Una fuerte polémica rodea por estos días al longevo Museo Jane Austen (“Jane Austen’s House”, 1949), emplazado en la casa que habitó la afamada novelista británica en sus últimos años de vida.

¿La razón? El anuncio de los directivos de ahondar en uno de los aspectos más controversiales de su biografía: los lazos de su familia con el comercio de esclavos.

Las suspicacias se centran en George Austen, padre de Jane, quien fue rector de una parroquia en Hampshire pero también administrador de una plantación de azúcar en la caribeña ciudad de Antigua; todo esto en el periodo histórico de la Regencia.

“La trata de esclavos y las consecuencias del colonialismo (del periodo de la Regencia) afectaron a todas las familias con medios económicos”, aseguró Lizzie Dunford, directora del museo, en diálogo con el matutino inglés The Daily Telegrahp.

De acuerdo al recinto, la intención de indagar en este aspecto familiar responde a las dudas surgidas desde sus propios visitantes, y se desarrollan en el marco de una restructuración de algunas de sus exhibiciones y dependencias.

Según la directora, la polémica en sí se trata de un hito más de un proceso mundial donde “la historia será cuestionada constantemente”.

La idea es dilucidar las eventuales conexiones con la esclavitud a través del uso de azúcar y de ropa de algodón; ambas producto del colonialismo británico en África de dicha época.

“Austen vivió durante la era de la esclavitud y la abolición por parte de Gran Bretaña en el Atlántico en 1807. Nuestros visitantes nos preguntan cada vez más sobre esto y, por lo tanto, es apropiado que compartamos la información y la investigación que existe sobre sus conexiones con la esclavitud y su mención en sus novelas. Esta información es ampliamente accesible en el dominio público”, acotó la directora.

“Nos gustaría ofrecer la seguridad de que no vamos a interrogar a Austen, sus personajes o sus lectores por beber té”, agregó Dunford en entrevista con The Guardian, tal como recoge la agencia Télam.

La intención del museo, sin embargo, también tiene críticos. Uno de ellos, es el académico Edward Said, quien consideró “una tontería esperar que Jane Austen tratara el tema de la esclavitud con la misma pasión que un abolicionista o un esclavo recién liberado”.

El debate ocurre tras las repercusiones en Gran Bretaña de las manifestaciones del Black Lives Matter, movimiento que en 2020 se manifestó enérgicamente en EE.UU. por el asesinato de George Floyd.

Tras esto, diversas instituciones históricas británicas revisaron sus vínculos con el esclavismo y el racismo. Por otro lado, en septiembre pasado, el gobierno envió una carta a 26 museos con financiamiento público para detener el retiro de estatuas cuestionadas por la ciudadanía.