El libro de Loreta Minutilli (Bari, 1995) plantea la mirada de Helena sobre los hechos relatados en La Ilíada (S VIII A.C.), atribuida a Homero. Una novela que aporta un nuevo punto de vista: La de la mujer más bella del mundo, deseada por todos pero tratada como un objeto. Una mujer que busca un lugar y que no acepta el rol que le adjudica su sociedad.

Grecia clásica

Cuando pensamos en la Grecia clásica, surgen de la memoria el Partenón como máxima expresión de su arquitectura, algunos teatros y templos. Y esculturas maravillosas, como la Venus de Milo, el Discóbolo o La Victoria de Samotracia.

También pensaremos en algunos filósofos, los “padres” de la Filosofía (aunque los leamos poco). Y el Olimpo con sus dioses grandiosos y humanos.

Un lugar privilegiado al pensar en Grecia lo ocupará La Ilíada y La Odisea. Aquiles y Patroclo, Menelao, Helena y Paris, Ulises (Odiseo), Agamenón, Héctor y tantos más. Una gran historia de la guerra entre aqueos y troyanos a causa, aparentemente, del rapto de Helena de Esparta, por parte de Paris. Y, después, del largo viaje de retorno de Ulises a Itaca.

Esta historia, clave durante tantos años para Occidente, últimamente ha sido recreada con otras miradas. Otros enfoques. Como La canción de Aquiles o Penélope y las doce criadas, de Margaret Atwood.

Ahora, tenemos a Helena de Esparta, de Loreta Minutilli, que aborda esta historia desde la mirada de Helena, el supuesto motivo de la guerra. El foco vacío, de esa guerra de diez años. Un personaje que sirve de excusa, un objeto del que poco ha importado su opinión, sus motivaciones, intereses, sentimientos.

Helena de Esparta

El relato parte con Helena niña. Una niña que, siendo hermosísima, vive aislada en la corte de Esparta, lejos del mundo. Y de su padre, madre y hermana, que casi no se relacionan con ella. Las sirvientas sólo se preocupan de su belleza física.

“La nodriza me encontró así, me sonrió, me explicó que no era ninguna herida y que debía estar orgullosa de haberme hecho mujer.
– Ahora tu cuerpo tiene sentido -me dijo
Estuve mucho tiempo dándole vueltas a esa frase.
No creía necesitar un poco de sangre entre las piernas para tener sentido.”
(pp 13)

Luego vendrá lo conocido. Helena y su hermana cumplen la edad para ser casadas. A Helena se le da el privilegio de elegir entre una nube de pretendientes. Éstos han hecho la promesa de aceptar la decisión de Helena y de luchar en caso que alguien trate de ir en contra de ella.

Helena elige a un pretendiente inesperado, de bajo perfil, a Menelao. Hermano de Agamenón, con quien se casa su hermana.

Y vendrá la huida o rapto de Helena por parte de Paris, de Troya y la guerra entre aqueos y troyanos. Una guerra sangrienta y cruel que durará diez años. Con el desenlace y consecuencias que -casi- todos conocemos…

“Tampoco en esa ciudad había conseguido encontrar alivio a la culpa de ser bella.” (pp 175)

Es que en esa época -como para algunos todavía hoy- existía el prejuicio que la belleza era una cualidad que se tenía en desmedro de las otras. En palabras vulgares, ser bella conllevaba ser tonta, ser sólo cuerpo, un objeto. Y ese prejuicio, esa condena, es la que sufre, por sobre el machismo general, Helena.

Una mirada refrescante

La costumbre, el ser un clásico, posiblemente ha facilitado que aceptemos esta historia desde su lógica guerrera, brutal, donde el destino y la fuerza dominan. Los hombres y los dioses. Una brutalidad tal que Agamenón sacrifica a su hija primogénita a los dioses, para ser favorecido.

Una brutalidad donde asesinatos y violaciones son parte de la normalidad. Sociedades donde las mujeres, con suerte, si son muy hábiles y de las clases dominantes, serán consideradas.

“Y es así como ahora imagino la muerte: una violación en grupo.” (pp 91)

En ese contexto, el libro Helena de Esparta presenta una nueva mirada al clásico. Fresca. Una mirada femenina, donde se mezclan los prejuicios, discriminaciones, envidias, el deseo de tener un espacio, voz propia. Existir más allá de ser considerada un objeto de deseo.

Minutilli presenta una Helena compleja, llena de dudas, contradicciones, inseguridades. Una mujer que se cuestiona, que envidia el lugar que, e la sociedad tienen los hombres. Su libertad. Son cuestionamientos a nivel externo, público y privado, como también internos, respecto a sentimientos y relaciones humanas, afectivas.

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Jueves 01 Enero, 1970 | 00:00

“Por la noche, me acometía como nunca había hecho antes: con la resuelta seguridad de quien disfruta de una propiedad que ha defendido y conquistado.” (pp 179)

Una Helena que, en su evolución, cuestiona la sociedad griega de la época, el rol de las mujeres, los estereotipos. Con ello, también hace reflexionar sobre nuestras miradas de la historia y el presente. Sobre cómo y en base a qué construimos nuestro presente.

Helena de Esparta invita a mirar desde otro lugar el relato clásico, incorporando no sólo la “voz de las sin voz”. Es la voz de la admirada, deseada, el objeto de deseo y, en especial, de la culpable. Por dejarse raptar o por huir. La casquivana, la prostituta.

También permite mirar y cuestionar ese mundo donde el “heroísmo” daba licencia para todo: asesinar, violar, raptar, etc. Un mundo machista sin concesiones.

Portada de Helena de Esparta
Alianza Editorial

Helena de Esparta

Loreta Minutilli
Alianza Editorial

Madrid, noviembre de 2021