriza a los protagonistas.

Tras este logro es fundamental la calidad del elenco, actores y actrices con trayectoria y capacidad para involucrarse en lo lúdico del trabajo escénico, además de dar cuenta del efecto del alcohol presente en los cuerpos.

Velorio Chileno
María Paz González

Las voces tonantes de los hombres y sus aspavientos machistas, el silencio aterrador de la hierática mujer mayor y la delicada complicidad de la más joven son fundamentales en una celebración donde los dichos más brutales forman parte de un ambiente cotidiano.

El uso de una iluminación que se descarga a veces como golpes sorpresivos e irregulares acentúan lo asimétrico, incluso, lo caótico, fortaleciendo la sensación claustrofóbica que generan el espacio escénico en el centro del escenario y los textos insultantes y burlescos que se dicen, más aún si predomina una ancha y profunda oscuridad de fondo.

“Velorio chileno” vuelve en buen momento, porque tiene plena vigencia temática y una puesta en escena firme y entretenida; también porque enfrenta al público a ciertos fantasmas históricos.

Y aunque la comicidad muchas veces se asocia a la risa y la carcajada, esta vez parecer bastar con una mueca más cercana a la sonrisa, coherente con una temática que compromete toda la vida.

Velorio Chileno
María Paz González

Velorio chileno

Autor: Sergio Vodanovic (1926-2001)
Puesta en escena: Cristián Plana
Elenco: Marcial Tagle, Roxana Naranjo, Manuel Peña, Valentina Muhr

Diseño de iluminación: Claudia Yolin
Diseño sonoro: Diego y Damián Noguera
Vestuarios: Franklin Sepúlveda
Producción: Nicole Venegas A.

Teatro Nacional Chileno
Morandé 25.
Miércoles a sábado, 19.30 horas.
Entradas general $7.000; adultos mayores y estudiantes $ 5.000; estudiantes funcionarias y funcionarios U. de Chile, $ 3.000.
www.ticketplus.cl. Hasta 17 junio 2023.