Docente de Artes y Oficios explica importancia de protección otorgada, recientemente, a la alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca., al ser declaradas Patrimonio Inmaterial de la UNESCO

Por Priscilla Estay y Carlos Aliaga

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) incorporó recientemente como Patrimonio Cultural Inmaterial a la alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca, lo que implica que contará con medidas nacionales e internacionales para su preservación.

La técnica de la alfarería de esas localidades fue heredada desde la época precolombina y que se transmite de generación en generación en la zona ubicada en la Provincia de Diguillín, Región de Ñuble. Ésta se caracteriza por el uso de una arcilla cocida de manera especial para obtener un color negro, cuya superficie se marca con trazos que luego se pintan de blanco.

La profesora Simone Racz, de la carrera de Artes y Oficios de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, describió los elementos que caracterizan la elaboración de cada pieza.

“En el proceso principal de modelado no hay moldes ni uso de un torno alfarero. Son obras únicas con motivos de animales, seres humanos o vasijas contenedoras, creadas con materiales locales (arcilla, caolín y hierro) empleando herramientas muy simples (trozos de madera, piedras de río para bruñir) y hornos en tierra cuya fuente principal de energía es una combinación de guano de buey, bosta de caballo y leña”.

Museo de Historia Natural de Concepción

“Luego se pintan en crudo con arcillas ferrosas, se decoran con dibujos realizados con puntas muy finas y esas líneas se rellenan con la piedra blanca conocida como caolín. Entre las etapas de construcción y quemado se realiza un bruñido con piedra y una grasa animal conocida como injundio, lo que le da a la superficie su brillo característico”, explicó la ceramista con estudios de arte y gestión cultural.

La docente expuso las circunstancias que han precarizado el futuro de esta producción cultural.

“La alfarería de la zona ha sufrido muchos cambios impulsados por decisiones de políticas extractivistas, monocultivos y una modernización del campo. La privatización de terrenos ha dificultado la extracción de materia prima como arcilla y caolín y también hay que considerar el cambio social que ha significado que los/as jóvenes de la zona migren a la ciudad a estudiar y trabajar. Esto ayuda a entender por qué en el mercado de Chillán antes participaban más de 100 alfareras con sus puestos, pero hoy sólo quedan dos o tres”.

La profesora y Fundadora de la Escuela de Artes Aplicadas “Oficios del Fuego” opinó que la decisión de la UNESCO confirma no solo la necesidad de resguardar sino también de incentivar el aprendizaje de los oficios productivos entre las nuevas generaciones.

“Aunque siempre es bueno contar con reconocimientos como éste, creo que también resulta crucial para su supervivencia enseñar este oficio a niños/as y jóvenes para que lo vean como una posibilidad creativa y productiva que incorpore tecnología y gestión de modo que sea atractiva como posibilidad laboral y cultural”, declaró.